Antes de emprender o de crear por fin nuestra propia empresa, debemos elegir adecuadamente la forma jurídica que tendrá nuestro nuevo negocio antes de ponerlo en marcha. De todo esto dependen muchos de los aspectos más importantes de la empresa, desde responsabilidades de los creadores hasta gestiones diarias.
Así pues, echemos un vistazo al grado de implicación y de responsabilidad que deben aportar los emprendedores a su empresa. Para empezar, un solo emprendedor puede optar por la empresa individual o por la sociedad mercantil unipersonal, ya que son las que más se adecuan a sus necesidades. Sin embargo, si la empresa está formada por más de una persona, se recomienda alguna de las formas societarias.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que existen otras formas ajustadas a aquellos emprendedores que, a la vez de emprender, trabajarán, todos y cada uno de sus socios, en dicha empresa. También existen otras formas en las que solamente algunos de los socios van a trabajar en la propia empresa, pero otros de ellos no lo harán, sino que simplemente aportarán capital para la creación de esta.
DÉJATE ACONSEJAR POR ESPECIALISTAS
Es muy probable que para poder hacer una buena elección necesitemos la opinión y el consejo de expertos, ya sea de gente que ha pasado por lo mismo o de profesionales de una asesoría contable que sean capaces de aconsejarnos a la hora de crear una sociedad anónima o cualquier otro tipo de negocio.
De cualquier modo, la empresa individual siempre va a requerir menos trámites, puesto que es más sencilla en todos sus aspectos. Por el contrario, las sociedades necesitan más trámites, y mayores. Esto se debe a que, antes de comenzar a hacer ejercicios con la sociedad, se debe realizar su constitución de forma oficial. Adicionalmente, debemos destacar que tanto la gestión fiscal como la gestión contable serán notablemente más complicadas que las de una empresa individual.
LAS DIFERENTES RESPUESTAS A LAS POSIBLES DEUDAS
Generalmente, y como podemos imaginar, el empresario individual debe responder a sus posibles deudas con sus bienes, ya sean personales o laborales. Es decir, tanto con los bienes empresariales como con los de su patrimonio personal. Por el lado contrario, no ocurre lo mismo en las sociedades en las que varios socios son partícipes. La gestión es totalmente diferente.
En cuanto a la capacidad de gestión, un empresario individual siempre podrá gestionar su propia empresa de forma totalmente libre, puesto que no cuenta con más socios a parte de sí mismo. Sin embargo, en las sociedades, veremos que todos los socios deben aportar su opinión e influir en la toma de cualquier decisión. Asimismo, tanto las ganancias como las pérdidas repercutirán en proporción a su aportación inicial.
Finalmente, queda mencionar las necesidades económicas del proyecto. En otras palabras, muchas veces, la inversión que deseamos realizar para emprender es muy grande, por lo que el capital necesitado es demasiado alto para ser abarcado por una sola persona. Así pues, se necesitan varias personas para alcanzar dicho capital, y es así como se opta finalmente por la creación de una sociedad. Para facilitar el proceso, debemos saber que las entidades bancarias o de créditos suelen ceder más con aquellas sociedades que dispongan de avales inmediatos.
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