Vecinos y comerciantes del barrio del Poblenou en Barcelona piden al Ayuntamiento que desmantele un campamento de personas sintecho ubicado en la esquina entre las calles de Llull y Roc Boronat.
Se trata de un pequeño asentamiento en el que viven alrededor de unas 20 personas y que, según el escrito que han elevado al regidor del distrito de Sant Martí, David Escudé, está ocasionando problemas de incivismo e insalubridad en la zona, con episodios, aseguran, de "agravios verbales, a veces sexuales y acercamientos físicos (...) así como varios intentos de robo de teléfonos móviles a clientes y vecinos" de establecimientos y locales cercanos.
Una zona reocupada
Esta esquina, convertida ahora en solar, ya sufrió una ocupación hace aproximadamente un año que el Ayuntamiento desalojó. Hace unos seis meses, poco después del desmantelamiento, se ha vuelto a ocupar.
"Queremos destacar que los ocupantes han instalado carpas, colchones y sillones en el solar y las condiciones sanitarias son pésimas. Se observan residuos y basura acumulados, lo que genera un foco de insalubridad", dice el ruego. La dependienta de un comercio cercano afirma que lo que más molesta es que hacen sus necesidades fisiológicas en cualquier lado, lo que genera malos olores. En un hotel aledaño, comentan que si bien no tienen constancia de quejas, sí entienden que puede ser molesto "visualmente" para los clientes.
Así las cosas, piden que se les desaloje, pero que también intervenga el área de servicios sociales para atender las necesidades de los ocupantes.
Negocio de la chatarra
La chatarra es el principal negocio de estas personas. Mohamed viene de Gambia y pasa la mañana repelando cables o desmontando cosas para separar las partes metálicas, que se acumulan en carritos de la compra.
En declaraciones a este digital, explica que lleva ya unos meses viviendo allí, mientras barre su pequeña parcela que comparte con un compañero que duerme. Muchos de ellos no se conocen apenas. Como es habitual en personas en su situación, se juntan en zonas buscando incrementar su número para mayor seguridad ante posibles ataques xenófobos.
Llegó a Barcelona desde África y, si bien admite que es molesto y difícil dormir con el calor del verano, asegura que se están acostumbrando. Por lo general, se trata de un asentamiento tranquilo, pues se juntan sobre todo para dormir y, muy temprano, se levantan para empezar a recoger chatarra.
No suelen recibir muchas visitas de la policía, aunque sí que han acudido y les han pedido los papeles. "Vienen de vez en cuando, pero no nos molesta demasiado", comenta. Quienes no han acudido son representantes del Ayuntamiento a ofrecerles ayuda, aunque "así están bien", opina con cierto optimismo.
Opinión similar tiene Mustafah. Originario de Argelia, explica a este medio que está esperando la visita del consistorio para notificarle que ya ha conseguido regularizar su situación en la capital catalana. Llegó hace unos dos meses desde Lleida, donde vivió alrededor de medio año.
Un campamento "tranquilo"
Mientras lo explica, administra varios carritos llenos de piezas metálicas hasta que se acerca a una vecina, que le da algo más de chatarra. Se despide, deseándole suerte, y vuelve por donde ha venido mientras Mustafah separa los objetos.
Hoy ha sido el encargado de conseguir comida, que ha compartido con otros de los ocupantes del lugar. Comenta que uno se acostumbra al calor, e incluso al ruido que los fines de semana hay por la zona, cercana a una conocida discoteca y al 'Triángulo Golfo'. "La gente tiene que divertirse después de trabajar toda la semana", comenta.
Coincide también con su compañero en que no han recibido visita de los técnicos municipales aunque, en su caso, tiene claro que su situación es transitoria. Aunque destaca la tranquilidad a la hora de dormir de este campamento improvisado, sí reconoce haber visto alguna discusión o pelea puntual.
Por el momento, la situación parece encallada a la espera de que el distrito tome alguna medida para zanjar una problemática en la que colisionan la comodidad y seguridad de los vecinos, que aseguran que se ha instaurado un "clima de miedo" frente a la subsistencia día a día de estas personas que no tienen un techo bajo el que cobijarse.
En Barcelona hay, como mínimo, 4.838 personas sin hogar, según los últimos datos de la fundación Arrels. De ellas, 1.384 personas duermen en la calle.
El Ayuntamiento desalojará el espacio
Preguntados por este digital, el Ayuntamiento de Barcelona asegura que "desde el distrito de Sant Martí está haciendo un seguimiento y se está tramitando desde los servicios jurídicos un procedimiento para desalojar el inmueble".