La última conexión del Whatsapp de Julián Beltrán es de las 15.02 horas del 7 de enero. A las 15.30 su madre le habla, pero no obtiene respuesta. A partir de aquí la pista de este barcelonés de nacionalidad colombiana se pierde. Han pasado 33 días y no hay ninguna pista que indique qué le ocurrió a este joven tras una fiesta clandestina en el municipio de Collbató (Barcelona), a los pies de la montaña de Montserrat. Su madre, Lilian Rivera, tiene claro que su hijo no se pudo perder en el macizo. "Los que estuvieron en la fiesta saben qué pasó", advierte.

Beltrán nunca ha sido muy de fiestas. Lo explica Mònica Gil (20 años), su exnovia, que estas semanas acompaña a Rivera a las numerosas entrevistas a las que acude sin descanso. Lo hace con la esperanza de que una noticia remueva alguna conciencia de alguien que sabe y no se atreve a hablar, o que consiga, de algún modo, terminar con la agonía de ir a ciegas. Tampoco acostumbraba a consumir alcohol, ni mucho menos drogas. Pero el 6 de enero se dirigió a una casa de la urbanización del Bruc donde se organizaba una fiesta ilegal. Fue a partir de octubre, cuando rompió con Gil, que empezó a asistir a fiestas, a "desordenarse", relata su madre.

VERSIONES CONTRADICTORIAS

Los participantes de la fiesta ofrecen explicaciones contradictorias, según Rivera y Gil. Unos dicen que lo vieron llegar a las 23.00 horas del 6 de enero y otros que lo hizo a las 03.00 horas del 7 de enero. "Me dijeron que mi hijo quería ir a la montaña porque era el elegido y que se quería ir para allí", suelta con sorna la madre. Unos dicen que consumió drogas, ácido y tusi (conocida también como cocaína rosa). Otros lo niegan y explican que, por la noche, estaba tranquilo, y que fue por las mañana, desayunando, cuando transmitió al resto de personas que quería irse a la montaña.



Mònica Gil (izquierda) y Lilian Rivera, en la redacción de Metrópoli Abierta / G.A

 

"De pronto ingresó en la montaña y puf, se perdió", relata la progenitora colombiana, que hace unas semanas aterrizó en Barcelona para implicarse en la búsqueda de su hijo después de que la diplomacia de los dos países le facilitara el viaje. En la familia, las alarmas saltaron el 8 de enero, cuando el chico no respondía a ninguna llamada, mensajes telefónicos ni a través de Facebook. Su hermana, de 16 años, empezó a hablar con alguno de sus amigos por las redes sociales. El 12 de enero, uno de sus mejores amigos en Barcelona denunciaba la desaparición a los Mossos d'Esquadra.

INVESTIGACIÓN ABIERTA

"La investigación no se ha cerrado. Se están haciendo gestiones con los elementos que existen", señalan fuentes de la policía catalana. El pasado domingo, Beltrán se lanzó a la montaña de Montserrat junto a una quincena de amigos y voluntarios. Batieron la zona boscosa con equipos de rescate y perros. Días antes lo habían hecho los Mossos, que usaron un helicóptero. También usaron perros y bucaron en un pozo, pero no hallaron ninguna pista. Los agentes disponen de las últimas llamadas y la última ubicación del teléfono del joven, aunque no es muy precisa. 

Beltrán compartía piso con tres personas en la avenida de Can Baró del barrio homónimo de Barcelona. Todos abandonaron el apartamento tras la desaparición del joven. "No sabemos qué clase de personas eran, si tenían antecedentes o si les dio miedo que fuera la policía a hablar con ellos", opina Rivera. Al igual que un amigo de su hijo ella tampoco cree la versión del resto de participantes de la fiesta. "Cómo es posible que sea el único que se perdiera", se pregunta. Tampoco se cree la historia de un compañero de piso sobre los misterios que alberga Montserrat y las historias de personas que se pierden en el montaña de piedra. "Si miras la montaña y te pierdes, sabes que tienes que ir para atrás. Es todo llano", explica Gil.

'EL FRESA'

La fiesta electrónica tuvo lugar en una casa del número 6 de la calle de Monestir, según el periódico argentino Infobae. A la juerga acudió un grupo de personas de origen venezolano, entre los que se encontraban unos pinchadiscos que organizan fiestas ilegales. Eran amigos recientes que había conocido en alguna fiesta. No pertenecían al círculo íntimo de Julián. Los que lo conocen bien, sus compañeros de trabajo por ejemplo, no se explican cómo desapareció El Fresa, como le llaman, por su gusto por ir siempre bien arreglado y peinado. "Lo quieren mucho, es el chiquitito del grupo", comenta Lilian, que explica que le ayuda en la búsqueda.

La casa donde tuvo lugar la fiesta del 6 de enero en Collbató / GOOGLEMAPS



 

¿Tenía Julián algún enemigo? "Caía bien a todo el mundo, todos lo quieren. Siempre da todo con todos. Nadie tiene quejas de él, hasta la policía dice que es un buen muchacho", afirma Gil, quien está convencida de que su expareja nunca dejaría a su madre y su abuela con esta tremenda incertidumbre. Su madre lanza un mensaje: "Si alguien lo tiene, o si de pronto mi hijo debe plata que me lo digan. Si alguien sabe el paradero y le da miedo hablar que envíe un anónimo. Que lo hagan rápido porque ya lleva 31 días desaparecido y no sabemos absolutamente nada", suplica.

UNA MADRE QUE NO SE RINDE

Beltrán viajó solo a Barcelona en 2018 con 19 años. Siempre tuvo claro que se iría a otro país, en busca de aventuras. Se formó como barbero en su Bogotá natal, donde empezó a trabajar, oficio que siguió desarrollando en la ciudad condal. En su última conversación, le contó a su madre que su ilusión era comprar una casa. Lilian no se da por vencida y ya piensa en regresar a la montaña. "Esta vez iré por el otro lado, por Collbató", asegura.

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