Seis vecinos de Barcelona se topan con tres carteristas en la estación de metro de Diagonal. Su primera reacción es soplar con fuerza sus silbatos mientras gritan: “¡Carteristas, carteristas! ¡Son carteristas!”. Siguen sus pasos para que abandonen la estación sin dejar de hacer ruido. Los carteristas se encaran a uno de ellos y los viandantes contemplan la situación con incredulidad. A los cinco segundos aparecen dos policías vestidos de paisano y se los llevan del brazo.

Los vecinos que han protagonizado esta escena son integrantes de Patrulla Ciudadana, un grupo de unas 40 personas liderado por Eliana Guerrero, propietaria de una agencia inmobiliaria. Se organizan a través de WhatsApp y recorren a diario el metro de Barcelona, señalando carteristas a base de silbatos y gritos de “carterista”. Su objetivo es evitar que roben a los pasajeros. En el caso de que se resistan, los retienen hasta que llega el personal de seguridad o la policía. Y aunque no haya nadie a la vista con intención de robar, alertan a los pasajeros. “Somos la Patrulla Ciudadana. Vigilen sus móviles, mochilas y bolsillos. ¡Hay carteristas en el metro de Barcelona!”, informa Àngels.

De los seis miembros que hoy han salido a patrullar, Guerrero, Àngels, Angie y Álex llegaron a este grupo por la misma razón: habían presenciado como los hurtos son habituales en ciertos barrios de la capital catalana. “Yo lo veía a diario, pero pasaba porque creía que eso no me afectaba. Mi mentalidad cambió cuando, 12 años atrás, vi cómo robaban un estuche a unos turistas. Al percatarse de que solo había insulina en su interior, lo lanzaron al andén contrario. Fue entonces cuando empecé a moverme”, recuerda Guerrero.

 

Eliana Guerrero, atenta, en el metro de Barcelona



MÁS DELINCUENCIA

Según los Mossos d’Esquadra, durante el primer trimestre de 2019 se han registrado 3.706 delitos, lo cual representa un aumento del 29,5% respecto a los 2.862 casos denunciados en el mismo periodo de 2018. Esta tendencia al alza también afecta a los hurtos, que han incrementado un 10,8%. Se ha pasado de los 29.160 de 2018 a 32.302.

Parte de estas cifras se han materializado en el barrio de Sant Antoni. Después de ver cómo la cantidad de hurtos también se disparaba en sus calles y que algunos vecinos no optaban por interponer una denuncia, 192 comerciantes del barrio unieron sus fuerzas para crear el grupo Comerciants Sant Antoni per la Seguretat, según cuenta Isabel Blanco, propietaria de una cafetería. Juntos han impulsado la campaña Vigila, que consiste en despertar conciencia entre los vecinos repartiendo flyers y colgando carteles por sus calles que dicen: “Si ves algo extraño, llama al 112”. “Queremos concienciar que la inseguridad es un problema de Sant Antoni. Nuestro objetivo es ser los ojos de la policía, no los puños de la policía. No queremos que los vecinos vayan a pegar al ladrón, queremos que se involucren más, que hagan ruido, que llamen al 112, que sean más proactivos”, indica Blanco.

Otra iniciativa ciudadana que habla de devolver la seguridad a Barcelona es Tsunami Veïnal. Eva Vila, una de las integrantes de esta agrupación formada por vecinos de 16 barrios distintos, explica que tienen un portavoz por barrio que se encarga de trasladar a las autoridades pertinentes las reivindicaciones de los vecinos que conforman Tsunami Veïnal, como que la iluminación es insuficiente en ciertos puntos de la ciudad o que en el Fòrum o Diagonal Mar no hay casi nadie por la calle al caer la noche. “Si alguien tiene una sensación de inseguridad, es porque hay algo que no está bien, y eso se tiene que trabajar”, recuerda Vila.

LAS FACETAS CONTROVERTIDAS

Más allá de las iniciativas que se desarrollan en los espacios públicos, hay otras que actúan desde la red, como Helpers Bcn. Se trata de una cuenta de Twitter anónima que informa y dibuja un mapa de la ciudad donde se perpetran presuntos delitos. “Hace un mes, por ejemplo, la policía consiguió detener a un ladrón gracias a que habíamos difundido imágenes suyas en las redes. Además, días antes, esta misma persona había amenazado de muerte a un vecino que nos lo notificó”, asegura uno de los vecinos 70 vecinos que están detrás de esta cuenta. Ha preferido no revelar su identidad.

La razón por la cual Helpers Bcn ha avivado polémicas entre algunos vecinos es porque suele informar de la nacionalidad de los supuestos delincuentes. Por su parte, alegan que “no señalamos a nadie por su perfil étnico, señalamos a las personas por sus actos delictivos. Hemos usado palabras como ‘calvo’, ‘pelo oscuro’, ‘piel clara’, ‘piel oscura’ o ‘aspecto nórdico o árabe’... La descripción física es el dato más importante para hacer una denuncia de un hecho delictivo”. La opinión de Ángel Cordero, miembro de la asociación de vecinos Acció Raval, difiere por completo. Para él, apuntar a etnias en concreto genera odio. “Si un periodista hablara de un delincuente diciendo que ‘es de origen andaluz’ porque su padre nació allí, toda España lo acusaría de racista”, sostiene.

Por mucho que El Raval sea uno de los lugares de Barcelona donde la delincuencia está más arraigada, Cordero también discrepa sobre la existencia de patrullas ciudadanas. ¿La razón? Cree que solo la policía tiene la potestad de patrullar. “Estos grupos acaban decidiendo ellos solos a quién consideran delincuente, qué delito creen que ha cometido y pueden llegar a aplicar la pena que les da la gana”. Más que actuar como justicieros, opina que lo que debería hacerse es, por ejemplo, reclamar a la policía que haga bien su trabajo “si no lo está haciendo bien”.

12 AÑOS PERSIGUIENDO CARTERISTAS

Guerrero observa desde la ventana del metro, a la espera de  localizar a algún carterista en el andén. Tres músicos se arrancan a tocar la canción del Despacito y ella no puede evitar dar palmas y cantar “Deeeees-pa-ci-to, quiero respirar tu cuerpo despacito”, sin apartar la mirada de la ventada más de 5 segundos. Su actitud deja entrever que ahuyentar ladrones está completamente integrado en su rutina.

Sin rebajar un ápice su actitud vigilante, Guerrero cuenta que tiene la capacidad de reconocer fácilmente carteristas porque lleva 12 años “en esto”, ha recopilado fotos de muchos de los que se ha encontrado a lo largo del tiempo e hizo un curso de programación neurolingüística (PNL) que le sirve para reconocer algunos gestos sospechosos. “La mayoría de gente que espera el tren está mirando el móvil y ellos no lo hacen, es recurrente ver como deciden con la mirada a quién van a robar y se mueven con una actitud vigilante”, explica.

Combatir a los carteristas en el metro ha llevado a Guerrero a ser blanco de múltiples agresiones: le han tirado una botella de zumo por encima, le han escupido en muchas ocasiones y hasta le han propinado puñetazos. En los casos más extremos, ha optado por utilizar un spray pimienta. No le agrada recurrir a esta opción y recordar las veces en las que ha estallado la violencia le deja mal cuerpo. Pero para ella, todo ese malestar se minimiza cada vez que siente el calor de la gente. “Los aplausos, agradecimientos y saber que hemos ayudado a otras personas a volver a casa con sus móviles, los recuerdos que guardan en estos y su dinero, no tiene precio”, cuenta emocionada y añade: “Si hoy hemos encontrado a un total de 4 carteristas, habremos evitado como mínimo unos 4 robos”. Es hora de volver a casa.

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