Barcelona es célebre por sus amplias avenidas, monumentos icónicos y una arquitectura espectacular que deja sin palabras a quienes la visitan. Sin embargo, entre el bullicio y el ritmo acelerado de la ciudad, también se encuentran espacios tranquilos que brindan un respiro a aquellos que buscan un momento de calma. Uno de estos rincones es una plaza encantadora y discreta que muy pocos conocen.
A simple vista, podría parecer un patio privado, ya que no hay barreras que limiten el acceso. Hablamos de la plaza de Sant Gaietà, situada en el barrio de Sarrià-Sant Gervasi. Es un lugar diminuto, pavimentado con baldosas rojas y rodeado de flores que son cuidadas con esmero por los residentes de la zona.
Un refugio en el corazón de Barcelona
Este espacio es un ejemplo claro de la tranquilidad que puede ofrecer una gran urbe. A diferencia de las populares Ramblas o la plaza de Catalunya, Sant Gaietà permanece fuera del radar turístico, lo que la convierte en un refugio ideal tanto para los locales como para aquellos visitantes que desean alejarse de las multitudes.
Conocida cariñosamente como "el raconet", la plaza de Sant Gaietà es un espacio romántico y muy escondido, de los pocos que aún se conservan en la ciudad. La rodean diez pequeñas casitas bajas y se accede a ella a través de un estrecho callejón detrás del Mercado de Sarrià, en la calle Dalmàcia, un rincón difícil de localizar. Es un pequeño oasis urbano, lleno de macetas y plantas que los propios vecinos cuidan con dedicación. Entre todas las flores que adornan la plaza, destaca una buganvilla, que se ha convertido en la verdadera joya de este espacio.