La Unesco decidió hace unos años (2015) que Barcelona mantenía una estrecha relación con la literatura y la nombró ciudad literaria. Yo creo que nos habíamos ganado el reconocimiento de sobras, como capital cultural española desde siempre y más allá, pero siempre hace ilusión que tu ciudad natal sea reconocida por su amor a los libros en vez de como uno de esos sitios en los que se arrojan cabras desde los campanarios.

Aunque desde la Transición Madrid se ha ido poniendo las pilas, Barcelona aún ostenta el primer puesto en cuanto a publicación de libros en España. Y este año, en reconocimiento a nuestros méritos, la Feria del Libro de Guadalajara, en México (creada en 1987), ha elegido Barcelona como ciudad invitada. Aunque aún falta un poco para la Feria (Jalisco, del 29 de noviembre hasta el 7 de diciembre), este martes tuvo lugar una mesa redonda al respecto en la Casa Seat, como parte de las jornadas BCN Desperta, que promueve desde hace tres años Crónica Global, Metrópoli Abierta y El Español.

En realidad, yo me había acercado a la Casa Seat para saludar al editor de Crónica Global y de este diario, a ver si caía un almuerzo de esos de ponerse al día y tal y tal (éxito total: mañana se papea), pero ya que estaba por ahí, asistí a la mesa redonda sobre Barcelona como ciudad literaria que moderaba la editora Eva Moll y que contaba con la presencia del editor Miguel Aguilar (Random House), el escritor de novela negra Carlos Zanón (también director del certamen Barcelona Negra, tras el fallecimiento de su creador, el librero Paco Camarasa) y la periodista Anna Guitart, coordinadora de la expedición barcelonesa a Guadalajara. Me pareció excesivamente breve, pero así van las cosas en este tipo de eventos, donde triunfa el célebre lema de Celia Cruz Quítate tú pa ponerme yo.

Unanimidad total entre los panelistas: Barcelona es una ciudad tremendamente literaria. Lo es, de hecho, cualquier ciudad que haya generado literatura ambientada en sus calles. Mucha literatura. Pese a los esfuerzos del gran Bernard Minier por poner su ciudad, Lyon, en el centro del mapa negro y criminal con algunas novelas excelentes, no puede decirse que esa ciudad francesa pueda compararse con Nueva York, Londres, París o Barcelona en cuanto a producción literaria.

Está bien que nuestra ciudad haya aceptado la invitación mexicana y que un montón de escritores locales puedan ver mundo y, tal vez, incrementar sus ventas. Inaugurará la temporada de actos el gran Eduardo Mendoza, y le acompañarán una serie de celebrities aún por determinar, pero me parece especialmente relevante el interés de Anna Guitart por llevarse de viaje a jóvenes autores en catalán para los cuales, dijo, nuestro querido ayuntamiento implementará unas ayudas para la traducción al castellano de sus obras, lo cual les permitirá acceder a un público más amplio (también los marineros de L´Escala se traducían sus habaneras al español, en vistas a seducir a la cubanita más próxima: nada hay en ello de deshonroso).

Ya veremos qué tal sale la expedición barcelonesa a México (aunque espero que mejor que a la flotilla de Ada Colau y Greta Thunberg, que a este paso llegará a Gaza cuando ya sea el resort para ricachones soñado por Donald Trump, ese estadista ejemplar).

Intuyo que bien. Anna Guitart se toma muy en serio su trabajo como periodista cultural (recordemos sus esplendidas entrevistas a literatos en el Canal 33), y a la espera de ver la lista de pasajeros que acompañan a Eduardo Mendoza, todo parece indicar que la travesía puede llegar a buen puerto.

Que así sea. Por el bien de nuestra querida (y literaria) ciudad.