Tito Álvarez
Llegan meses importantes en Barcelona. Fira de Barcelona organiza salones clave para la ciudad, en vísperas del Mobile World Congress. La movilidad, precisamente, es una de las asignaturas pendientes en la ciudad. Sucede en otras grandes urbes del planeta. La innovación es clave y hay servicios que han venido para quedarse, nos gusten más o menos.
Pero parece que los barceloneses deben tener en cuenta algo estático y recurrente: las huelgas de los taxistas, las marchas lentas que paralizan las principales vías.
Se trata de Élite Taxi, cuyo portavoz es Tito Álvarez. Fajador, inteligente, hábil, el líder del sindicato de taxistas --hay otros colectivos de taxistas también bien organizados-- ha puesto de moda la huelga preventiva. Por si es necesario. Como advertencia. Llegan las ferias, por tanto, atención con los taxistas, que no quieren saber nada de los servicios digitales de plataforma. Aunque esgriman distintos argumentos para hacerlo ahora.
En los últimos años el colectivo taxista ha gozado de una cierta comprensión por parte de la ciudadanía. Se ha entendido que la profesión podía estar en peligro, ante innovaciones que podían pagar menos a los conductores y representan una compentecia 'desleal'. Hasta cierto punto. Muchas profesiones se han ido adaptando a los nuevos tiempos. Schumpeter dejó escrito aquello de la destrucción creativa, con nuevos negocios que sustituyen a los antiguos.
Pero sin llegar tan lejos, lo que se pone de manifiesto es que no se pueden cortar calles o impedir el tráfico de grandes vías ante lo que pueda llegar. Cada año se repite la historia. Tito Álvarez debe saber que la simpatía ciudadana tiene un límite. Y que las marchas lentas, que paralizan una ciudad, como ha pasado esta semana, deben tener una justificación clara.
Muchas profesiones, como el propio periodismo, podrían hacer huelga por las innovaciones de los últimos años. Y también pueden, y es lo que se intenta, adaptarse con un mejor servicio a los ciudadanos.
