Rosa Peral, acusada de matar junto a su amante Albert López a su entonces pareja Pedro Rodríguez, ha afirmado este miércoles que López tenía un "odio tremendo" hacia la víctima. Peral declara esta mañana en la Audiencia de Barcelona en el juicio del crimen de la Guardia Urbana. El fiscal sostiene que ambos mataron a Rodriguez en un plan premeditado porque obstaculizaba su relación. Ambos se acusan mutuamente del crimen. 

El fiscal del caos, Félix Martín, intenta acorralar a Peral describiendo la relación sentimental que la acusada mantenía con López. La exguardia urbana ha negado en todo momento que existiera una relación con el otro sospechoso. "No entiendo que fuera una relación. Sí tuve una con Pedro, aunque fuera más corta", ha manifestado. 

EL ANILLO DE COMPROMISO

La versión de Rosa de lo que sucedió ese 2 de mayo de 2017 es que Albert vino a su casa y mató a Pedro. "Él tenía cierta negatividad hacia Pedro", ha asegurado delante del juez y el jurado popular que determinará la culpabilidad o inocencia de la acusada. "Dijo que Pedro se había metido en nuestra relación, pero él me había apartado tiempo atrás", ha señalado. 

El fiscal ha insistido en el idilio amoroso entre los dos acusados relatando que López le compró un anillo de matrimonio a Peral que ésta se puso. "Para mí no significaba nada el anillo", se ha defendido. Martín ha seguido bombardeando a la acusada con pruebas de la relación, esta vez, con un correo electrónico en el que la acusada le decía a López: "Solo tu me tendrás". 

UN ALBERT EGOÍSTA

 

Peral ha descrito en sede judicial a un Albert egoísta, que no quería implicarse en ninguna actividad que realizaban sus hijas. Para justificar el relato de una amiga de Peral, que decía que las niñas jugaban con Albert, ha explicado que sus hijas son muy sociables. "Se llevan bien con todo el mundo", ha apuntado.

En el último mes y medio, las acusaciones particulares y la Fiscalía han aportado numerosos testigos (policías, forenses y compañeros de la urbana de la víctima y los acusados) que apuntan a la culpabilidad de los acusados, que han evitado cruzarse la mirada en todo momento.

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