El Poble Sec está de moda. Atrás quedan aquellas imágenes de los barracones, de la población envejecida y las calles sin color. Hoy se alza como uno de los barrios más populares, sobre todo por sus bares y restaurantes que han atraído a vecinos de la ciudad y turistas de paso.

Hace 20 años, la lucha era dotar de equipamientos públicos a esta zona de Sants-Montjuïc. Hoy el foco se centra en la gentrificación y los problemas de convivencia generados por esos mismos locales en auge. El presidente y el tesorero de la Coordinadora de Poble Sec, Josep Guzmán y Antoni Reig, repasan la gran transformación de este barrio que gracias a la integración transversal ha resurgido de sus cenizas.

Hace 28 años se creó la Coordinadora de Poble Sec. En todo este tiempo, ¿cuáles han sido los cambios más significativos?

Josep Guzmán: Uy, muchos. El Poble Sec ha pasado por muchos saltos. Ahora hablamos del turismo, pero en los años 90 era un sitio envejecido que se moría de viejo.

¿Cómo se empezó a revertir la situación hasta convertirse en un atractivo también para la población joven?

JG: Lo que hicimos fue diseñar el barrio a plazos, a diez años. En el 94, cuando celebramos el 125 aniversario, creamos este plan de futuro. Entonces, el Poble Sec no tenía un centro médico, ni una biblioteca, ni un polideportivo… Y como todo a la vez es imposible, decidimos hacer un plan progresivo.

¿Dice que no había ni un centro médico de atención primaria?

Antoni Reig: No. El plan era para un barrio que no tenía nada. Ni siquiera un CAP.

JG: No había nada y estaba envejecido. Pasaron las Olimpiadas en 1992 y al barrio no le cayó ni un duro. En la parte de la montaña sí, pero en el barrio no. En el 94, cuando hicimos 125 años, repasé todo lo que pedíamos y comprobé que no teníamos nada… Pero teníamos barracas. Otro ejemplo: el pabellón de las tres chimeneas era una pista.

AR: Y faltaban escuelas.

A ello se sumaba el papel que desarrollaba la inmigración en este barrio obrero de Sants. ¿Cuál es la radiografía actual?

JG: El porcentaje de inmigración es más o menos similar, pero el tipo de población ha cambiado. Antes, en los años 90, el 30% de la población era inmigrante, sobre todo filipina y magrebí. En estos momentos, ha pasado a representar el 28% del total, pero ahora destaca la nacionalidad italiana. Actualmente, vivimos la ola de la gentrificación y están viniendo sobre todo de la Unión Europea. Especialmente eso, franceses e italianos.

Imagen del Poble Sec / EFE



¿Creen que se mira más hacia el turista y de ahí el nivel de gentrificación actual?

JG: A ver, la gentrificación es algo que se ha vivido muchas veces y durante muchos años en Barcelona. Es el efecto de mejorar la equipación y los servicios sociales en un barrio que pasa a ser más atractivo, incluso para los vecinos de Barcelona.

Entonces, ¿el turismo no es el único culpable?

JG: Hay mucha gente de la ciudad que quizás es de otro barrio que quiere venir al Poble Sec. No hablamos solo de turistas. Y eso también es gentrificación. Pero, por ejemplo, no prohibirás a nadie de Horta que se traslade aquí.

Y este efecto se está extendiendo por toda la ciudad...

JG: Sí. Igual resulta que en la Marina, con un metro, con más zonas verdes y quitando las fábricas, quizás la gente se querrá ir para allí dentro de 5 o 10 años. Pero entonces, ¿esto qué quiere decir? ¿Que no hay que dinamizarla? ¿Que hay que dejarla sin metro, sin transporte público? No. Pero desde el momento en el que sea más atractiva, habrá más gente que se querrá ir allí.

Con todo, ¿cuál es el principal atractivo del Poble Sec?

JG: Se ha cambiado un arquetipo con los años. Parte de la gentrificación hace que la gente venga buscando la vida de pueblo con los servicios de ciudad y esto lo tiene el Poble Sec. Por desgracia, ahora lo están descubriendo y quiere venir todo el mundo cuando en los años 90 se iban del barrio. Es curioso, antes irse a Sant Antoni era saltar de estatus.

AR: Pero la gentrificación amenaza las bases de lo que somos.

¿Qué contempla el próximo plan de futuro para el barrio?

AR: Hicimos uno, el de 2010-2020, y todavía hay cosas por hacer. Ahora, solo tenemos un CAP para 40.000 personas que está en Nou de la Rambla, lo que quiere decir que la mayoría tiene que irse hasta Sant Antoni, al CAP de Manso. Además, nos han quitado el bus lanzadera y hay que hacer cambio de línea de metro. Han complicado el desplazamiento, sobre todo para la gente mayor. También reivindicamos la recuperación de la Casa de la Prensa para el barrio.

JG: Y otra cosa que no tenemos y que no requiere de demasiada inversión son los caminos escolares, que no tenemos.