Collboni lleva dos años gobernando el Ayuntamiento y a juzgar por la opinión de los ciudadanos no lo está haciendo mal, aunque está en una situación precaria sorteando palos a las ruedas de todos los colores. Cosecha un amplio aprobado y si realizasen elecciones ganaría los comicios. Sería la primera vez que los socialistas se impusieran desde 2007, 18 años después.

Sin embargo, conviene no echar campanas al vuelo. Cierto que con los números que surgen de la encuesta Collboni puede seguir en posesión de la vara de mando, pero dos años es una eternidad en política. Hay diferentes variables a tener en cuenta que van a influir en estos dos años.

La primera es la falta de liderazgo en Comunes, ERC y Junts. Los tres partidos están decapitados.

Elisenda Alamany es la secretaria general de los republicanos y la líder del grupo municipal, pero no hay que olvidar que perdió las primarias y para actual dirección de la agrupación local no es de su agrado.

La pregunta retórica es ¿será Alamany la candidata o ERC apostará por un candidato/a alternativo? En política los experimentos con gaseosa pero no descarten que las bravías aguas procelosas del mundo republicano se agiten aún más cuando tengas que definir su jefe de filas. Ahora las cosas no van bien, pero pueden ir a peor si el candidato/a es un desconocido.

Menos desconocido será el candidato de los Comunes. Ada Colau, aquella alcaldesa que solo se iba a presentar dos veces y se presentó tres, ahora baraja presentarse una cuarta vez. De momento, está en la sala de maquinas negando el pan y la sal a Collboni pero poco más.

Otra pregunta ¿será bien recibida su candidatura después del plante de estos cuatro años? La fidelidad del voto de los Comunes es alta, pero alta también es su falta de penetración en sectores clave que le dieron la victoria en 2015 y 2019. Que la CUP entre en el consistorio no es buena noticia y que se quede en puertas tampoco porque compiten en voto.

Junts recibe un voto de castigo por su política del perro del hortelano. Ni come ni deja comer. El hombre de Puigdemont en el consistorio es Josep Rius, que no parece entusiasmado con la política municipal porque mantiene su cargo de portavoz del partido. Jordi Martí no tiene posibilidades. No hay candidato y todos miran a Puigdemont para ver a quién unge.

Con el paso del tiempo está asegurado que será un paracaidista que no estará a la altura de Xavier Trías y, lo más importante, ya no colará que Junts es un partido transversal. Habrá que explicarle hasta lo del 30% en promoción de vivienda.

Estas incógnitas pueden ayudar a Collboni. 12 concejales está muy bien pero el objetivo debería ser igualar la representación de Jordi Hereu en 2007: 14 concejales. Sería un colchón necesario para poder gobernar de forma desahogada. Si sus adversarios se equivocan puede dibujar un escenario idóneo, pero si aciertan tiene asegurado un calvario cuatro años más.

La derecha españolista no se mueve. PP y Vox están como estaban. Dani Sirera ha puesto orden en el partido y ha abandonado las boutades de Bou, pero Feijóo no ayuda. El empecinamiento de Feijóo de construir un partido nacional sin Cataluña deja a los suyos sin herramientas ni argumentos. Lejos quedan aquellos 9 regidores de Alberto Fernández Díaz.

La encuesta también nos dice que Aliança Catalana está ahí. A unas décimas de entrar. En dos años es posible que tenga los votos y eso perjudicará a Junts, pero también a ERC y aunque no lo crean a la CUP.

Las tres fuerzas independentistas pueden ser campo de cultivo para la extrema derecha independentista y dejarlos varados. Desentenderse del actual gobierno será un error que pagarán caro.