No pasó. La comitiva judicial no ha llegado ni a ver el portal de Mònica. Unos cincuenta vecinos le han barrado el paso y han conseguido que se diesen media vuelta. Desalojo suspendido. Mònica y su hija menor se quedan en casa; hasta nueva orden de desahucio. Pero esta ya llegará. Saben que algún día tendrán que dejar atrás su hogar, pero hoy solo querían ganar tiempo para encontrar una vivienda social. Y lo han conseguido.

Primer lanzamiento superado. Ahora, hasta que el juez decida una nueva fecha de desalojo, los servicios sociales del Ayuntamiento probarán de encontrar un techo protegido a madre e hija. De hecho, ahí reside el problema. La vivienda social de Barcelona está saturada y no hay suficientes pisos disponibles para las personas que pierden su hogar.

NEGOCIACIONES INFRUCTUOSAS

Para alargar la circunstancia, el Ayuntamiento probó de negociar con la propietaria la cuota del alquiler que pagaba Mònica. En lugar de 620 euros, la inquilina pondría una parte proporcional a los 800 euros que gana al mes en una reconocida cadena de supermercados y el resto lo costearía la administración pública. Sin embargo, la titular del piso ha tumbado todas las ofertas presentadas y ha decidido tirar el caso por vía judicial.

Mònica es madre divorciada. Con su hija, vive en el carrer Gran de Sant Andreu. “Precisamente vine a Barcelona para rehacer mi vida”. Atrás quería dejar los malos tratos que le propinaba su exmarido en Lloret de Mar. Y sí, aquella época ya forma parte de su pasado. Pero tras la extinción de las ayudas sociales circunstanciales que recibía, las horas en negro que dedicaba a limpiar casas y pasear perros no le han dado para costear el alquiler. “Si lo pagaba, me cortaban la luz”, incide.

Esa cuestión, por ahora, ya no es la más importante para Mònica. Ahora, junto a sus compañeros de la Plataforma 500x20, se centra en encontrar un nuevo hogar. “Algún sitio que pueda pagar, porque yo quiero pagar”, explica. Sin embargo, hasta ahora no ha podido hacer frente a las cuotas por la precariedad de su nómina. “Necesito un hogar que pueda pagar con lo que cobro”.

De todo lo sucedido, su hija, escolar de primaria, no se ha enterado de nada. Esta mañana ha ido al colegio como cualquier otro día. Y hoy volverá como ya hizo ayer, la semana pasada y meses atrás. Tiene casa, hasta que lo dictamine el juez. Como probablemente el Ayuntamiento no habría podido encontrarle un piso de emergencia social de hoy para mañana, lo más seguro es que los habría alojado en una pensión. Ante esa circunstancia, ya había pensado que "si nos tendríamos que ir, le diría que hemos tenido la suerte de irnos a vivir a un hotel”.