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Selectividad 2025

Selectividad 2025 SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Opinión

Los mejores alumnos son una necesidad

"La otra cara de la selectividad ha sido un descenso histórico con respecto a los años anteriores. Y la tasa de aprobados de este año es la más baja desde 2020, cuando la pandemia"

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La Generalitat ha condecorado a 513 alumnos que superaron el 9 en las pruebas de acceso a la universidad. Es un justo reconocimiento al esfuerzo. Y la prueba del fracaso de la pedagogía de la plastilina.

La consejera de Investigación y Universidades, Núria Montserrat, ha dicho a 264 chicas y 249 chicos de veinte comarcas: “Cada vez más jóvenes decidís formaros, crecer, haceros preguntas y construir el futuro a través del conocimiento. Es un orgullo inmenso como país”.

Cierto y bonito. Pero según los sindicalistas, en los últimos seis años las necesidades del alumnado en Catalunya han crecido un 230%. Dicen que ellos lo arreglarían todo con 378 millones de euros adicionales.

Sostiene la consellera que “más allá de premiar las notas excelentes, se debe celebrar todo lo que estas notas representan, textualmente”. Y representan que los premiados son los mejores, textualmente.

Esta afirmación supone que para estar entre los mejores se requiere esfuerzo, sacrificio, tenacidad, superación, competitividad y otros valores que los lobbies Rosa Sensat y la Fundación Bofill criminalizan.

Con su desfasada y fracasada pedagogía utópica del Siglo XIX, han convertido las aulas en centros lúdicos donde los niños son los reyes de hacer lo que les dé la gana. Con maestras sin mesas y sentadas por los suelos.

Apoyan y participan en el desbarajuste asociaciones de padres infiltradas de comunes, antisistema y extremistas. Un entramado subvencionado que sustituye la pedagogía por la ignorancia. Y que huye de la exigencia intelectual.

Lo advirtió el filósofo y profesor Nuncio Ordine en su tratado La utilidad de lo inútil: “La universidad ha sido organizada para convertirla en instrumento al servicio de quienes profesan un determinado credo político, económico o racial”.

Una prueba de las aberraciones cometidas, los fatales resultados de Pisa en la cola de Europa. Otra, el aumento de escolares que precisan atención psicológica. Además, las frustraciones del profesorado y las bajas laborales por estrés, ansiedad y fatiga mental.

La consejera ha tenido buenas palabras y reconocimientos a "las personas que os han sostenido en este camino. Familias que habéis estado al lado, profesores y profesoras que os han sabido orientar, y centros que han creído en vuestra capacidad". 

Aunque tarde, sirva de consuelo, porque ha defendido unos valores serios y estructurados. Nada que ver con la desquiciada situación actual. Pronto la llamarán reaccionaria y elitista.

La otra cara de la selectividad ha sido un descenso histórico con respecto a los años anteriores. Y la tasa de aprobados de este año es la más baja desde 2020, cuando la pandemia.

Sin embargo, a pesar de esta caída, las notas de los estudiantes catalanes son bastante buenas si se comparan con otras comunidades españolas.

Algunos con puntuación de 9.9, la que ponen algunos profesores de matemáticas que no creen en el diez o lo guardan para ellos. Son parte del pelotón que apuesta por la mediocridad.

Por estas y otras buenas razones, felicitamos a los mejores estudiantes. Los que son un orgullo y ejemplo para Catalunya. Los que son necesarios para la cultura y el conocimiento.