Di y David han dedicado sus vidas a dar a su hijo todas las oportunidades que ellos nunca tuvieron y por fin pueden ver a Jack a sólo un paso de la universidad. Lo que no esperan ninguno de los dos es que la difusión de un vídeo de contenido sexual ponga en jaque toda su carrera. Cada nuevo hallazgo sobre lo ocurrido, lejos de arrojar algo de luz al caso, revela secretos aún más oscuros del hijo, pero también de ellos mismos.
Con '4 minuts, 12 segons' James Fritz examina al mismo tiempo lo que esconden las relaciones familiares y de pareja, el papel de la tecnología en la sociedad y el machismo inherente en la misma.Traducido al catalán para la ocasión, el aplaudido thriller sube al escenario del Verus Teatre de la mano de Sílvia Sabaté y Jordi Cadellans bajo la batuta de Pep Duran.
-Sus personajes parten de una situación aparentemente normal y acaban llegando a un punto de no retorno.
Sílvia Sabaté: Sí. Mi personaje es una madre normal y corriente que un día llega a casa y se encuentra una camiseta manchada de sangre. Empieza a preguntar y a ver que tanto su hijo como su marido le esconden secretos. Al final acaba descubriendo cosas que nunca se habría imaginado y que posiblemente no quería saber, y eso la destroza.
Jordi Cadellans: El padre también parte de lo que parece una situación relativamente normal, pero la diferencia es que él desde el principio ya tiene sus secretos. Esto desencadena acciones-reacciones para salvar a su hijo, pero, sobre todo, para salvarse a sí mismo. Al final, el protagonista enseña una parte que no sólo su mujer desconocía, sino que él mismo no sabía que tenía. Evidentemente, como actor es un personaje complejo, porque juega constantemente a esconder, pero esto es lo que lo hace especialmente atractivo.
-El detonante de toda la trama es un vídeo de contenido sexual del hijo que circula por la red, una situación que se ha convertido en frecuente entre adolescentes. ¿Se han sentido próximos a estos padres?
S.S.: Da la casualidad que ninguno de los dos somos padres, pero, por lo menos yo, empaticé en seguida con el personaje. Nunca he querido ser madre pero con el papel me di cuenta de que todas tenemos instinto maternal. Ha sido muy bestia porque la emoción sale sola al ponerte en la situación y entiendes los sentimientos encontrados que pueden surgir en una madre.
J.C.: Sí, exacto. Además, esta exposición pública a la que estamos sometidos en un mundo en el que todo aparece en las redes sociales es algo que todos conocemos muy de cerca. Creo que por eso se hace tan fácil ponerse en la piel de estos padres que afrontan una situación que parte de esta problemática, de un hijo que ha grabado un video sexual y se ha acabado difundiendo.
-Aunque en un inicio la madre actúa como progenitora, protegiendo a su hijo, después acaba viéndose como su condición de mujer puede con ello.
S.S.: Exacto. La madre empieza mirando por la protección de su hijo y pensando en lo mejor para él. Pero después ve que está por encima el hecho de ser mujer y eso hace que se solidarice con el otro personaje femino implicado, aunque eso quiera decir hacerle daño a su propio hijo. Por eso nunca puede dejar de retraerle su comportamiento ni olvidar lo ocurrido.
-Y de la misma forma, el padre es también, por encima de todo, un hombre producto de una sociedad patriarcal.
J.C.: Totalmente. Para mí ha sido muy interesante porque es algo latente en todas las sociedades, en algunas de forma más evidente y en otras se intenta hacer ver que esto se ha superado, pero no es así. Por eso es interesante ver cómo hemos aprendido a convivir con el machismo, de forma que mientras no haga demasiado ruido y no haga demasiado daño, es algo a lo que estamos habituados, incluso las propias mujeres. Cuando a este personaje le sale la vena más machista, de macho alfa que defiende a su familia, a su “prole”, deja ver toda su parte oscura, que en realidas siempre está ahí, por mucho que intente esconderla. Es un tipo de hombre que me produce rechazo, pero que como actor me encanta poder hacer, meterme en esa lógica tan perversa, en esa historia horrible que él intenta justificar.
-Ambos son caras conocidas de TV3, ¿habían coincidido antes?
J.C.: Hemos trabajado en la misma casa, pero curiosamente nunca habíamos coincidido. Y ahora míranos, haciendo de pareja. Son las cosas del teatro, que no conoces a alguien y al día siguiente pasáis a ser marido y mujer (ríe).
-También comparten escenario con dos actores de una generación más joven, Judith Aguilar y Carles Pulido. ¿Notan formas distintas de encarar la profesión?
S.S.: Todos tenemos nuestra forma de encararlo y de preparanos, pero lo importante es que cada uno ha llegado al mismo punto. La verdad es que ha sido muy divertido trabajar con ellos.
J.C.: Exacto. Por ejemplo, yo soy un desastre total y Silvia es ultrametódica (ríe). Pero aunque los métodos sean diferentes, siempre es maravilloso tener a gente joven en el equipo porque aporta muchísima frescura y dinamismo y creo que eso se nota en la obra.