La Audiencia de Barcelona juzgó el martes a un hombre acusado de hacer tocamientos a un niño de siete años en Sant Quirze del Vallès en 2014. El sospechoso vivía en casa de los padres, compartía habitación con la víctima y los progenitores lo consideraban como un tío para el pequeño. La madre denunció el caso a los Mossos d’Esquadra al detectar movimientos extraños entre ellos en la cama. Ahora la Fiscalía pide nueve años de prisión por agresión sexual porque entiende que el hombre se aprovechó de la “relación de superioridad” entre ambos y que amenazó con matarle a él y a su familia.

Antes de esa noche de junio, los padres nunca vieron ningún movimiento sospechoso. Pero ese domingo al llegar a casa y entrar en la habitación del pequeño, la madre observó “gestos muy raros”. “Estaba despierto, asustado y tenía un color rojizo. Le pregunté qué había pasado y no dejaba de llorar”, declaró este martes ante el juez como testigo. El acusado era amigo de la familia, en especial del padre. Ambos se consideraban “hermanos”.

“ME SENTÍ HUMILLADO”

El presunto abusador niega los hechos y señala que "el niño ya dormía cuando la madre apareció en la habitación". Tras la sorpresa, abandonó el domicilio, donde vivía gran parte de la semana y jamás regresó. Al día siguiente, volvió con su motocicleta para recoger al padre de la víctima y dirigirse a la fábrica donde trabajaban. Aquel fue el último día que acudió a su puesto de trabajo, que consiguió gracias a la amistad del padre con el dueño.

Al mediodía, cuando el investigado iba a entrar en el bar donde cada día almorzaban y donde también estaban los abuelos del niño, el acusado abandonó el local. “¿Si era inocente por qué se fue?”, se pregunta la madre. “Me sentí humillado”, argumentó el acusado, que subrayó la “buena relación” con el menor con el que se quedaba largas noches a solas mientras la pareja estaba fuera.

UN NIÑO EXTROVERTIDO

Momentos antes de empezar su declaración, la madre se derrumbó ante el juez. Tras recomponerse, explicó que el niño y el acusado se encontraban juntos en una de las dos camas y que, cuando entró, se incorporaron de golpe. Reconoce que ella nunca vio tocamientos y que su hijo no le contó en qué consistieron los abusos, pero que se decidió a denunciar tras un informe psicológico del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona que acreditaba la existencia de estos.

“Era un niño muy extrovertido y se volvió introvertido. Nos cambiamos de piso a los quince días y también del equipo de fútbol donde jugaba”, relató la madre. El menor nunca quiso hablar de lo sucedido con su familia. Su padre, que dijo no recordar muchas cuestiones a preguntas del juez, explicó que renunciaron al abogado porque su hijo quería pasar página.

DEFENSA DEL HERMANO

Durante el juicio también declararon como testigos el hermano del presunto abusador y su pareja, que negaron cualquier abuso. Ambos estuvieron con los padres del niño mirando un piso durante media hora y regresaron juntos al domicilio. El hermano del acusado aseguró que el menor se encontraba en otra cama diferente y cargó contra la madre por acusar falsamente al acusado: “Es un demonio, una mala persona”, afirmó. “Se sintió acusado y se asustó y se marchó. La familia lo miraba mal y decidió desaparecer”, intentó justificar el hermano del presunto abusador.

Según la cuñada del acusado, las acusaciones responderían a una estrategia de la madre para deshacerse del hombre. “Le molestaba que estuviera sin realizar ninguna aportación económica. Él y el padre del niño pasaban mucho tiempo juntos y la madre quería tener intimidad con su pareja”, explicó.

El abogado del acusado, Jaime Sanz, apuntó a las supuestas “contradicciones” de la versión del niño cuando dijo que los abusos se produjeron en una ocasión y, en una segunda declaración, señaló que habían habido más. Para el letrado, también es sospechoso que el menor dejara de acudir al psicólogo al mismo tiempo que la acusación particular se retiró del caso.

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