Los comunes están en desbandada. Jordi Martí fue el primero en abandonar el barco para buscar acomodo en la moqueta ministerial madrileña. Luego se marchó Ada Colau, nunca satisfecha de ser concejal en la oposición. Prefirió eso de salvar a todo bicho viviente y ahora busca protagonismo en la flotilla de Gaza para luego recalar como tertuliana en TV3.

Antes también se fueron Gerardo Pisarello, Jaume Asens, Laura Pérez, Joan Subirats o Eloi Badia. Ahora le ha tocado el turno a Janet Sanz. Dice que se va por motivos personales pero hace un par de meses nos dijo que los comunes iban a presentar una candidatura ilusionante con un proyecto colectivo.

O el proyecto ya no es colectivo o si lo es Janet Sanz ya no contaba en él y para ella dejó de ser ilusionarte. Veremos qué sucede con los comunes porque están al borde del precipicio y empeñados en dar un paso al frente. Las elecciones de 2027 pueden ser de infarto. Ahora la izquierda tiene 26 concejales, pero la actitud de los comunes que van caminando por la legislatura en modo enfadadizo ha impedido una mayoría sólida. Una mayoría que está en cuestión para 2027.

El auge de la extrema derecha debería hacer pensar a la izquierda barcelonesa y dejarse de veleidades. En estos momentos, solo Collboni va a ser candidato. Ni ERC ni los comunes lo tienen y esperar que Vox y Aliança Catalana no rompan los actuales equilibrios municipales es vivir en la inopia.

Barcelona necesita un gobierno fuerte. Debilitar al equipo municipal por tácticas de vuelo raso puede poner una pista de aterrizaje a la extrema derecha.

Haría también bien, el líder del PP, Dani Sirera en tomar nota de la situación. Va a volver a ser candidato pero Vox amenaza con el sorpasso. Los ultras ya barajan un nuevo líder, Juan Garriga, para sustituir a Gonzalo de Oro Pulido para coger impulso. Las encuestas dan un avance de Vox sobre el PP y esto puede repetirse en Barcelona. Aliança Catalana también dará la batalla en Barcelona y aunque no tiene candidato puede no necesitarlo para subir como la espuma.

Y con este panorama, los comunes no solo no dan ni pan ni agua al alcalde sino que están inmersos en una profunda crisis. La izquierda del PSC no va a desaparecer, pero ensayos de laboratorio la pueden dejar en la irrelevancia.

A Junts también. Su estrategia de cuánto peor mejor los ha situado en la marginalidad en el actual mandato y 2027 puede ser peor. Primero porque sin Trias nada será igual. De entrada perderán apoyo empresarial pero el ascenso de Aliança Catalana los puede diezmar. Y, para colmo, siguen esperando que Puigdemont, un líder a la baja que ha perdido hasta su victimismo, deshoje la margarita y ponga a alguien a los mandos de un barco que va a la deriva.

Quedan algo menos de dos años y todo está por hacer. En 2027 no se ganará por gestión sino por política. Y la izquierda sabe hacer política. PSC y ERC han llegado a acuerdos interesantes.

Estaría bien que los comunes dejaran de marear y marearse y se apuntaran a un carro porque el adversario no es Jaume Collboni, el adversario, más bien enemigo, es la ultraderecha. Hay que pararla con política y ya. No vale seguir al borde del precipicio, porque cuando lleguen empujando algunos darán ese paso fatídico. Apostemos por la política y por una izquierda que piense.