El año que viene el Tour de Francia tendrá su salida en Barcelona. Tengo que reconocer que ya no soy un aficionado al ciclismo, ni al Tour. Me quedé con Eddy Merkx, Luis Ocaña, Perico Delgado, Raymond Poulidor y el grande Miguel Indurain. Con el ocaso de Indurain llegó mi ocaso como fan del ciclismo, pero me alegro sinceramente de que el Tour ponga a Barcelona en el mapa mundial.
No nos debería sorprender porque en 2023, el candidato Collboni dijo que su opción era “recuperar la mejor Barcelona”' situándola “en el lugar que le corresponde en el concierto de las ciudades europeas”. Y en eso está el alcalde. La proyección mediática del Tour es importante, como lo fue la Copa de América o la Fórmula Uno.
Estos actos son importantes, pero también lo es la proyección social de Barcelona en Europa liderando a 12 ciudades que urgen un plan europeo de vivienda. Se aprobó un plan de choque donde se exigía el acceso directo a fondos europeos y que la construcción de pisos quede excluida de las reglas fiscales, como el gasto en defensa. No es poco.
Collboni ha repetido hasta la saciedad una máxima "Si le va bien a Barcelona, también le va a ir bien a España". Y a Barcelona le va bien. El consumo se ha recuperado, el paro se ha reducido y la tasa de actividad está por encima del 85%. Se crea empleo y de calidad.
La instalación en la ciudad de los centros tecnológicos de las empresas -el sector farmacéutico es el gran ejemplo- genera un empleo de calidad y, lo más importante, estable.
Se ha declarado la batalla a los pisos turísticos, una primera piedra para regular el turismo, junto a otras medidas como la reducción de cruceros, al tiempo que con el gremio de restauradores se sigue negociando compaginar el ocio con los vecinos, las terrazas, poniendo énfasis en un sector importante para la economía local.
Y también, como no, quiere recuperar el impulso social. Barcelona había quedado noqueada. El mundo de la cultura huía de Barcelona a Madrid por una cuestión de supervivencia.
La llegada de Salvador Illa a la Generalitat y de Collboni al consistorio han sentado las bases de una industria audiovisual potente, pero el alcalde quiere ir más allá en la ciudad. Recuperar el teatro y se ha lanzado en tromba para recuperar Can Pistoles, la Foneria dels Canons y el Folies Bergère.
Nada más y nada menos. Barcelona recuperará su pulso cultural en 2027. El Molino y El Apolo fueron los primeros y con el final a la remodelación de las Ramblas llegará la vida a nuestro teatro de barraca, el Arnau que se llamó Folies Bergère; la Foneria dels Canons, se convertirá en un complejo dedicado a la investigación, experimentación y desarrollo de proyectos artísticos y digitales, con un espacio expositivo abierto a la ciudadanía que dinamizará la parte baja del emblemático paseo barcelonés, al final de las Ramblas al lado del Museo de Cera; y Can Pistoles, el Teatro Capitol. Los que tenemos una edad lo llamábamos así porque era el paraíso de las películas del Oeste.
Otros que no tienen esa edad y que parecen que no tienen ni idea, han puesto en cuestión que el Ayuntamiento se quede con el Capitol. Es una operación de especulación urbanística, dijo la señora Sanz. Vaya, que se recupere el Capitol para la ciudad y que el consistorio se embolse 19 millones, de los que cinco se destinarán a su necesaria renovación. La señora Sanz debería explicarnos si sabe que la cultura no es gratis y dónde ve la especulación, más allá de sus desafortunadas declaraciones.
No hay peor ciego que el que no quiere ver, sin duda. La economía funciona, Barcelona es referente internacional y la vida cultural vuelve en forma. Si añadimos que los indicadores de limpieza y seguridad empiezan a funcionar, se puede concluir que Barcelona va bien y está en el mapa.
La vivienda sigue siendo una asignatura pendiente, sin olvidar la brecha social. Barcelona tiene cada vez más personas sin techo. Hay que dar una solución y no es un tema baladí.