Barcelona es una ciudad multicultural. Alberga a personas de todo el mundo y, como ocurre en el caso de las grandes urbes abiertas, son los ciudadanos del mundo, no solo los barceloneses, los que poco a poco moldean la metrópolis y la hacen crecer.

Para hallar a esos padres de la ciudad uno puede tener que buscarlo en cualquier rincón, incluso en la ciudad nipona de Oita, cuna que vio nacer al arquitecto Arata Isozaki, que ha fallecido este jueves y fue el creador del Palau Sant Jordi, uno de los recintos culturales por excelencia de la capital catalana.

Isozaki nació en 1931. De muy niño, vivió la catástrofe de Hiroshima y Nagasaki y fue en ese momento, al maravillarse con la sociedad japonesa unida levantando nuevos edificios en la reconstrucción de las zonas devastadas por la Segunda Guerra Mundial, que descubrió su amor por la arquitectura.

Estructura del Palau Sant Jordi de Barcelona / ARCHIVO

Ese amor le llevaría, 61 años después, en 1992, a convertirse en el diseñador del Palau Sant Jordi, recinto que se estrenaría para la olimpiadas celebradas en la ciudad. El pasado año 2019, el arquitecto ganó el Premio Pritzker, máximo galardón mundial de arquitectura, gracias a su estilo entre brutalista y posmoderno.

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