Eva Ceano es la presidenta de la Associació de Veïns de Sarrià porque alguien tiene que serlo, ya que la junta es asamblearia y toma todas sus decisiones por unanimidad. “Cuando hay algún desacuerdo hablamos hasta que hay consenso o no sale adelante”, dice. Después de estar implicada en las AMPA del Eixample durante 15 años (“no vas a ir a la Universidad con tu hijo”, bromea), volvió a Sarrià y, como es una persona muy activa, en seguida empezó a husmear por el barrio y descubrió que la asociación de vecinos estaba muy parada.
¿Por qué decidisteis implicaros en la asociación?
La junta anterior prácticamente no tenía contacto con el barrio. La asociación, no sé si queriendo o no, estaba muy encerrada en sí misma (salvo el presidente ni siquiera eran de Sarrià). Queríamos recuperar el espíritu de la asociación y hacer tejido con el barrio. Los que formamos parte de la junta actual nos conocimos cuando el Ayuntamiento quería permitir la edificación de una terrenos anexos al Parc de l'Oreneta y creamos la plataforma Salvem l'Oreneta. ¡En ese momento la asociación de vecinos ni siquiera nos quiso apoyar!
¿Fue entonces cuando pasasteis a la acción?
Queríamos presentarnos a las elecciones, pero la junta anterior no quería convocarlas. Al final tuvimos que pedir firmas entre los socios para convocar una asamblea extraordinaria y ni siquiera se presentaron. El presidente dimitió y automáticamente la junta quedó cesada y convocamos elecciones por primera vez. Y salimos elegidos en septiembre de 2015. Apenas llevamos un año y medio.
¿Cuáles eran vuestras prioridades?
Antes de nada teníamos que organizarnos. Creamos las vocalías de urbanismo, medio ambiente, comunicación, cultura... lo típico, vaya. La vocalía de urbanismo es la más activa entre las asociaciones de vecinos, pero quisimos darle mucha importancia a la de medio ambiente para concienciar sobre la contaminación que sufre el barrio, que es algo invisible y de lo que no se habla mucho en el distrito. Luego la vocalía social salió prácticamente sola, por pura inercia del día a día.
Cuando conseguimos consolidarnos, entonces nos volcamos con el barrio. La Taula d'Entitats de Sarrià estaba prácticamente muerta y decidimos buscar apoyos con las asociaciones más activas del barrio, como la Casa Orlandai y el Centro Cultural Sant Vinceç de Sarrià, para reactivarla. Y en eso estamos. Hace dos años, cuando no estábamos en la junta, ya conseguimos que las principales asociaciones del barrio se coordinaran para la celebración de Sant Joan. Parece una tontería, pero antes cada una lo hacía por su cuenta y se pisaban.
Has comentado que la vocalía social nació prácticamente sola.
Nosotros notamos en seguida que había una necesidad de servicios sociales en el barrio. Muchos de nuestros socios son gente mayor y pasaban por la asociación a pasar el rato, sin pedir nada concreto. Nos enteramos de que había muchos casos de emergencia habitacional, pero que nadie lo sabía. El mes pasado, por ejemplo, tuvimos el mismo número de casos que en Sant Martí. Por eso nos implicamos en el Projecte Radars. En Sarrià hay muchas viudas de profesionales liberales que igual tienen una pensión de 500 euros y viven en un piso que no pueden mantener. Quizá sus maridos sí podían hacerlo por su profesión, pero como cotizaban como autónomos les ha quedado una pensión irrisoria.
Luego está el tema de los refugiados.
El tema de los refugiados fue más de rebote, por la inquietud que había entre la gente, sobre todo entre los padres de la Escola Orlandai, e intentamos darle un empujón. En Sarrià-Sant Gervasi Refugi está metida la Taula d'Entitats, otras asociaciones de Sarrià y Sant Gervasi. Es un proyecto de sensibilización, para que no tengamos que escuchar cosas como “que con el paro que hay aquí, por qué tenemos que acoger gente de fuera”. Son argumentos fuera de lugar. La gente se está muriendo en el mar y eso no puede ser, no podemos estar sin hacer nada.
Supongo que están satisfechos con el proyecto inicial de la futura Biblioteca de Sarrià.
Esa era nuestra principal reivindicación, pero era una cuestión más o menos sencilla porque cuando llegamos ya estaba en marcha. Es un tema que se arrastraba desde hace casi 20 años. En principio el solar donde se construirá la biblioteca tenía que ser la sede técnica del distrito, pero tras muchas negociaciones y retrasos el Ayuntamiento aceptó la reivindicación del barrio y el nuevo edificio combinará ambas cosas. Es una inversión importante que estaba pendiente desde hace mucho tiempo y que ha ido pasando de mandato en mandato porque el presupuesto para el distrito es mínimo. Estaremos atentos para que se cumplan los plazos.
¿Cuál es el siguiente reto?
El tema que más preocupa ahora a la asociación es la Via Augusta, que está en lista de espera desde los Juegos Olímpicos. Nos dijeron que había que construir la Via Augusta y las rondas a toda prisa porque llegaban los juegos y ahí se ha quedado, una autopista que cruza el barrio y lo ha partido por la mitad. Y sin urbanizar. La entrada a Barcelona desde aquí es patética. Es una actuación tan grande que no sabemos ni por dónde empezar.
Durante mucho tiempo CiU y el PSC nos utilizaron como campo de batalla para sus disputas políticas y nunca se ponían de acuerdo. En la zona de las antiguas cocheras de Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) había un proyecto muy bonito para hacer un parque que hacía que Tres Torres entrara en Sarrià. No se ha hecho nada de eso.
¿Qué pasa en la calle Major de Sarrià?
Es algo bastante dramático. Las aceras de la calle por la parte de arriba del Passeig de la Bonanova son muy estrechas. Hay gente mayor que va en silla de ruedas y no puede salir de casa porque no caben. Es una zona que está muy abandonada. Había una propuesta para hacer que fuera una calle de plataforma única (calzada y aceras al mismo nivel), pero luego había que renovar todos los servicios básicos y se complicaba todo. Llega un momento que tantas complicaciones nos abruman: que se limiten a ensanchar la acera y ya está.
¿Estáis satisfechos con el proceso participativo para la Llosa de Sarrià?
Se tendría que haber hecho de otra forma. Hubo una confusión creada por el Ayuntamiento sobre qué estaba realmente en discusión. El Ayuntamiento dice que hablaban de la parte central y que ya hay aparcamientos en otra zona, pero nosotros consideramos que es una acera y que, por lo tanto, toda la plataforma debe estar libre de coches.
¿Y dónde aparcarán los vecinos?
Cuando se hizo la reforma del Mercat de Sarrià, no se construyó un aparcamiento como en otras reformas y ahora dicen que no hay suficiente aparcamiento para los clientes. Fue un error de planificación. Para nosotros la solución pasa por hacer que el Passeig de la Bonanova tenga un solo carril para circular los fines de semana y el otro se utilice como aparcamiento. Otra opción sería que los dos aparcamiento de B:SM, que están infrautilizados, habiliten una planta con precios especiales para vecinos, como si fuera una zona verde.
También comentabas que en el barrio el problema de la contaminación es invisible.
Sarrià es una de las entradas de Barcelona. Tenemos la Ronda, los Túnels de Vallvidrera, la Via Augusta... Hace años que pedimos un sensor en la Plaça Borràs. Cuando vas allí no se puede casi ni respirar, la contaminación se mastica. Y ves a los niños jugando en medio de tanta porquería. Somos una zona muy sensible. Hay muchísimas escuelas en el barrio y todos los padres traen a sus hijos en coche. Queremos que la gente venga en transporte público. No entendemos por qué no ponen el sensor.