Son los de siempre. Los más pacatos. Un pacato es una persona que manifiesta excesivos escrúpulos morales o que es timorata y mojigata. Y esto es lo que hemos visto desde que se presentó el cartel, y el vídeo, de las fiestas de la Mercè.
El Arzobispado de Barcelona salió de forma inmediata a protestar airado. Hizo público un comunicado que, ojo al dato, decía "que el cartel oficial de la próxima edición de la fiesta mayor de la ciudad utilice de manera irreverente diferentes formas religiosas con la intención de ridiculizar la imagen de la Virgen".
Hacía tiempo que no se veía al Arzobispado tan estupendo. No vimos este ardor guerrero tras las denuncias de violaciones en colegios religiosos. Esto sí, ponerse timoratos diciendo que el cartel atenta contra la religión les viene al pelo.
De todas formas, el Arzobispado debería tener en cuenta que pacato también es una persona insignificante o de poco valor. Esto también lo debería tener en cuenta Dani Sirera cuando, subiéndose al carro “pacato”, afirmó que el cartel es “una falta de respeto”.
El líder del PP, muy ofendido y estupendo, dijo que “convertir la Virgen María de la Merced en una caricatura cabaretera y circense no es ningún acto de modernidad ni de libertad artística: es sencillamente una falta de respeto. Collboni ha decidido ofender deliberadamente los sentimientos de buena parte de la ciudadanía en nombre de una provocación disfrazada de cultura”.
Ahí queda eso. El problema, señor Sirera, es que el cartel no pretende ofender a nadie. Convendría recordar que la Mercè, además de la patrona de la ciudad, es una fiesta popular y a esa se refiere el cartel. Es una fiesta de todos, de los que veneran a la Virgen y de los que no. Si nos pusiésemos a contar, señor Sirera, y por ende señor Arzobispo, se les quedaría la cara demudada.
El autor, como él mismo ha dicho, ha querido rendir homenaje a las fiestas populares mediterráneas y a los “teatrinos y la cultura popular”. Espero que tras estas explicaciones que hablan de “retablo barroco” y de interpretaciones varias no vengan los Abogados Cristianos a demandarlo por insultos a la religión. Sería el colmo del papanatismo provinciano.
Me quedo con la definición de Lluís Danés sobre el cartel: "el espíritu abierto, directo, popular y generoso del espectáculo que sale a buscar al público". "Este carro no solo representa la fiesta, es la fiesta, un espacio abierto, popular, bello y colectivo, que celebra con respeto y libertad quienes somos como ciudad", remacha el autor.
Estoy de acuerdo. ¡Viva la fiesta! ¡Viva la Mercé! ¡Abajo los pacatos! Si se quedan en casa mucho mejor. Y al Arzobispado un recado “zapatero a tus zapatos”. Por cierto, dos preguntas. ¿Sobre las matanzas en Gaza van a decir algo? ¿Y sobre los abusos de la Iglesia? Solo por concretar un poco.