A pesar de lucir un cocodrilo en su ropaje de progre pero cuqui, la teniente de alcalde Janet Sanz ha incumplido las promesas animalistas de los comunes en lo que a las mascotas se refiere. La ex delfina de Colau y supuesta defensora de los “seres vivos”, que dice su partido, ya fue denunciada por presunto maltrato animal y cohecho con las palomas y los jabalíes. No ha desplegado las zonas de uso compartido en toda la ciudad con nuevos equipamientos ni nuevas zonas de baño para perros. Y sus franjas horarias para ocio perruno es incompatible con la conciliación familiar, según una asociación canina. Además, no ha hecho algo positivo para evitar las tensiones entre propietarios de chuchos y los vecinos afectados por la acumulación de canes, heces, ladridos, mordiscos y lametones a niños y otros comportamientos incívicos.
Ocupada en exterminar coches, motos y la industria del automóvil, con su rojilla altivez Sanz ni conecta ni interacciona con los ciudadanos, y el concejal Jordi Martí le cubre las espaldas a la hora de dar explicaciones. Fina y pizpireta como es, y alejada de las realidades callejeras, las asociaciones animalistas critican que los pipi-canes se inundan cuando llueve y son insalubres. Incapaz de dar respuestas razonables a los propietarios de mascotas, su colega, el increíble Eloi Badia, se ocupa de atajar una nueva plaga de sarna que se suma a las de ratas, chinches y cucarachas que también son “seres vivos”, según el lenguaje inclusivo comunero. Concepto que no engloba a los cocodrilos que Janet luce en sus prendas de vestir.