Publicada

Alejado ya del rugido ensordecedor de los monoplazas y del lujo que envuelve al paddock de la Fórmula 1, Joan Villadelprat (Sant Cugat del Vallès, 1955) ha vuelto a sus raíces. 

“Mi casa”, como él mismo define, está en la ciudad que lo vio nacer y desde la que, con apenas 15 años, decidió que su futuro no estaría en el negocio familiar de transportes, sino en el mundo de la mecánica y la competición. 

Casi seis décadas después, el exingeniero mira atrás con la serenidad de quien ha tocado la cima y, al mismo tiempo, con el orgullo de haber abierto caminos que parecían imposibles para alguien nacido en la periferia de Barcelona.

Joan Villadelprat durante la entrevista con Metrópoli GALA ESPÍN Barcelona

“No hay nadie en este país que haya llegado donde he llegado yo. Pero no es solamente es llegar. Es llegar y estar muchos años”, asegura Villadelprat. “He estado desde que la Fórmula 1 era amateur hasta la fase de profesionalización de ahora”, añade.

El santcugatense repasa, en conversación con Metrópoli, una carrera que ha pasado por McLaren, Ferrari, Tyrrell, Benetton y Prost, y defiende la importancia de que Barcelona conserve el GP de Montmeló, un circuito que es "una referencia".

De Sant Cugat a Woking

Su carrera arrancó en un pequeño taller de competición de Sant Cugat, el Flash Molinari. Muy pronto, su ambición lo llevó a cruzar Europa con apenas veinte años. El gran salto llegó cuando decidió instalarse en Inglaterra, donde se enamoró de la competición. Allí, armado solo con ilusión, sin trabajo, ni dinero, viviendo en su coche y con “un inglés que daba pena”, llamó once veces a la puerta de Ron Dennis, entonces responsable del equipo Project Four, germen de McLaren.

Joan Villadelprat en conversación con Metrópoli GALA ESPÍN Barcelona

“La última vez le dije: pruébame una semana sin pagarme. Me contestó que mi imagen, con el pelo largo, no encajaba con la del equipo. Me fui a la peluquería, volví arreglado y se puso a reír. Me dijo que empezara al día siguiente”, recuerda entre carcajadas.

Así empezó una relación que lo convirtió en uno de los hombres de confianza de Dennis en McLaren International, una de las escuderías más laureadas de la historia. Villadelprat se fue ganando poco a poco a un hombre serio, pero al que guarda especial cariño: “Ronn fue el mejor. Un tío cojonudo que cambió la Fórmula 1”. Ahí sumó también sus primeros cinco títulos mundiales con Lauda y Prost

Ferrari, Tyrrell y Benetton

Tras seis años en Woking, Ferrari llamó a su puerta. En Maranello fue el primer jefe de mecánicos no italiano. “Me tocó ganarme el respeto de veteranos que me doblaban la edad. Fue durísimo, pero también una de las mejores etapas de mi vida”, rememora.

Su trayectoria continuó en Tyrrell y después en Benetton, donde alcanzó su mayor cuota de poder. Como director de operaciones y mano derecha de Flavio Briatore, lideró el equipo que permitió a Michael Schumacher conquistar sus dos primeros mundiales. “Crecí con Michael. Te obligaba a dar el 200%. Era brillante: si cometía un error, no lo repetía jamás. Trabajaba tanto que todos trabajábamos aún más”, asegura. Con Benetton sumó tres títulos más y se consolidó como uno de los nombres clave de la Fórmula 1 de los noventa.

Joan Villadelprat junto a Michael Schumacher IG JOAN VILLADELPRAT

Con el piloto alemán vivió el salto a la cima y la construcción de un grupo de ingenieros y mecánicos que después liderarían la F1 moderna. "Yo era el hombre que le sacaba de los líos cada vez que la cagaba. Me pasaba el día en la plaza de la Concordia, sede de la FIA, para sacarle de todos los líos", recuerda. 

De todas sus etapas, eso sí, guarda un recuerdo especial. “Cada etapa tuvo su momento. McLaren, Ferrari, Benetton… todas me han dado satisfacciones enormes. Incluso en los momentos malos, porque te enseñan a saborear los buenos. Tienes que perder para saber lo que es ganar”, reflexiona. 

Vuelta a España

A inicios de los 2000, Juan Villalonga, entonces presidente de Telefónica, le repatrió de Enstone para su ambicioso plan de llevar la marca de telecomunicaciones hasta el Gran Circo.

Villadelprat, escéptico en un inicio, aceptó el encargo tras recibir un cheque para hacerse con el equipo Minardi. "Vi que iban en serio. Mandé a la familia para casa y me fui a Madrid a trabajar", explica. 

La salida del máximo dirigente de la compañía tras sus desencuentros con Aznar tiraron por tierra todas las opciones para seguir con el proyecto, pese a la millonaria inversión realizada. “El nuevo presidente me dijo que tenía orden gubernamental de no seguir con los proyectos de su predecesor”, asegura Villadelprat.

Volantes de Formula 1 conservados por Villadelprat GALA ESPÍN Barcelona

Cerrada esta puerta, el mecánico barcelonés volvió a la máxima categoría del automovilismo de la mano de Alain Prost. El mítico piloto francés, dueño de una escudería, le reclamó para que le ayudara a reflotar su equipo de carreras.

Este breve paso al frente del equipo francés fue, sin saberlo, su última experiencia al frente de un equipo en la Fórmula 1, aunque más tarde ha recibido ofertas de otras formaciones que no se acabaron materializando, como la de Red Bull, que le quiso fichar para ser el director general de sus dos equipos. 

Epsilon Euskadi

El gran sueño de Villadelprat en España se llamó Epsilon Euskadi. Desde Vitoria levantó unas instalaciones únicas en el país, capaces de diseñar y fabricar coches de competición de primer nivel. “Montamos una fábrica que podía producir, pensar, enseñar a mecánicos, formar ingenieros y hasta trabajar para otros equipos internacionales. Eso no lo ha tenido nadie en España. Quería que nadie pasara lo que yo viví en mis inicios”, recuerda.

El punto culminante fue la clasificación de sus dos prototipos en las 24 Horas de Le Mans, el primero construido íntegramente en territorio nacional. “Fue histórico. Poca gente sabe lo que significa que un coche hecho en España lograra correr en Le Mans”, reivindica.

Joan Villadelprat muestra imágenes de su paso por la Fórmula 1 GALA ESPÍN Barcelona

El proyecto, sin embargo, se topó con la falta de apoyo económico e institucional. “Como siempre, no había sponsors. Al final, el dinero lo ponía yo”, lamenta.

“No sé donde hubiéramos acabado. No me daba miedo nada. Todo lo que hacíamos lo hacíamos bien. Ganamos 11 títulos”, recuerda Villadelprat, quien se muestra orgulloso de haber ayudado a muchos jóvenes a iniciar sus carreras profesionales. “No me arrepiento de nada. No creo que vuelva a existir un proyecto así en este país”, asegura.

Montmeló, una referencia

La pérdida del GP de Barcelona tras la carrera de 2026 no es una opción para Villadelprat, quien asegura que el circuito está al “último nivel de sofisticación que exige la Fórmula 1”.

Montmeló no se perderá nunca, es una referencia. Lo único que puede pasar es que alternemos la competición con Madrid”, explica el exingeniero, quien incide en que el trazado siempre ha sido “un punto de referencia para pilotos y equipos”.

Villadelprat subraya la importancia de que el Mundial cuente con un “balance entre circuitos de ciudad y circuitos convencionales históricos”, y destaca que a Montmeló también se le puede sacar rendimiento acogiendo “otros eventos”.

Montjuïc, sentenciado

El exingeniero sancugatense rechaza una posible recuperación del circuito de Montjuïc para acoger la Fórmula E, perdido hace 40 años tras el accidente mortal que sufrió Rolf Stommelen.

Recuperar Montjuïc sería una chorrada. Todos los circuitos urbanos son muy divertidos hasta que alguien se muere, la posibilidad de tener un accidente fatal es muy superior a la de un circuito convencional”, señala.

Villadelprat recuerda que “en un circuito urbano, el muro, que no se mueve, es lo que te para”, y remarca que “el accidente de Stommelen mató a Montjuïc”.

El exingeniero también expresa su descontento con la Fórmula E, extensible a la electrificación de la automoción. “Hay motores de hidrógeno y otras soluciones. Un coche eléctrico es poco ecológico, construirlo es un desastre”, sentencia Villadelprat.

Noticias relacionadas