Jordi Campins sabe qué es enfrentarse a una gran institución en desventaja. Presidió el principal sindicato de Catalunya Caixa hasta su absorción por el BBVA, momento en el que le ofrecieron la jubilación anticipada y la aceptó con la intención de relajarse y descansar. Pero desde hace medio año tiene nueva ocupación: luchar contra la superilla de su barrio desde la Plataforma de Afectats per la Superilla.
¿Por qué se oponen a la superilla del Poblenou?
Porque no ha solucionado ninguno de los problemas que nos dijeron que intentaba solucionar. Además, nos ha provocado una serie de incomodidades y empeoramiento de la calidad de vida. También ha provocado la bajada de negocio de muchos comercios de dentro de la superilla.
El principal objetivo de la superilla, que nos dijeron el primer día que nos la explicaron, era reducir la contaminación. Nos dijeron que el tema de contaminación era muy grave y que se tenía que rebajar por dos motivos: porque se moría mucha gente y porque Europa nos ha puesto unos objetivos y si no se cumplen nos llegarían multas.
La contaminación global no se ha reducido, sino que se ha incrementado. Lo que han hecho es centrifugar la poca circulación que había por estas calles, que no eran calles de mucha circulación. Ahora la hacen pasar por las cuatro calles perimetrales. La gente que llegaba en coche aquí hacía recorridos más cortos. Si en lugar de ir en línea recta a dejar el coche por la calle Sancho de Ávila has de dar una vuelta, al final haces un kilometro más para entrar al parking. En definitiva, algunos recorridos son más largos y en los áreas perimetrales hay más congestión, por lo que ha aumentado la contaminación global.
¿Hay vecinos a favor de la superilla?
Aquí hay gente a favor y en contra. Mucha mas gente en contra, lo que tiene su lógica. El propio Ayuntamiento dice que en la superilla hay 1.500 habitantes. La inmensa mayoría está en las calles perimetrales, que son las que han visto empeorar la contaminación, circulación y ruido. En el centro de la superilla hay muchos menos vecinos. Aquí hay menos ruido, pero también hay gente que está en contra (señala un edificio con 4 pancartas en contra). Una de las razones es que a partir de las 18 horas es una isla desierta y a los vecinos no les gusta el ambiente que hay en el barrio.
Ahora hay bastante gente.
Sí, ahora sí. Por las mañanas hay gente. Son los trabajadores de los edificios que están fumando, pero a partir de las 18 horas que se van para casa esto queda muy muerto. También hay mucha gente que no le gusta que para acceder a su parking han de dar una vuelta de 10 minutos. No les compensa la reducción de ruido. Otra de las quejas es que aquí se hacen botellones.
Una de las cifras significativas de que son muy activos en las redes sociales los prosuperilla es que una 'comunera' , militante de los 'comunes', muy activa, involucrada en la Asociación de vecinos y también muy bicicletera, vive aquí. Ella aglutina y hace de altavoz de los que están a favor. Lo que tenemos claro es que somos muchos más los que estamos en contra que los que a favor, porque los afectados son todos, los del perímetro y los de fuera. Por ejemplo, fuera del perímetro, en la calle Sancho de Ávila, hay 7 parkings con 1.500 plazas aproximadamente. Todos los que cada vez que vuelven a casa del centro han de dar una vuelta de un kilómetro en lugar de ir recto como antes, aunque no estén dentro de la superilla, tienen un cabreo monumental. En la calle Tanger, entre Diagonal y Rambla, hay muchas pancartas, porque también son afectados. Realmente, los que viven dentro de la Superilla son los menos afectados.
Los que viven dentro de la Superilla son los menos afectados.
Pero, el proyecto de las Superillas necesita tiempo para cambiar los hábitos y ayudar a reducir la contaminación, ¿no cree?
Esta es la teoría de la CUP y de los comunes. Vamos a poner impedimentos e incomodidades para que la gente no coja el coche. El resultado, hasta ahora, no ha sido este. La gente sigue cogiendo el coche, porque lo necesita o porque lo quiere coger. Normalmente porque lo necesita. La diferencia es que lo cogemos más cabreados, gastamos más tiempo y más dinero. El problema es que está de moda entre la gente que manda en el Ayuntamiento hacer una cruzada contra el coche.
Evidentemente que la contaminación se ha de rebajar, es imprescindible. Pero el camino es a través de coches eléctricos. Hacer una apuesta importante y en el periodo de transición limitar los coches más contaminantes, pero todos. No tocar las narices en un barrio para que se cansen y abandonen el coche. De hecho, el acuerdo de lucha contra la contaminación de hace poco va en este sentido.
Sí, se aprobó la semana pasada.
Esto nos parece perfecto. Yo tengo un coche viejo, así que me tocará cambiarlo. Pero me parece perfecto. Esta historia de decir ”pongamos dificultades para que la gente deje el coche en casa” proviene de una ideología que considera que la gente coge el coche para ir a pasear y eso no es verdad. La gente lo coge para ir a trabajar. Y al que lo coge para ir a pasear no le va de 10 minutos de dar la vuelta al barrio. Las estadísticas, reconocidas por todos, el RAC, el Ayuntamiento y Generalitat, señalan que el 50% de los vehículos que circulan en Barcelona son de entrada y salida. Por lo tanto, se identifica clarísimamente que son coches que se utilizan para trabajar. La prueba es que los fines de semana hay muchos menos coches.
¿Que se quiera hacer una sustitución de vehículo privado por transporte público? Naturalmente que sí, pero hay unas condiciones básicas. Las variables para dejar el coche en casa y coger transporte público son el tiempo de trayecto, el precio y la comodidad. Cuando estas tres cosas, valoradas subjetivamente, te salen más a cuenta, dejas el coche. Se debería trabajar para que cada vez más gente vea que le sale más a cuenta ir en transporte público.
La gente sigue cogiendo el coche (...) La diferencia es que lo cogemos más cabreados, gastamos más tiempo y más dinero.
Es que el gurú que ideó la Superilla vive en Matrix. Tuvimos entrevistas con todos los grupos municipales y cuando nos reunimos con los comunes, un técnico nos decía que “tendrá eficacia cuando todo el plan esté implantado”. Estamos hablando de 500 superillas, de que toda la circulación de largo o medio abasto pase por 45 o 50 calles. Para nosotros esto es Matrix. Es una esnifada fuerte. Estamos hablando de un millón de coches cada día. No puede ser.
Nos lo ponen aquí pese a que no hay densidad, no hay conflicto. De toda Barcelona es el barrio con más terreno público previsto. ¿Por qué nos lo ponen aquí? Porque el modelo era el ideal, con 4 cuatro cruces haciendo placetas. Además lo hicieron sin consultar ni convocarnos previamente a los vecinos, porque las pequeñas consultas que se hicieron estaban referidas a otra parte del barrio, de Bilbao a Rambla, que es donde estaba previsto.
El Ayuntamiento ha reconocido que en el Poblenou no ha planteado correctamente la participación ciudadana. ¿Han hecho algo para solucionarlo?
No, lo que han hecho es un proceso de información a posteriori. El 5 de septiembre nos levantamos y vimos que habían puesto las pilonas, sin los bancos que hay ahora. Además, habían puesto unos muebles diseñados por estudiantes de arquitectura, que luego tuvieron que retirar. A mediados de esa semana convocaron una reunión con los vecinos en uno de los cruces y vino el Ayuntamiento a explicarnos la maravilla que nos habían puesto. Allí vimos que la mayoría de vecinos que fuimos a la reunión estábamos en contra de lo que habían hecho. Vieron que se constituía la plataforma y a partir de aquí hicieron un proceso de información, con una comisión de seguimiento, con la cual quieren corregir la no participación previa. Nosotros decimos que eso no vale, que ya está hecho. Además nos responden la frase que está de moda, que “ha venido para quedarse”, que no la retirarán.
Hay vecinos que sí que están a favor. Será porque hay elementos positivos de la Superilla, ¿no?
Yo no le veo ninguna. Por comparación. Los que están a favor dicen que se libera espacio para los coches para darlo a los peatones. Este es el discurso oficial, pero aquí no hacía falta. Aquí las aceras son muy amplias, hay más parques y plazas públicas que en el resto de la ciudad, hay muy poca circulación en comparación con otras partes de la ciudad.
Otro tema importante es que han decidido que las bicicletas tienen carta blanca y puedan ir por donde quieran. Esto hace que te los encuentres por todos lados. Antes había un carril bici y sólo tenías que vigilar allí, ahora te salen por delante, por detrás... Las motos, cuando ven que a 250 metros tienen su objetivo y que pueden pasar, lo que no hacen es dar toda la vuelta que deberían dar -durante los 45 minutos que dura la entrevista, dos coches y dos motos atraviesan por la parte peatonal un cruce de la superilla-. Los pocos que van por el lugar que les toca se quejan que se encuentran de cara un ciclista.
Los únicos que encuentran ventajas son los ciclistas, que pueden ir por donde quieren en cualquier dirección.
Entre sus propuestas está restituir el paso de autobuses por el eje Pere IV y Almogavars. ¿No cree que los vecinos de estas calles estarán en contra?
Habrá que sí y que no. Eso aún no lo sabemos.
¿Hasta dónde llegará la Plataforma que han creado?
El otro día, en la reunión del distrito, les dije lo siguiente -a los políticos-: Aquí hay un conflicto que tiene dos soluciones. O pactarlo, con todos los intereses en juego, con un consenso amplio; o mantener el conflicto hasta que caigan sentencias. Desde hace unos días sabemos que han incumplido todas las leyes posibles en tema urbanístico. Han cambiado usos de vía pública, calificaciones... Han incumplido todos los mecanismos de modificación de calificaciones urbanísticas. Por lo tanto, los intereses colectivos y particulares de la gente perjudicada no se han podido defender. O esto lo pactan en un término razonable o habrá demandas. Ya sabemos que en este país, dependiendo del juez que te toque, la sentencia irá para un lado o para otro, pero habrá demandas. Y hay precedentes como por ejemplo el de la urbanización del Eix Llacuna, que se la cargó el juez, que dijo que todo eso no respondía a los planes generales urbanísticos. Aquí estamos igual. De un día para otro se levantaron e hicieron todos estos cambios, que se podían haber hecho, pero cumpliendo unos requisitos legales. Además se debería haber dado audiencia a todos los vecinos para que defendieran sus intereses.
Si se modifica el proyecto, como pedís, ¿la Plataforma se disuelve?
Yo apostaría porque no. Ahora ya nos han inoculado el virus de la preocupación urbanística. Glorias o la reforma del tranvía por la Diagonal son temas que nos pueden afectar. El barrio es muy grande y hay lugares bastante abandonados.
¿La conexión del tranvía por la Diagonal afecta al barrio?
No, pero pasa al lado del barrio.
Pero, esta parte es la que ya está hecha.
Hay gente que puede pensar que en lugar de gastarse 180 millones en un tranvía merece más la pena cambiar todos los tranvías por autobuses eléctricos, que son mucho más baratos, se pueden utilizar por todos lados y no hacen ruido, porque el tranvía hace mucho ruido. Estoy improvisando. Por ejemplo, hay unas partes del barrio que están abandonadísimas, porque hay muchas calles que están cerradas. De momento, la plataforma tiene este objetivo, pero en materia urbanística tendremos interés en intervenir durante bastante tiempo. Por lo tanto, podría haber un reenfoque, pero no está decidido todavía.
¿La Asociación de Vecinos no se ha posicionado?
La Asociación de Vecinos es el altavoz del Ayuntamiento. La mayoría de Asociaciones de Vecinos están formadas por gente de Iniciativa que son partidarios de respaldar todo lo que viene del Ayuntamiento. Aquí concretamente, el presidente de la Asociación de Vecinos, en las reuniones en las que vinieron Janet Sanz, Josep Maria Muntaner -conseller del distrito- y todos los factótums del urbanismo relacionados con este tema, hizo un discurso hablando de maravillas. En alguna otra reunión ha llegado a decir que de aquí a 20 años se verá que esto es un gran invento. Es un divulgador del proyecto del Ayuntamiento.
Hay una historia que cuenta Muntaner, que la explica como casi todo lo que hace este Ayuntamiento, manipulando la información, con medias verdades y medias mentiras. Dicen que eso no es un invento suyo, que es del Gobierno de Trias. Esto es mentira podrida. Todo este invento es una idea de la Agencia de Ecología Urbana, que dirige desde hace 25 años un tal Salvador Rueda. Este es el gurú que hemos estado pagando para que se invente cosas como estas. Es el que ha diseñado un dibujo de 500 superillas en Barcelona. Esto hace, como mínimo 15 años, que estaba en el cajón del alcalde. Hereu lo miró y lo guardó en el cajón, porque dijo 'madre de Dios'. Clos se lo miró, dijo 'madre de Dios' y lo guardó en el cajón. Trias, que es un buen hombre, pero poco más, dijo “ay, estas intenciones son buenas”, y lo planta encima de la mesa. Cuando dicen que el plan es una idea de Trias es mentira, es una idea de Iniciativa que Trias les compra.
Existe una entrevista a Salvador Rueda en la que explica que convenció a Trias en su despacho en una reunión de tres o cuatro horas. El Ayuntamiento ahora se ve con fuerza suficiente para coger el plan y hacer la versión más radical. El plan daba más flexibilidad a las superillas, pero lo que han hecho, empezando en el Poblenou, es la versión más radical. Entre esto y lo que se ha hecho en Les Corts o en Enric Granados hay un abismo enorme.
Cuando dicen que el plan es una idea de Trias es mentira, es una idea de Iniciativa que Trias les compra.
¿Qué le parece que aparezcan plataformas contra superillas de otros barrios que les utilicen como ejemplo, cuando en esos barrios sí que se está ofreciendo diálogo y participación?
Un pequeño matiz: estamos en contra de la Superilla porque entendemos que es una marca quemada. Estamos a favor de luchar y hacer todas las medidas que hagan falta para luchar contra eso que dicen que la superilla solucionaría. Es decir, hacer más amable la vida para los vecinos, pero teniendo en cuenta que cada barrio es diferente. Una vez aclarado esto, vuelvo a repetir, la palabra Superilla está quemada como marca. Como tienen miedo a que les hagan algo como aquí, se han puesto en contacto con nosotros y nos han pedido asesoramiento de qué ha pasado. Se están constituyendo plataformas, ahora ya hay cuatro. Incluso algunas están utilizando el mismo logo que nosotros. Creemos que cada barrio ha de responder al proyecto que les planteen.
Desde la Plataforma de Grassot me explicaban el otro día que de ninguna de las maneras aceptan que la calle Sant Antoni Maria Claret no tenga circulación. Que por allí han de pasar los autobuses. Sobre todo lo que quieren es participar y que les hagan caso. Ellos tienen la ventaja que el Ayuntamiento ha quedado escaldado del barrio de aquí y, por lo tanto, están diciendo a todas las otras plataformas que estén tranquilos que no harán nada hasta que lleguen a un consenso amplio. Alrededor de Mercado de Sant Antoni, que no tardarán en acabarlo, están haciendo en el barrio un proceso participativo previo, que es como se ha de hacer, para ordenar la circulación. Allí lo están trabajando bien.
En Sant Andreu, en cambio, están bastante asustados y nos han pedido reunirse con nosotros para saber qué ha pasado aquí. En la Esquerra del Eixample les enseñaron unos dibujos, con bucles, y respondieron que de ninguna manera. Después les han dicho que no tengan en cuenta esos dibujos que habían visto y que habría un proceso participativo previo. Están empezando a entender que los procesos participativos han de ser previos, pero nosotros aquí ya la tenemos -la superilla-.