Junts ha roto las negociaciones con el PSC para reformar la reserva del 30% de todas las promociones y grandes rehabilitaciones para vivienda social. Esa medida estrella del mandato de Ada Colau que se ha traducido en nula actividad constructora en Barcelona, precisamente cuando más falta hace la promoción de vivienda, sea protegida, asequible o de mercado libre. Mientras, el fantasma de la burbuja inmobiliaria asoma ya en la capital catalana tensionada.

Lo advierte el Estudio sobre las burbujas en el mercado de la vivienda en Madrid y Barcelona publicado por Adrián Fernández-Pérez (University College Dublin, UCD), Marta Gómez-Puig (Universitat de Barcelona) y Simón Sosvilla-Rivero (Universidad Complutense de Madrid) que recogía este lunes Metrópoli Abierta.

Govern y Ayuntamiento ofrecen eufóricos datos de nuevas caídas en el precio del alquiler. Pero esa reducción de los precios medios forzada por el tope al alquiler -un nada desdeñable 9% según la consellera Sílvia Paneque- lleva aparejada también una fuga de viviendas de alquiler del mercado. Los nuevos contratos han caído el triple que el precio del alquiler, porque muchos propietarios huyen de este mercado y optan por vender o centrarse en el alquiler de temporada.

Entre los factores más relevantes de la burbuja inmobiliaria, los autores del estudio destacan el desequilibrio entre oferta y demanda. La población crece, la economía se recupera, los tipos de interés caen, y la demanda de vivienda -tanto nacional como extranjera- se dispara.

Sin embargo, la oferta de nuevos pisos no logra seguir ese ritmo, lo que empuja los precios al alza. El resultado: para muchas familias, especialmente de rentas bajas, acceder a una vivienda digna se ha vuelto casi imposible.

En este contexto, parece un auténtico esperpento el juego del gato y el ratón al que se han entregado junteros y socialistas a cuenta de la reforma del 30%. Ambos partidos concurrieron a las elecciones con la promesa de suprimir esta medida, que hace dos años ya había demostrado su ineficacia. Ellos solos suman 21 concejales, la mayoría del pleno. Pero además podrían contar con los votos de PP y Vox en ese empeño, puesto que esos dos partidos rechazan también la reserva.

Aún así, se sigue imponiendo el criterio de los Comunes, cuya tesis es que la medida no ha funcionado porque la administración no se ha puesto suficientemente dura. ¿De verdad?

El pleno del Ayuntamiento celebrado el pasado viernes fue un duro choque de realidad para los socialistas. No tanto por la reprobación al alcalde Jaume Collboni como por el rechazo al plan para dotar de pistolas Taser a la Guardia Urbana. Se trata de una medida largamente reclamada por los neoconvergentes, que llevan años denunciando la pérdida de autoridad sufrida a su juicio por la policía local en manos de Colau. Aprobaron el plan en comisión, pero en el pleno, por sorpresa, dejaron caer la medida.

Lo mismo había sucedido dos días antes con la negociación del 30%. De ahí que el PSC haya llegado ya a la conclusión de que será imposible en este mandato cumplir con las promesas electorales en las que depende de los de Carles Puigdemont, pese a coincidir con ellos en la medida a adoptar. Incluso en una cuestión tan sustancial para resolver la crisis de vivienda en Barcelona.

Collboni seguirá gobernando en solitario con las herramientas -que no son pocas- que ofrece la política municipal. Habrá presupuestos en 2026, prorrogables al año siguiente con la vista puesta en las siguientes elecciones locales. Pero a Junts le va a costar explicar por qué no ha sido capaz de imponer alguna de sus propuestas estrella. Los Comunes, pese a todo, sí lo hacen en ámbitos como el turismo o la muy simbólica ruptura con Tel Aviv.

Respecto a la reprobación al alcalde, poco cabe decir más allá del evidente desgaste de la medida. Cuando dos partidos antitéticos como Junts y Comuns convierten las reprobaciones del alcalde en su único argumento en el pleno vacían de sentido esa herramienta de la política municipal. Y generan serias dudas sobre su proyecto como alternativa al gobierno municipal.