La historia de Astrid González es uno de esos relatos que cuesta creer. Una vida de sufrimiento y supervivencia frente a un sinfín de adversidades, que empezaron ya antes de nacer. Astrid nació en una de las zonas más conflictivas del planeta en esos años, Colombia. Y no en una ciudad cualquiera, sino en Medellín, la cuna del imperio de Pablo Escobar.
Precisamente, Escobar era el 'patrón' de su padre, que trabajaba como cocinero para el gran capo de la droga. Y su padre fue el primero en darle la espalda, pues deseoso de tener una hija, cuando su mujer quedó embarazada por cuarta vez y vio que tendría a su cuarto varón, decidió abandonar a la familia.
NACIDA HOMBRE
Y es que Astrid llegó al mundo como hombre con el nombre de Daniel. La marcha de su padre obligó a su madre a repartir a sus hermanos entre familiares, pues quedaron arruinados y no podía cuidar de ellos. Sólo el pequeño Daniel seguía con su madre, pero no por mucho tiempo. Con cinco años sufrió la primera violación de muchas otras que llegarían, cuando un vecino de su barriada le engañó con caramelos para llevarlo a una zona apartada y se aprovechó de él. Al volver a casa, su madre le golpeó como castigo por haberse dejado engatusar. Y él decidió escaparse y estuvo varios días durmiendo en la calle.
Su madre se suicidó y su familia le culpó de ello. Otro golpe en su dura vida, siendo todavía un niño de 5 años. Tras la tragedia, lo internaron en un orfanato, donde fue violado sistemáticamente por compañeros y cuidadores. Allí también empezó a fumar y se intentó suicidar por primera vez, antes de cumplir los siete años.
Con siete años y medio se escapó del orfanato y conoció a un grupo de “locas” o travestis que se prostituía en la calle. Lo adoptaron y a base de fijarse aprendió artimañas para robar a los clientes.
PRIMER TRAVESTISMO
Un día robó una bolsa en la que pensaba que había pollos, pero se encontró con un vestido de niña. Se lo probó y le gustó como quedaba. Sus amigas travestis le cuidaban, pero acabó formando su propia banda callejera y se dedicó a delinquir durante años en los que estuvo enganchado a varias drogas, como la cola o la marihuana, hasta que con 21 años decidió abandonar Colombia y viajó a Europa con el dinero ahorrado de sus hurtos. Mucho antes había empezado a hormonarse para que le creciera el pecho
Acabó en Italia, donde aprovechó sus artes en el robo para sobrevivir con un buen nivel de vida. También se operó de los genitales para acabar con el cambio de sexo y pasar a llamarse Astrid. Pasados los 40 años decidió volver a Colombia, aunque acabó arruinada, víctima de la mala gestión de su dinero, de las donaciones a sus familiares, a los que financió casas y estudios, y de malas decisiones personales.
LLEGADA A BARCELONA
Así que volvió a Europa, pero un enfrentamiento con la que consideraba su mejor amiga hizo que abandonara Italia y se dirigiera a Barcelona, donde empezó a prostituirse en los aledaños del Camp Nou. Su principal fuente de ingresos seguían siendo los robos a los clientes a los que sustraía dinero, relojes o joyas.
Una noche, se le acercó un hombre de mediana edad, con aspecto inofensivo, preguntando si había visto a una mujer y le enseñó una fotografía. Se trataba de la virgen de Medjugorje, de la que Astrid, con una profunda vocación cristiana pese a los avatares de su vida, ya sabía quién era. Así se conocieron Astrid y Nacho Sánchez, un abogado procesalista con una fuerte fe que en los últimos años se dedica a visitar a las personas que ejercen la prostitución en los alrededores del Camp Nou para ofrecerles ayuda.
Astrid y Nacho mantuvieron una larga conversación y quedaron en repetirla a la semana siguiente, pero ella decidió marcharse a Italia ante el miedo a tomar una decisión que ya se barruntaba en su cabeza y que la aparición de Nacho hizo acrecentar. Tras casi un año en el país transalpino, volvió a Barcelona y volvió a encontrarse con Nacho, en el mismo lugar.
CAMBIO DE VIDA
Este segundo encuentro fue definitivo para Astrid, que decidió abandonar la calle y los robos para buscar una mejor vida. Ahora intenta ayudar a otras personas transexuales que ejercen la prostitución en el Camp Nou. A través de su experiencia les aconseja y muestra su apoyo en horas bajas. También les habla de Dios y de cómo la fe la ha ayudado a dejar la calle. La fe y la ayuda de Nacho y Jordi Bosch, otro hombre con una profunda creencia en Dios quien asegura que el conocer a Astrid le ha cambiado la vida y que le permite ser mejor persona, mejor con su mujer y con sus hijos. Ellos cuidan de Astrid y la ayudan a explicar su historia cuando su discurso se pierde en mil anécdotas de una vida llena de sobresaltos, como las 57 marcas de navajazos que tiene repartidos por el cuerpo o las incontables violaciones que ha sufrido y que la han marcado.
Ahora, su vida es muy diferente y con la ayuda de la iglesia y de sus dos 'ángeles de la guarda' trabaja para ayudar a otras personas. Fruto de esta misión es el libro que ha publicado junto a Nacho, 'Transformada', en el que explica su vida de manera más amplia y detallada que este artículo. Los beneficios de la venta se destinarán a la manutención de Astrid, que ya no aspira a grandes fortunas, sino a una vida en paz consigo misma y con Dios.