"Peleas, ruidos, drogas y muy mal ambiente". Así definen vecinos del barrio de Navas (Sant Andreu) un local en el que los conflictos son muy frecuentes. Según relatan a Metrópoli, las discusiones están habitualmente protagonizadas por clientes de origen magrebí que suelen "trapichear por las noches".

Se trata del Bar Gabardi, ubicado en el cruce de la calle de Murcia con la calle de Espronceda. Durante la noche del pasado sábado, 22 de enero, hubo una discusión en la que tuvieron que intervenir los Mossos d'Esquadra. Según varios residentes en la reyerta uno de los implicados agredió a otro con una navaja. No obstante, la policía catalana no ha podido confirmar a Metrópoli que se localizasen armas blancas.  

HECHOS RECURRENTES

Residentes de los edificios adyacentes al local aseguran que no les sorprendería en absoluto que se hubiese producido un apuñalamiento. "Este tipo de conflictos sucede muy a menudo. La policía ha venido muchas veces pero sigue sucediendo", añaden.

Otro vecino, que hace dos años era cliente del Gabardi, explica que la dueña, una mujer de origen chino, "ha tratado de alejar varias veces a este tipo de clientes conflictivos". "En una ocasión presencié cómo le arrancaron una cadena del cuello de forma violenta mientras atendía a unos clientes", explica. 

MALAS PRÁCTICAS DEL LOCAL 

Otros testimonios aseguran que, más allá de la problemática clientela, el local no actúa correctamente. "El propio bar fomenta este tipo de conductas", cuenta Marcos, propietario de un piso muy cercano al bar. "No respeta las limitaciones horarias y en muchas ocasiones abre a puerta cerrada", añade. 

Además, recibió una sanción de la Inspección de Sanidad por el mal mantenimiento de los alimentos y la supuesta presencia de insectos. Desde entonces, un cartel de "cerrado por reformas" luce en sus persianas. No obstante, la puerta central casi siempre está entreabierta –tal y como ha podido comprobar este medio– y Marcos asegura que hay interacción constante

Cartel de "cerrado por reformas" en el bar Gabardi / METRÓPOLI

PELEAS

La discusión del sábado –fecha de la pelea más reciente– se produjo después de las 01:00 horas, momento en que los bares y restaurantes deben cerrar por las restricciones para frenar el coronavirus. Además, María, otra exclienta, asegura que ya abría a puerta cerrada en horas no permitidas antes de la pandemia –ya que la licencia les permite abrir hasta las 03:00 horas–.

"Ha perdido la mayoría de clientes fieles por el tipo de clientela que se concentra ahora mismo en el bar", explica. No es de extrañar ver que los que frecuentan el local lleven cuchillos o navajas encima: "Lo hemos visto más de una vez", sostiene María. 

Calle Murcia, donde se encuentra el otro local de la misma dueña / METRÓPOLI

OTRO BAR 

La actual arrendataria del local, hace prácticamente dos años, también trabajaba en el restaurante de enfrente: Casa Ani. Según los vecinos, se convirtió en un bar de menús correcto, al que acudían los residentes de la zona y no había ningún problema. No obstante, poco a poco pasó a ser un foco de conflictos. 

Más adelante, adquirió el bar Gabardi y realquiló Casa Ani a un nuevo equipo que duró muy poco. Marcos explica que los nuevos arrendatarios apartaron por completo a la gente conflictiva, pero el negocio no fue rentable y abandonaron el establecimiento, que ahora está cerrado y sin ningún indicio aparente de actividad.

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