Una vez al año, la llama del Canigó desciende de los Pirineos para extenderse e iluminar el barrio de Poble Sec. El acto, que tiene por objetivo poner de relieve la perseverancia en la conservación de la lengua catalana, recorre calles y plazas como la del Molino, con hoguera y bailes incluido. Pero este hecho no es el más destacado. Lo más significativo es que el evento lo organizan la asociación Amics de la Sardana, l’Associació Ciclista Montjuïc, la de Foment Excursionista de Barcelona y el Centre Cívic El Sortidor. Unos portando la llama y los otros protegiéndola y bailando alrededor creando así una sinergia entre entidades muy diferentes que se ha convertido en seña de identidad del barrio.
Una trabajo transversal que se facilita desde la Coordinadora de Poble Sec, una agrupación que nació en 1989 de la unión de 7 entidades de las que solo queda una. Precisamente, esta transversalidad es la que según su actual presidente, Josep Guzmán, es la fórmula del éxito de esta área del distrito Sants-Montjuïc en el que conviven 40.000 habitantes, de los cuales un 28% de la población son inmigrantes.
“Cuando hablamos de Poble Sec hablamos de un trabajo transversal”, sostiene Guzmán. Una conexión entre asociaciones de todo tipo: desde deportistas (fútbol o excursionistas) hasta culturales (castellers o de arte culinario de Honduras) y vecinales que ante la variedad comparten un denominador común: convivir en el Poble Sec. “Hacemos red, hacemos barrio”, tal y como reza el eslogan de la Coordinadora.
Una fórmula, una conexión, que llevó a Guzmán a viajar a Bruselas en 2013. La idea era, junto con ponentes de otros países europeos, explicar cómo se había conseguido evitar problemas locales a pesar del elevado porcentaje de inmigración. En concreto, cuando le tocó el turno a Guzmán, le preguntaron si en la Coordinadora no había asociaciones de inmigrantes, y este respondió que no, que lo que tenían eran diferentes realidades culturales. “Creo que eso identifica muy bien el proyecto”, sostiene.
Al acto de La flama del Canigó se suman otras particularidades del asociacionismo del Poble Sec, como por ejemplo que son las entidades y no los vecinos los que organizan la fiesta mayor. A ello se suman programas locales como por ejemplo, el plan de acogida. Tal y como explica el tesorero de la Coordinadora y miembro de Omnia- Sants Montjuïc, Antoni Reig, desde la agrupación se intentó mejorar la vida de los jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban mediante talleres y cursos. La idea era hacer sinergias partiendo de una clase de catalán, de castellano, de inglés, de guitarra u hostelería para lograr una repercusión personal mejorando su inserción laboral, pero también local, fomentando la sociabilidad del barrio. “Al final, algunos de ellos se integran en otras entidades como por ejemplo, en la colla de castellers”, sostiene Reig. “Los integras en el barrio y de ahí viene la transversalidad”, puntualiza.
TRANSFORMACIÓN DE BARRIO
Lo que antes era un barrio estigmatizado y envejecido en los años 90 hoy en día se ha convertido en un ejemplo de integración y desarrollo social que le ha valido el reconocimiento público. En concreto, en 2014 el Ayuntamiento reconoció la promoción del voluntariado que se impulsaba desde la Coordinadora. Dos años antes, recibía el primer premio Barcelona Associacions en su XII edición. El último trofeo al activismo social que se muestra en su local es el que recogieron por sorpresa el pasado 21 de marzo.
El Ens celebraba la primera edición de los Premios Antoni Carné del asociacionismo cultural catalán y, en la categoría de entidades la Coordinadora, se llevó el trofeo. “Es un orgullo de pueblo”, celebra Reig. En la elección, el jurado valoró "la capacidad de aglutinar numerosas entidades de tipo muy diverso en un mismo espacio de trabajo, que contribuyen en la dinamización del tejido social de un barrio" y por ello, se alzó con el premio entre otras 25 opciones. Un reconocimiento a 28 años de trabajo, de inclusión social y de red local.