El teniente de alcalde de Economía, Jordi Valls, ha tenido trabajo esta semana. Las ordenanzas fiscales del Ayuntamiento estaban en juego. Pero, en principio, todo estaba atado. El acuerdo ya se había cerrado con comunes y Esquerra Republicana. Aprobar las ordenanzas, que implica la política tributaria del consistorio, es el paso previo para lograr la luz verde a los presupuestos.
Sin embargo, los comunes, necesitados de un altavoz que ya no tienen a su alcance, han querido jugar hasta el último segundo.
El argumento es que no podían tolerar la posible creación de una nueva terminal de cruceros en el Port de Barcelona. Esa terminal no está en los planes del PSC. Con tiento, pero con severidad, Jordi Valls, señaló este viernes que esa terminal sólo se podía calificar de "fantasma".
Valls, en ocasiones, se muestra como el político que cuenta con una amplia experiencia y la tentación de la arrogancia es grande. Pero modera su discurso. Sabe que todos los grupos municipales tienen sus razones, que se deben a las necesidades perentorias de cada momento. Los comunes quieren 'guerra' con los socialistas, pero también son conscientes de que deben llegar a acuerdos y tener una plataforma desde el consistorio.
La política del equipo del alcalde Jaume Collboni respecto a las terminales de cruceros es clara. De hecho, reducirá de siete a cinco las terminales. Es lo que le recordó Valls a los comunes, al señalar que fue la alcaldesa en aquel momento, Ada Colau, la que llegó a un acuerdo en 2018 con el Port de Barcelona. El Ayuntamiento ha respectado aquellos pactos, que situaban en siete las terminales. Ahora disminuirán a cinco.
El PSC ya ha negociado con los comunes otras cuestiones, como la subida de la entrada al Parc Güell hasta los 18 euros. Y también se ha puesto firme con los pisos turísticos y no renovará las licencias en el horizonte de 2029. Pero lo que no puede ser, y esa es la posición que ha defendido Valls, es que se pongan en cuestión los acuerdos alcanzados.
Valls ha llegado a un pacto con los comunes, pero también con ERC, más receptivo que la formación que ahora lidera Janet Sanz, en sustitución de Ada Colau. La seriedad, a medio y largo plazo, es lo que acaban premiando los electores, aunque parezca todo lo contrario en tiempos tan volátiles.