Después de dos años y medio, vuelve Tristan und Isolde al Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Se trata de la culminación artística del compositor del Romanticismo, Richard Wagner, que revolucionó la música tonal con su ambigüedad armónica.
El equipo artístico de La Fura dels Baus ha elegido para la representación una escenografía minimalista donde resalta una semiesfera gigante de 5,2 toneladas. La ópera, con una duración de cinco horas y media contando los dos entreactos, se estrenará el próximo 28 de noviembre y se podrá ver hasta el 15 de diciembre.
El montaje ha llegado a Barcelona con un elenco excepcional protagonizado por la soprano sueca, Iréne Theorin, y el tenor alemán, Stefan Vinke, que ya triunfaron en su anterior paso por el Liceo con Der Ring des Nibelungen, cuyo compositor y libretista es también el talentoso Richard Wagner. La ópera está coordinada por Álex Ollé en la dirección escénica y Josep Pons en la musical. El reparto lo completarán voces wagnerianas de nivel como Green Grimsley, Sarah Connolly y Albert Dohmen.
La obra, que trata sobre el amor trágico, pretende llegar a todos los públicos. “Para mí Tristan und Isolde es una obra de emociones que narra el viaje interior de los personajes, dos antagonistas que acaban siendo los protagonistas de una historia de amor que les lleva a terrenos místicos y espirituales e incluso al éxtasis", afirma el director escénico Álex Ollé, quien cree que la pieza seducirá a los jóvenes.
LA SEMIESFERA COMO SÍMBOLO EN LOS TRES ACTOS
Lo que no pasará desapercibido a los espectadores es la semiesfera gigantesca presente a lo largo de la ópera. El destacado elemento representa una luna durante el primer acto, luego se transforma en el castillo del Rey Marke en el segundo y acaba siendo una losa que carga el personaje de Tristán en el último acto.
Esta escenografía de Alfons Flores y las videoproyecciones de Franc Aleu en la semiesfera contribuyen a la materialización del ideal wagneriano de “obra de arte integral” gracias a las imágenes que subrayan el libreto y la música.
Respecto a la duración de la ópera wagneriana, la directora artística del Liceu, Christina Scheppelmann, aconseja que el público "venga dispuesto a olvidarse del reloj en estos tiempos en los que somos esclavos del tiempo, porque si consigue hacerlo descubrirá una gran obra, que te regala cinco horas de placer y que se hace mucho menos pesada que otras más cortas".
El montaje que se estrenó en la Ópera de Lyon en 2011 es al mismo tiempo la traducción musical de la filosofía nihilista de Arthur Schopenhauer, quien defendía la música como único medio capaz de expresar el significado más profundo de la existencia.
El prolífico compositor Richard Wagner escribió Tristan und Isolde como consecuencia de sus sentimientos hacia Mathilde, la mujer de su protector y mecenas, Otto Wesendonck, un hombre de negocios que el compositor conoció en Zurich. La ópera es la representación de este amor platónico y frustrado que tanto marcó en la fuerte personalidad del genio alemán.