Este domingo, el alcalde Jaume Collboni reclamaba “liderazgos claros” en el Ayuntamiento de Barcelona para negociar los próximos presupuestos municipales.  No parece que sus posibles socios estén por la labor. Solo 24 horas después, Janet Sanz, líder de los comunes en el consistorio -también en la jerarquía del partido- anunciaba su adiós a la política.

Lo hacía reivindicando lo que a su juicio es el mejor legado del partido morado a Barcelona: las superillas que ha puesto en cuestión el gobierno de Collboni. Y asegurando que el camino está trazado en el seno del partido para la negociación de las ordenanzas fiscales y las próximas cuentas municipales.

Apenas un año ha durado el liderazgo de Sanz al frente de Barcelona en Comú. La eterna heredera de Ada Colau - su madre política, Sanz dixit- se va a final de año mientras arrecia la rumorología sobre el regreso a la primera línea de la exalcaldesa.

Tampoco prosperó el liderazgo de Jessica Albiach en el partido. La valenciana anunció hace meses su voluntad de concluir con el actual mandato en la cámara autonómica su periplo en la primera línea política, tras abandonar la dirección de la formación morada.

Solo Candela López persevera, dispuesta a conservar todas las cuotas de poder adquiridas en esta nueva fase de los Comunes. En contra de lo anunciado inicialmente, no dejará el escaño en el Congreso de los Diputados, puesto que compatibilizará con su papel al frente del partido junto a Gemma Tarafa.  

Quien asciende ahora, sin embargo, no es López sino Tarafa. La hasta ahora portavoz municipal se prefigura como la próxima presidenta del grupo municipal a partir del próximo enero, cuando está previsto que Sanz abandone definitivamente sus responsabilidades políticas. Líder en el partido y en el ámbito que más poder ha dado a los Comunes, el Ayuntamiento de Barcelona.

Tarafa se convierte así en la auténtica “tapada” de este nuevo ciclo iniciado por los comunes en noviembre de 2024. Una tapada que se distingue, sobre todo, por su proximidad y fidelidad a Colau. Si Sanz fue vista siempre como una futura rival, aunque nunca llegó a serlo, en Tarafa ven todos los analistas políticos a la guardiana de las esencias de Colau.

Lo que nos devuelve al principio. ¿Anticipa este adiós el regreso de Colau?

De momento, la exalcaldesa sigue inmersa en su particular aventura como miembro de la flotilla en favor de Gaza. Una misión loable -¿quién puede cuestionar cualquier intento de hacer llegar suministros básicos a una población en riesgo de muerte por inanición?- que la ha catapultado de nuevo a la primera línea del debate mediático.

Que hablen de ti, aunque sea mal, sentencia un clásico adagio de la comunicación política que Colau siempre ha aplicado con maestría. Su papel en la flotilla tiene casi tantos admiradores como detractores convencidos de que se trata de una maniobra electoral. Pero lo cierto es Colau vuelve a estar en el candelero.

No está claro, sin embargo, que eso sea suficiente para derrotar dentro de dos años a un Jaume Collboni que se ha acomodado con notable destreza al papel de alcalde de Barcelona. Colau cuenta con la ventaja indiscutible del conocimiento ciudadano. Pero conocer no significa apreciar. Y su paso por la alcaldía generó anticuerpos en buena parte del electorado.

Tanto es así, que Xavier Trias se impuso en las últimas elecciones locales precisamente con la promesa de derogar la Barcelona de Colau como principal, y casi único, objetivo de su programa.

“Ser honesta y valiente”. Es el consejo regalado por Janet Sanz este lunes a quien quiera sucederla al frente de los comunes en Barcelona. Todo un aviso para quien ha pasado 14 años ocupando cargos institucionales en el consistorio barcelonés y acumula a sus espaldas dos décadas de activismo político.

Sin duda su sucesor o sucesora, que bien podría ser su predecesora, tendrá que hacer gala de esa valentía proponiendo un nuevo programa de partido. Porque los comunes no pueden vivir solo de las superillas, ni pretender ondear en solitario la bandera de la vivienda asequible. El acceso a la vivienda es ya el primer problema para la mayoría de los españoles y hasta el PP lo sitúa al frente de sus propuestas, aunque las recetas sean opuestas a las de los morados.

Colau, o quien coja las riendas de Barcelona en Comú, tendrá que ir más allá de la denuncia de los desalojos si quiere mantenerse como tercera fuerza en el Ayuntamiento. Y Gaza, por mucho que nos duela, no es un argumento en las elecciones municipales.