Francia, Alemania, Grecia, Suiza... e incluso China. La marea azul que el pasado 18 de febrero salió a la calle por el derecho al refugio traspasó fronteras y llegó a la prensa internacional. Una marcha sin precedentes que reunió a más de 300.000 manifestantes según la organización, 160.000 personas según la Guardia Urbana. Pero más allá de los números, el foco se puso en el clamor ciudadano: “Volem acollir” (“Queremos acoger”).
En la cabeza de la manifestación, diferentes agentes sociales portaban la pancarta pero entre todos destacaron dos nombres: el de Lara Costafreda y Ruben Wagensberg, coordinadores de la entidad Casa nostra, casa vostra, mecha de la gran movilización. De su éxito como entidad, de su capacidad de movilización y de su futuro hemos hablado con Wagensberg:
Hace poco menos de un años estábais en Grecia como dos voluntarios más y el pasado febrero convocástesis una manifestación histórica. ¿Cómo lo conseguisteis?
Bueno nosotros no, fue toda la gente que nos llevó a hacerlo. Cuando llegamos a Grecia vivimos una necesidad que no nos podíamos quitar de la cabeza. Fue cuando nos preguntamos cómo podíamos visibilizar la situación de esas personas en Catalunya.
¿Y decidisteis crear la organización?
No. Decidimos hacer los vídeos Vides Aturades para explicarlo en primera persona. Entonces vimos la necesidad de muchísimas personas de dar respuesta a esta situación pero que no sabían cómo hacerlo.
Empezásteis a crear una red de voluntarios…
Sí, poco a poco se empezó a crear una red y sin querer vimos que teníamos algo muy potente. Entonces decidimos hacer un llamamiento por Facebook y empezamos a poner listados de personas que podían ayudar. En total creamos unos 19 o 20 departamentos. Una locura. Empezamos dos personas y acabamos más de 1.000.
Y la mecha del mensaje se prendió rápidamente entre la ciudadanía…
Totalmente. La campaña se levantó sobre dos pilares muy claros: el primero era explicar historias cercanas y fáciles para entender el drama humano. El segundo, y más importante, es que vimos que teníamos que hacerlo con un lenguaje muy humano, más que político. Nuestro objetivo era poner encima de la mesa el tema migratorio que es muy difícil de hacer y yo creo que lo hemos conseguido.
¿Qué momento fue el que más te impactó el día de la manifestación?
El que más me asombró fue bajando por Via Laietana, cuando ya llegábamos al final. Iba con Óscar Camps, de Proactiva, nos giramos y vimos todo aquello. No nos lo esperábamos. Y me dijo: ¿Sabes que ahora tenéis una responsabilidad muy bestia con toda esta gente? Y ahí me asusté mucho.
Y ahora, ¿cuál es vuestro papel?
Buena pregunta. Es el momento de seguir e intentar canalizar toda la fuerza de la calle para conseguir cosas. No servirá de nada que hayamos hecho lo del Sant Jordi o la manifestación si no se traduce en algo.
¿Qué es lo siguiente?
Estamos preparando decálogos, propuestas concretas y urgentes para entrar en las instituciones: ayuntamientos, Generalitat y Estado español para mejorar la vida de las personas migradas que ya están aquí. También queremos trabajar por las personas que nos están esperando en las fronteras de Europa.
En el encuentro que mantuvisteis con el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, ¿se hablaron de propuestas?
Dijimos que presentaríamos propuestas concretas que se tendrían que acordar de la mano de todas las entidades que trabajan desde hace tiempo (en la acogida). También con el apoyo de los ayuntamientos, porque al final son los que acaban recibiendo a las personas migradas y refugiadas.
¿Cómo es el plan de acogida en Barcelona?
Es que hay diferentes planes de acogida. Hay uno que es del Ayuntamiento de Barcelona, después están los planes de la Generalitat y el estatal. Todos son muy diferentes entre ellos, pero lo que está claro es que en los tres casos hay mucho por mejorar. Hay que preguntar a las personas refugiadas cómo se sienten.
¿A qué te refieres?
Si les preguntas te dirán que no se sienten bien acogidas. Es más, muchas de ellas se están yendo hacia otros países. Tenemos el caso de unas 50 personas que llegaron a Berga y de ellas, 20 ya se han ido a Alemania. Ahora empieza a trabajar aquí (en la escuela Súnion) una persona refugiada y ha decidido no acogerse a ningún plan.
¿Por qué no?
Pues porque, por ejemplo, con el plan del estado español te pueden decir: “Te toca ir a Valladolid”, cuando esa persona ha llegado Barcelona y quiere arraigarse aquí. Después están los plazos: te dan 6 meses para aprender el idioma. Otro tema es el del sueldo. Creo que aquí son entre 20 y 90 euros al mes, 50 de media. En cambio, cuando te vas a Alemania te dan 500€ al mes por persona con alojamiento y comida. Y hace falta ver el éxito de inclusión de estas personas, ¡es bajísimo!
¿Cómo valoráis el papel del Ayuntamiento?
Tenemos que decir que nos han dado todo su apoyo tanto la alcaldesa como toda la gente del plan Ciutat Refugi. Son personas comprometidas que tienen muchas ganas de hacerlo bien. Pero también están muy limitados competencialmente. Ahora, también es verdad que tiene bastante conflictos abiertos como el caso de los manteros o con las personas que ya viven aquí. Siempre decimos que la campaña no es solo por los refugiados en Grecia, sino que se trata de un tema migratorio en general. Lo que quiero decir es que, por muy bien que hagas las cosas, siempre, siempre, tienes margen de mejora.
¿Cuánto dinero habéis recaudado tanto con la campaña como con el acto en el Sant Jordi?
La cifra se publicará dentro de poco. El equipo de transparencia lo dirá públicamente entre el 12 y el 14 de abril.
¿Qué haréis con los fondos recaudados?
Abriremos una convocatoria pública a la que entidades que trabajen en temas de migración y refugio se pueden presentar, siempre que sean proyectos concretos. Habrá un grupo de evaluadores, que nosotros no conocemos por un tema de transparencia, y ellos mismos harán la repartición del dinero.
¿Futuros planes?
Haremos más cosas que se están preparando. No los puedo explicar porque no hay nada cerrado, pero tenemos varios frentes abiertos.
¿En Barcelona?
Bueno, Barcelona y donde haga falta...Madrid o Bruselas. Ya que tenemos el foco internacional puesto, hay que aprovecharlo.