El Gremi de Restauració de Barcelona fue uno de las actores más críticos con el gobierno de Ada Colau y su gestión de los bares y restaurantes de la ciudad. Con el cambio de gobierno, la organización tenía grandes espectativas en que la capital catalana avanzaría hacia una ciudad 'del sí' y que dejaría atrás las múltiples "trabas" de la administración con los restauradores de la ciudad.
Poco más de un año después de que el alcalde Jaume Collboni ganase las elecciones, el director del Gremi de Restauració, Roger Pallarols, lamenta el papel de la administración con el sector que representa en una entrevista con Metrópoli. Pese a que celebra la aprobación de la nueva tasa de terrazas o la anulación de la limitación horaria en Ciutat Vella, Pallarols habla de un panorama pesimista entre los restauradores en el que falta "acción" y "liderazgo". Lamenta que, en el último año, la hostelería ha sido el sector más perseguido y que el cambio de discurso aún no se ha traducido en decisiones reales.
Pregunta: Hace poco más de un año de la victoria de Jaume Collboni en las elecciones municipales. ¿Cómo valoráis desde el Gremi de Restauració el cambio de gobierno?
Respuesta: Yo distinguiría dos cosas. Una, lo que es el funcionamiento de la ciudad, y la otra, lo que es el funcionamiento del gobierno. Por suerte, podemos afirmar categóricamente que la ciudad va a buen ritmo y que se ha recuperado con nota del periodo tan triste del agujero pandémico y de las consecuencias de la crisis inflacionista. En cuanto al gobierno municipal, la valoración que podemos hacer es que tiene un perfil bajo y una actitud distante. Lo que falta, un año después, es tomar decisiones y potenciar el liderazgo. Yo creo que hay que empezar a tomar decisiones para que la ciudad despegue, iniciar por fin una etapa de cambio en esta ciudad que ya funciona para que las cosas vayan mejor.
¿Habéis notado un cambio de posicionamiento con la restauración en Barcelona?
Yo diría que si entendemos por cambio las decisiones que se toman, y no las declaraciones que se manifiestan, lo que predomina a efectos de restauración es continuidad. El supuesto giro del discurso no se ha traducido aún en decisiones que mejoren las perspectivas de los autónomos y de las pymes dedicadas a la hostelería.
¿Qué os transmiten los restauradores en esta nueva etapa?
El único cambio relevante que se ha producido durante esta etapa es un aumento preocupante de la inspección y de la sanción. Con Collboni tenemos más inspecciones a bares y restaurantes que con Colau. No tanto motivada por un hecho en el que todos estaríamos de acuerdo, que es sancionar aquellas actitudes que lo que hacen es alterar el buen funcionamiento de la ciudad, sino muchas sanciones que tienen una motivación tremendamente recaudatoria.
¿Como por ejemplo?
Multar por una jardinera que a ojos del inspector no está lo suficientemente limpia o multar a una terraza porque hay una cubitera, que supuestamente es un elemento no autorizado. Este abuso de la inspección desborda la legalidad. Y dirigir la inspección solo contra un sector implica discriminación y acoso. Esta es la sensación que tienen los restauradores de la ciudad y que nosotros compartimos porque lo vemos día a día con operadores que nos llaman o a partir de nuestros servicios jurídicos.
Con un tipo de negocio en concreto, el de las panaderías con degustación, denunciáis que ocurre totalmente lo contrario: se incumple la normativa municipal y faltan inspecciones. ¿Cuál es la situación actual en estos establecimientos?
Exacto. Nosotros no pedimos que no haya inspección, lo que pedimos es que la inspección sea equilibrada y que se produzca por igual a todos los actores de la ciudad. Vemos como impunemente las panaderías con degustación continúan saltándose la normativa a la torera sin que la inspección sea eficiente. Desde el gremio seguiremos insistiendo para que estos negocios, que siguen creciendo, se regulen como se debe.
¿Consideráis que es una decisión política el hecho de que se aumenten las inspecciones?
Bueno, no lo sé, pero deberíamos aspirar a que las decisiones políticas las tomen los mandatados por las urnas.
¿Hay más inspecciones en los distritos del centro u ocurre por igual en toda la ciudad?
Yo diría que el aumento de la inspección es generalizado. Es obvio que en lugares donde hay más concentración de establecimientos siempre habrá más volumen en términos absolutos, pero la preocupación se nos traslada de manera generalizada.
¿Ocurre sobre todo en los establecimientos con terraza?
Sí, hay una voluntad plus a la hora de inspeccionar en los establecimientos con terraza, que hoy en día son la inmensa mayoría.
La restricción horaria en las terrazas fue una de las acciones más polémicas del anterior mandato. ¿Qué papel toma aquí el gremio?
Nosotros nos opusimos desde el primer momento --políticamente y judicialmente-- a todas las restricciones horarias y de hecho nos hemos mantenido en el acuerdo que alcanzamos en su día de un horario único en la ciudad, que debo recordar votaron 38 de los 41 concejales del ayuntamiento. Además, quiero remarcar que el horario que establece la ordenanza fue fruto de un pacto y de un consenso que el Ayuntamiento en el 2022 decidió romper unilateralmente en diferentes espacios de la ciudad, cosa que provocó que nos opusieramos públicamente y que emprendiéramos una guerra judicial sin precedentes asumiendo además la defensa jurídica hasta el final de los establecimientos agremiados.
Hace poco el Ayuntamiento anuló las limitaciones horarias en Ciutat Vella para implementar un nuevo plan contra el ruido.
Esto es algo que nos tenemos que apuntar como un primer éxito. Celebramos que Ciutat Vella tuviera la honradez de reconocer que los alegatos del Gremi de Restauració de Barcelona eran sólidos y decidiera dejar sin efecto las restricciones que estaban adoptadas. Logramos que no esperaran a que culminara la vía judicial para no mantener el perjuicio a los restauradores afectados.
Una sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJC avaló que el Gremi emprenda acciones legales colectivas contra las restricciones horarias al funcionamiento de terrazas y negocios impuestas por el Ayuntamiento. ¿En qué punto nos encontramos?
El Ayuntamiento en todos los procedimientos que tenemos en marcha lo que ha intentado es aislar a los restauradores. El mismo consistorio que fomenta y aplaude el asociacionismo, cuando éste es crítico, lo aisla. Con esta resolución se potencia nuestra voluntad como gremio. En los últimos años se han adoptado muchas decisiones que han sido muy cuestionadas por el gremio donde el gobierno restringía, limitaba, reducía o eliminaba terrazas en muchos rincones de la ciudad, y hay sentencias firmes que dicen que la actuación del ayuntamiento en esos procedimientos fue ilegal. Todos los procedimientos judiciales están en marcha, calculamos que tendremos las primeras sentencias durante el primer semestre del 2025.
En el caso de las restricciones horarias una de las entidades más críticas con la restauración es la FAVB. ¿Creéis que representan el sentir mayoritario de los barceloneses?
Ellos han estado siempre en contra, no de las terrazas, de todo. Lo hemos visto estos días con el Primavera Sound, lo vemos con el desfile de Louis Vuitton... Tienen una opinión muy legítima pero se representan a sí solos, a sí mismos, no representan a la inmensa mayoría de ciudadanos que vivimos la ciudad de manera desacomplejada.
¿Ve posibilidad de que llegue a un punto de consenso con el Gremi de Restauració?
Solo veo la posibilidad de que la FAVB asuma su error y entienda que para satisfacer los intereses de los barceloneses se debe defender un uso barcelonés de primer orden que es el que practicamos en los bares, las terrazas... Otra cosa que no respetamos es que su lobby lo paguemos con los impuestos de todos. Destinamos 1,5 millones en números redondos del bolsillo de los contribuyentes a financiar su lobby, eso no nos parece ético. Lo que la FAVB tiene que hacer para mantener su posición es lo que hacemos nosotros, que es defender nuestras posiciones con recursos propios.
En el mandato pasado los sectores económicos se referían a la 'Barcelona del no' como axioma del gobierno de Colau. Con la llegada de Collboni, parecía que esto iba a cambiar. ¿Cree que persiste este concepto de ciudad 'del no'?
Yo creo que existe la administración 'del no'. Al final es lo que decía, si hablamos de lo que se dice el discurso, ha mejorado. Si hablamos de los resultados, que es lo que cuenta, la administración 'del no' persiste. Un claro ejemplo es lo que ocurrió el año pasado con la verbena de Sant Joan. Esperamos que este año se demuestre que sí que hay intenciones de cambiar las cosas.
¿A qué se refiere?
El año pasado hubo una decisión muy cuestionable que es que se aprovechó la restricción pandémica para limitar el funcionamiento de los chiringuitos en las playas. Puedo entender que con un gobierno recién constituido, no hubiese tiempo para corregir esta decisión que anteriormente tomó Eloi Badia. No sabemos qué pasará esta verbena de Sant Joan, nosotros hemos realizado la petición y, por el momento, está sin respuesta en los despachos municipales. Si se permite vivir la verbena como se ha hecho toda la vida, sería un buen dato para dar contenido a esta voluntad de cambio que se expresa en el discurso pero que de momento está ausente en los resultados.
Por otro lado, el Gremi de Restauració tuvo un papel clave en la aprobación de la nueva tasa de terrazas durante este mandato. ¿Es una excepción dentro de la 'administración del no' de la que habla?
Sí, la gran excepción en este mandato ha sido el gran acuerdo para finiquitar el conflicto sobre las tasas de terrazas. De hecho, es el único acuerdo relevante con un actor privado durante este mandato. El acuerdo corregía una situación enquistada desde hace cuatro años, donde debo destacar la determinación del teniente de alcalde Jordi Valls de ponerse al frente de la negociación para que saliese adelante. Fue clave la generosidad y la visión de ciudad de Trias per Barcelona, del PP y de Vox para facilitar lo que ha sido un acuerdo muy positivo que notarán los restauradores en el importe de la tasa que pagarán en los siguientes años.
En cuanto a la relación con el gobierno municipal, ¿notáis diferencias entre los distintos concejales de distrito?
Es cierto que las grandes decisiónes que afectan en el día a día de un restaurador dependen del área de urbanismo y de los distritos. Con Jordi Valls, regidor del Eixample, es con el único con el que hemos notado una mayor voluntad de facilitar la actividad económica. Es el distrito con el que la relación es más fluida.
Durante este casi año de gobierno han sido varios eventos que han venido a la ciudad. Hace poco se celebró el desfile de Louis Vuitton y ahora se hará el circuito de la Fórmula 1 en el centro de Barcelona. ¿La restauración nota este tipo de eventos?
Es muy positivo que la ciudad vuelva a estar en el epicentro de los grandes eventos. Evidentemente beneficia a un sector clave como es la hostelería, pero esto tiene que ir unido de unos cambios más micro pero muy importantes. La administración 'del Sí' tiene que llegar a los emprendedores, a los autónomos y a los empresarios. Y eso es lo que esperan los empresarios del nuevo gobierno municipal. Al fin y al cabo necesitamos que la economía real funcione y la economía real necesita del estímulo municipal. La ciudad por suerte funciona. Lo que hay que hacer es que funcione mejor y para ello, como comentaba, necesitamos decisiones y liderazgo.
La restauración del Front Marítim tiene bastantes expectativas con la llegada de la Copa América de vela. ¿Cómo lo veis desde el Gremi? ¿Realmente creéis que tendrá tanto impacto?
Es probable que sea así, sobre todo en los restaurantes que están en recorridos más turísticos o en los restaurantes de primer nivel que afortunadamente aglutina nuestra ciudad. Nosotros somos un referente mundial en gastronomía. Tenemos buenos chefs, tenemos magníficos nombres, reconocimiento internacional y eso sin duda el público que nos visite por la Copa América lo va a ver. Pero el Port Olímpic merece una reflexión aparte.
¿A qué se refiere?
La tansformación del Port Olímpic es un dato positivo. Creo que quedará una obra que actualizará esta instalación que data del 1992 y la pondrá a la altura de la Barcelona de hoy. Pero sí que es verdad que hay que poner la mirada y hay que hablar sin tapujos de lo que ha sucedido en el nuevo Balcó Gatronòmic.
Desde B:SM lo ven como un "pilar fundamental" para recuperar la ciudad. No obstante, hay muchas sombras en el proyecto y ya se han producido diversas bajas. ¿Qué creéis que saldrá de este proyecto?
No se puede hacer una valoración positiva de la gestión que está haciendo B:SM en el espacio. Que tres operadores históricos--La Taberna gallega de Marcos, La Barca del Salamanca y La fonda del Port Olímpic-- con tanto oficio hayan decidido abandonar este barco antes de empezar es objetivamente un dato de enorme alarma y preocupación. Que a dos meses de la convocatoria o de la celebración de Copa América haya dos locales que estén vacíos y que quizá un tercero se sume a esta lista es otro dato de enorme alarma en la gestión. Que para adjudicar los 11 locales --de los cuales dos han quedado vacíos-- haya hecho falta tres concursos y que el último de ellos sin publicidad --un acto de dudosa legalidad-- y aún así continúen espacios por cubrir, es algo que supone un nuevo toque de atención.
¿Cuál es la raíz del problema en el Balcó Gatronòmic?
El problema está en la actitud que ha mantenido B:SM de no asumir un error que nosotros identificamos desde el primer día: los precios de alquiler. Son precios que ahuyentan, que expulsan y que hacen muy dudoso el retorno de la inversión y por tanto hay un error que se debería asumir y corregir. Yo creo que el ayuntamiento debería fiscalizar la gestión de B:SM en este aspecto.
También de la mano de B:SM, este año se ha producido una polémica con el restaurante Redfish, un caso que habéis seguido de cerca. ¿En qué punto se encuentra ahora?
Bueno, yo te diría que esto es algo que nadie entiende. El espacio donde está el Redfish era un vertedero del Somorrostro. Gracias al operador, nació el Club del Patín de Vela Catalán con un magnífico espacio de actividad complementaria de restauración. Ahora es un paraje a envidiar que admira todo el mundo, tanto los barceloneses como la gente que nos visita. Nadie entiende que no haya una solución para el mantenimiento de esta actividad en su conjunto. Aquí no hay ningún problema de legalidad: hay un problema permanente en este Vía Crucis al cual están sometiendo a los emprendedores y llevándolos al hartazgo, a la desazón, a la desilusión, que es lo peor que se puede hacer cuando una persona hace las cosas con ganas de mejorar la ciudad. Salvar el Red Fish es una decisión que, a mi juicio, debe tomar la cúpula municipal. Deben encontrar una solución de continuidad a un restaurante que se ha convertido en emblemático para los ciudadanos barceloneses. La verdad es que yo soy bastante pesimista por las conversaciones que he tenido, pero si esto no se resuelve, no habrá ganado nadie.
Otro tema que, aparentemente, preocupa mucho a los barceloneses es el cierre de comercios emblemáticos, entre los cuales hay muchos restaurantes. ¿Cree que se podría hacer algo desde el gobierno para proteger estos espacios?
Yo creo que los establecimientos antiguos tienen su público en Barcelona, y lo tendrán, porque son una buena demostración de nuestra tradición y nuestra cultura. Son perfectamente compatibles con otras tendencias de establecimientos. Es probable que un restaurante centenario cierre porque ya no funciona, pero el problema viene cuando sí que es rentable pero se ven obligados a cerrar por no cumplir la normativa actual. Hay muchos establecimientos que ven amenazada su continuidad por la exigencia de unas normas que era imposible que cumpliera cuando se configuró. Por tanto, hay que hacer cirugía fina. Culpar a los establecimientos por no haberse anticipado normativamente 80, 90 o 100 años me parece un disparate. Creo que la administración puede hacer mucho: no se puede perder el patrimonio de la ciudad intentándoles hacer cumplir normas que en su día no existían en el imaginario de nadie.
También se comentó hace tiempo un anuncio que hizo Collboni sobre la posibilidad de instalar la figura del alcalde de noche. Esto es algo que afecta también al Gremi de Restauració, ¿qué opina al respecto?
Nosotros somos fundamentalmente un sector diurno que friega la noche. Es el sector del ocio nocturno el que puede verse más directamente apelado por esta figura, pero a mí me dan mucho miedo estos planteamientos. Cuando se crea algo así, tiende a nacer con una vocación de prohibir. Y yo creo que lo que hay que hacer no es prohibir la noche, sino incentivarla. Debemos sacar pecho de una oferta de ocio nocturno que tiene clubs reconocidos a nivel internacional. Y sí, hay que celebrar que haya gente que venga a Barcelona también a disfrutar la noche. Pero no solo de la otra punta del mundo, sino de otras poblaciones cercanas, de Catalunya y del resto de España. La capital catalana solo es completa si tiene una vida nocturna propia que nos permita tener liderazgo en el mercado del ocio nocturno internacional.