Sarrià, un lunes de agosto a las 12 del mediodía. Las calles, habitualmente animadas por familias y jóvenes, están desiertas. Es una imagen habitual de la temporada vacacional: persianas bajadas, plazas silenciosas y un ritmo pausado que contrasta con el bullicio veraniego que se vive en otras partes de la ciudad. Metrópoli ha salido a la calle para preguntar cómo se vive en este barrio durante la temporada vacacional.