Iolanda Ortiz lamenta el abandono de las administraciones después de un año de citas al psicólogo para paliar las secuelas que les dejó a ella y a su hijo, de diez años, los atentados del 17 de agosto en Las Ramblas.

Ambos paseaban por Las Ramblas cuando Younes Abouyaaqoub embistió a dos personas delante de ellos. Se refugiaron en un local del que pensó que no saldrían vivos. Un año después, exige a las administraciones que elaboren protocolos de actuación para responder de forma más eficaz cuando aparecen las secuelas por un atentado: "Quedamos totalmente abandonados, con una sensación de desprotección total”.

Iolanda y su hijo viven en Campdevànol y el 17 de agosto de hace un año bajaron a Barcelona a pasar el día. Salían de La Boquería cuando Iolanda vio bajar una furgoneta blanca que arrollaba a la gente que bajaba corriendo por Las Ramblas. “Tenía a mi hijo al lado y recuerdo que le cogí por la espalda y le tiré hacia atrás con toda la fuerza que pude". "Mi hijo no está muerto por un segundo, y no exagero", cuenta la madre, que asegura que el niño vio cómo la furgoneta mataba a dos personas a sólo un metro de distancia.

GRACIAS A LA GUÀRDIA URBANA

Los dos se refugiaron en una tienda a la que acudió una pareja de la Guàrdia Urbana que les dijo que quizás se tendrían que quedar a dormir allí y congeniaron con su hijo. “Los Mossos nos llevaron al hospital de campaña.De allí les derivaron a un ambulatorio de urgencias en L'Hospitalet de Llobregat donde les dieron el alta de madrugada. Nos quedamos colgadísimos. Perdidos. En estado de shock”.

Al día siguiente, el pediatra derivó a su hijo al psicólogo, el cual le pidió al menor que escribiera o dibujara sus sensaciones, ante lo que el niño redactó una nota dedicada a los agentes de la Guàrdia Urbana: Carlos e Iban, que le habían tratado con mucha delicadeza.

La mujer colgó el texto y una foto que el niño se había hecho con los policías en las redes sociales, para intentar dar con ellos. "Nos llamaron inmediatamente, les fuimos a ver a Barcelona, depositamos juntos una vela en las Ramblas y desde entonces hemos mantenido el contacto. Durante meses, llamaron casi a diario a mi hijo para ver cómo se encontraba", resalta.

La Rambla recuperando la 'normalidad' tras el atentado del pasado 17 de agosto / EFE



LAS ADMINISTRACIONES LES ABANDONARON

Por el contrario, la mujer lamenta que durante seis meses no recibieron ninguna llamada para interesarse por su situación por parte de ninguna administración. La única información y apoyo que han recibido ha sido por parte de la Unidad de Atención y Valoración de Afectados por Terrorismo (UAVAT), dirigida por Robert Manrique.

"Estoy muy enfadada con las administraciones", apunta."Nos han quedado muchas secuelas de ese día. No podemos estar en sitios donde haya una multitud de gente o mucho ruido. Tenemos la alerta continuamente activada porque vivimos con miedo. Por suerte, vivimos en un pueblo muy tranquilo y aquí nos conocemos todos, pero no puedo imaginar cómo estaríamos si viviésemos en Barcelona", reconoce.

Sobre los terroristas, mantiene que para ellos no debe haber "ni olvido ni perdón".

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