La célula yihadista a la que se atribuyen los atentados de Cataluña estaba esperando a que se secaran los explosivos que tenían preparados para atentar contra monumentos e iglesias, entre ellas la Sagrada Familia, según declaró a los Mossos Mohammed Houli Chemlal, el herido en la explosión de Alcanar.
Houli, en prisión incondicional desde la pasada noche por los delitos de integración en organización terrorista, asesinato, depósito de explosivos y lesiones, se ratificó en lo que había manifestado previamente ante los Mossos d'Esquadra tras su detención que se produjo tras la explosión de la casa de la localidad tarraconense donde resultó herido.
Una vez secos, los iban a trasladar a furgonetas para hacerlos luego explotar en varias iglesias y hablaron de la Sagrada Familia como uno más de esos templos, ya que era el monumento más conocido de la capital catalana.
Houli también ratificado ante el juez Andreu que el grupo preparaba un ataque terrorista mucho mayor que el atropello masivo en la Rambla de Barcelona y el segundo ataque en Cambrils.
FURGONETAS CON EXPLOSIVOS
Tal y como trascendió horas después del atentado en el centro de la capital, la célula terrorista, formada por una docena de personas, quería detonar tres furgonetas llenas de explosivos en tres puntos neurálgicos de Barcelona. De hecho, los terroristas yihadistas que han atentado en Catalunya disponían de tres furgonetas que habían alquilado en Santa Perpètua de Mogoda (Barcelona).
Fue la detonación en Alcanar, de la que se salvó Houli, la que truncó todos los planes. La finca, que los Mossos sitúan como escenario donde se preparaban los explosivos, sufrió una deflagración, lo que aceleró el atentado con el plan B: un atropello masivo.
Este lunes también se desprendía de las declaración de los cuatro detenidos que el imán de Ripoll Abdelbaki Es Satty, cerebro de los atentados, planeaba inmolarse. Este miércoles, se conocía que desde Bélgica ya se sospechaba sobre el comportamiento del imán y así se lo hizo saber a España.
UN IMÁN EN EL PUNTO DE MIRA
En concreto, la alerta vino desde la localidad de Vilvoorde, vinculada a los atentados de París y Bruselas. Fue su alcalde, Hans Bonte, el que trasladó a las autoridades españolas que la propia comunidad musulmana de la zona sintió recelos hacia el imán, pero ni a un gobierno ni al otro les constaba que tuviera vínculos directos con actos terroristas.
Es Satty vivió a principios de 2016 en esta pequeña localidad situada a 12 kilómetros de Bruselas, donde no encontró apoyo y sí muchas reticencias. Según asevera el alcalde, "pese a que no había pruebas ni antecedentes, la comunidad musulmana de la zona decidió expulsarle de la mezquita" y que fueron ellos " los que se dirigieron directamente a la Policía y eso no siempre es así en otros lugares", ha detallado Bonte en una entrevista a la agencia EFE.