La vuelta al cole no será la misma sin Konema. La emblemática papelería situada en Rambla de Catalunya acaba de bajar la persiana para siempre este septiembre. “Estamos muy apenados”, comenta el hasta ahora encargado de la comunicación de la tienda, Toni Esplugues, a Metrópoli Abierta. Tras un tiempo de negociación donde ya se perfilaba el triste desenlace, no se han librado de los efectos de la LAU (Ley de Arrendamientos Urbanos) y han querido cortar por lo sano: cerrar.
"La afectación por la actual coyuntura legal supondría asumir gastos que pondrían en riesgo la continuidad y el prestigio de nuestra tienda", subrayan a través de un comunicado. Así, el equipo de Konema agradece a sus clientes, colaboradores y vecinos el apoyo recibido durante estos años y “lamenta no poder dar continuidad a un modelo de comercio de referencia”.
NO ABRIRÁN EN OTRO LUGAR
“Por ahora no nos planeamos abrir en otro espacio”, asegura Esplugues a este medio. “Nos cargaremos la ciudad”, resopla. Los altos precios de los alquileres, la especulación y la falta de una efectiva política de protección por parte del Ayuntamiento de Barcelona se lleva por delante a numerosos establecimientos centenarios.
De hecho, la papelería se une a la larga lista de comercios Made in Barcelona que se han visto abocados al cierre. La Tocinería-Charcutería Carmen, en la calle Escudellers. El restaurante Cosmos, un histórico de la Rambla. La tienda de alimentación y vinos La Lionesa, en la calle del Ample. O el Colmado Quílez, que fue uno de los primeros, varios años atrás.
UN REFERENTE EN LA PAPELERÍA TRADICIONAL
Konema abrió sus puertas en 1972 en el corazón del Eixample, haciendo esquina con la calle Consell de Cent. La tienda, con su característico botones recibiendo al visitante con unas cartulinas, ha apostado siempre por el comercio de calidad, el diseño y una detallada selección del producto. Sus siete escaparates con sus siete grandes ventanales quedarán en la retina de los miles de barceloneses y turistas que pasaban por delante de la papelería.
Con su marcada personalidad ha dado color al centro de Barcelona y ha sido fiel a su reivindicación: luchar por el papel y el bolígrafo en plena era digital. En 2000, pasó a formar parte del grupo Raima que en 1986 se convirtió en la primera papelería especializada en dar servicio a los profesionales del diseño y se sigue manteniendo como un referente de la papelería tradicional.