Arran, los cachorros de la CUP, y Endavat, celebraron el sábado la llamada XVIII Calçotada Popular Poblet en el lugar de siempre, la calzada de la calle Sicília que discurre entre Mallorca y Provença; o sea, frente a la entrada de la Pasión de la basílica Sagrada Família.

El Ayuntamiento corta la circulación 24 horas en ese tramo para que La Cruïlla (el autodenominado Casal Independentista del Eixample) organice el festejo que se inicia con un vermut y acaba 12 horas después de música enlatada con un concierto en directo. A los gritos y consignas habituales de “puta Espanya” y demás lindezas se unió este año “Mazón, dimissió”, y es que el organizador forma parte de la Xarxa i Ateneus del Països Catalans, impulsora de las brigadas territoriales que acudieron a Valencia tras la dana.

Es curioso que los juveniles de la CUP invadan ese trozo de calle cuando a escasos 200 metros disponen del Ateneu Popular Poblet, un local de 1.300 metros cuadrados en el que el consistorio de Ada Colau invirtió más de cinco millones de euros en 2019 y que dispone de un auditorio, un bar, estudios de música, aulas y patios.

Puede que prefieran bailar al aire libre, pero puede también que si optasen por el infrautilizado ateneu tendrían que alquilarle los equipos de música y las mesas, además de pagar las bebidas que consumieran. La verbena callejera permite, sin embargo, que una de esas empresas cooperativas afines a la CUP especializadas en fiestas mayores y saraos populares se haga cargo del evento con suficiente margen de ganancia.

Los organizadores de la calçotada advertían a los asistentes que llevasen vasos de casa, mientras que las pancartas colgadas del arbolado animaban a consumir cerveza de los tiradores de la barra móvil -instalada justo delante de la taberna irlandesa Michael Collins- para contribuir a los gastos del festejo.

Parrilla en el suelo para asar calçots en la calle Sicília Cedida

Poco antes de la medianoche, tras un guateque con más ruido que público, las brigadas municipales retiraron la basura, pero no pudieron hacer nada con los cartelones abandonadas en las alturas; el viento se encargó de arrancarlos dos días después.

Pero lo que ni los coletazos del gregal ni los trabajadores de la limpieza consiguieron fue eliminar el tremendo olor a orines que la muchachada dejó en la esquina del parque de Sicilia con Mallorca, que usaron como su retrete particular, a unos metros de donde asaron los calçots.

Escenario de la XVIII calçotada popular del Poblet cedida

Ya se sabe que estos grupos practican la turismofobia. Probablemente, ésa era una forma de bienvenida a los asistentes al MWC que horas antes de acudir al congreso dedicaron un rato del domingo a ver de cerca la Sagrada Família.

Que el ayuntamiento fuera tan insolidariamente permisivo con estos activistas en los tiempos de Colau podía entrar en lo esperable.

Ahora, con un socialista al frente, no se entiende. ¡Qué menos que exigirles la instalación de inodoros móviles, como se hace en otros eventos! La calle es de todos, pero especialmente de sus vecinos; y no deberíamos permitir que la ocupen cuándo y cómo quieran los que más gritan.