Jordi Valls
Las cuentas del Ayuntamiento de Barcelona gozan de una buena salud. O, por lo menos, no se han visto perjudicadas en exceso. En gran medida se debe al flujo de los principales motores de la ciudad, como el turismo. Pero también depende de la gestión del Ayuntamiento de Barcelona. Jordi Valls es el concejal de Economía, el que debe cuidar esos números.
Valls puede exhibir, --así lo ha trasladado-- un elemento fundamental en cualquier consistorio o administración pública. El concejal destacaba la ejecución del presupuesto, que ha superado el 84%.
Es notable. Del conjunto de las inversiones presupuestadas en el anterior ejercicio se ha ejecutado el 84%. Es la cifra clave que se debe retener, porque presupuestar partidas es relativamente fácil. Lo meritorio hoy --aunque debería ser lo habitual-- es que se ejecute la mayor parte de un presupuesto.
Las finanzas de Barcelona son sólidas. Otra cosa es el destino de algunas partidas, o la necesidad de dedicar cada vez más esfuerzos públicos a la vivienda.
Valls mantiene los equilibrios necesarios. Uno de ellos es el de no incrementar en exceso la fiscalidad, aunque lo ha hecho sobre el sector turístico. Quizá ese es el punto delicado. ¿Se podría rebajar esa fiscalidad en cuestiones como el IBI?
Es lo que le pide Junts per Catalunya para poder llegar a acuerdos sobre el presupuesto de 2025, o para pactar grandes cuestiones de ciudad. Por ahora, Valls se resiste.
