Si eres ‘torrija lover’, sigue nuestra particular ruta dulce por Barcelona. Estos son los locales que, sea por su fidelidad a la receta tradicional o por su peculiar reinterpretación, merecen un alto en el camino.
COURE
Para quienes son amantes de la cocina de autor, Coure, restaurante de Albert Ventura, es toda una referencia en Barcelona. Y en este establecimiento, la torrija es una auténtica estrella, tanto es así que sigue en la carta temporada tras temporada.
Perfectamente ejecutada, la elaboran con pan de brioche casero, al que quitan la corteza y lo dejan secar. Una vez duro, lo bañan unos 40 minutos en una infusión fría de nata, leche, cítricos, canela y cardamomo, a la que también echan una yema de huevo batida. Cuando está bien empapada, la escurren y en una sartén elaboran caramelo con azúcar moreno y mantequilla, y fríen la torrija al momento.
Se sirve con helado de caramelo. “Eso sí, hemos reducido un poco su tamaño porque antes la hacíamos muy bestia y había gente que se asustaba”, bromea Ventura.
GRESCA BAR
El chef Rafa Peña tiene la cualidad de convertir en oro cualquier ingrediente que toca. Y sin necesidad de filigranas ni orfebrería, sino simplemente gracias a eso que se tiene o no se tiene y que podríamos llamar talento. Un buen ejemplo de este don es una torrija espectacular, uno de esos postres gloriosos de los que podrías comer cinco en un abrir y cerrar de ojos sin sentirte especialmente llen@ ni pesad@ y disfrutando de un sabor y una textura incomparables. Ligeramente crujiente por fuera y muy suave y esponjosa por dentro, sin llegar a ser gelatinosa, la torrija de Gresca Bar es uno de los must de una carta impecable, en la que brilla con luz propia un bikini de lomo ibérico y queso comté que es ya una leyenda en Barcelona. Llega a nuestra mesa acompañada de un helado de chocolate espectacular y solo tiene un ‘pero’: está tan rica que te la acabas en dos bocados.
PLATA BISTRÓ
Plata Bistró ha pasado de ser joven promesa del panorama culinario local a estrella de la gastronomía más rutilante de la ciudad en muy poco tiempo. Con una carta que cambia a diario, según el mercado y el ingenio del chef, Víctor García Vilar, promete divertir día tras día y hacer gozar a los paladares más exigentes. Si en boca de todos está su tortilla de ostra –absolutamente sorprendente y exquisita-, otro de sus manjares que merece hacer historia es su torrija. Absolutamente fa-bu-lo-sa. La preparan con una espesa rebanada de brioche bañada en leche, caramelizada y con helado de vainilla.
EL CINCO
Una receta tradicional, sí, claro, en línea con el eje conceptual que predomina en la carta de este restaurante del ‘Upper Diagonal’, pero con un punto atrevido e innovador. No esperábamos menos de Josep Armenteros, expastelero de Gaig. Aquí la torrija sigue los estándares de elaboración de toda la vida, pero con un importante ‘pero’. Se elabora con panettone (de chocolate y frutos secos, y de elaboración casera), que se deja en remojo durante 24 horas en una infusión de leche fría (por eso queda así de melosa y húmeda). A continuación, se unta con manteca, se pasa por azúcar, se fríe a la plancha y… ‘voilà’! Con la compañía de una bola de helado con intenso sabor a vainilla, también de elaboración propia, nos encontramos ante una de nuestras mejores torrijas de Barcelona. ¿De dónde le vino la idea a Josep Armenteros de sustituir el pan por una rebanada de panettone? “En un viaje a Italia comí en un sitio muy cutre, pero a la hora del postre me sirvieron panettone frito y flipé”, explica.
A RESTAURANT (HOTEL NERI)
La torrija no deja de ser un postre de origen pobre, ya que era una manera de dar una segunda vida a los restos de pan rancio, que acababan convirtiéndose en un postre muy económico y nutritivo. Y eso a pesar de que hoy copa la carta dulce de restaurantes de gran reputación. Es el caso del A restaurant, del Hotel Neri, cuyos fogones acaba de tomar el conocido Alain Guiard (creador de La Mundana y Santa Burg). Un establecimiento perteneciente al famoso sello Relais & Châteaux que se posiciona como uno de los más interesantes restaurantes de la ciudad. Por eso ha dado a la receta de torrija un nivel más delicatessen y noble que de costumbre. El pan, en este caso, ha sido sustituido por una rebanada de brioche bien gruesa (con textura más volátil) que se baña en leche con azúcar y limón, se carameliza y se hornea (en vez de freír) para ser más ligera. Se acompaña con un helado de leche ahumada sensacional (parece de risa, pero sabe de verdad a ahumado). También hay decoración de frutos rojos y crumble de galleta que aportan un toque de textura y sabores adicional al conjunto. Sí, hemos dicho delicatesen, y por ello es uno de los postres estrella del restaurante.
LA MUNDANA
Ya se sabe, lo que toca el chef Alain Guiard se convierte en un bocado lleno de creatividad y sabor. Eso ya lo ha demostrado en La Mundana con su impresionante versión de patatas bravas que, si bien no pierden su característico sabor, si adoptan otra forma, estética y textura. Lo mismo pasa con su interpretación de la torrija, que en La Mundana se llama Torrichucho. Consiste en una torrija caramelizada rellena con crema a medio camino, como lo habréis entendido, entre la torrija y el chucho. Aún más bomba, aún más rica.
FLASH FLASH
La torrija es, junto al cheesecake, un postre mítico de un local tan mítico como el Flash Flash Tortillería. Que levante la mano todo aquel que no haya deseado en algún momento regresar de un plumazo a los años 70 al sentarse en alguna de las mesas de este local que, probablemente, puede presumir del interiorismo más bonito y carismático de toda la ciudad. Y con unas tortillas de vicio (pedid la gallega y llorad cuando llegue a la mesa con el huevo apenas sin cuajar y sus tropezones de pimiento), unas hamburguesas con historia y, lo que nos ocupa, una torrija sobresaliente, dulce y gelatinosa, muy pero que muy sabrosa, que se sirve acompañada de un toque de canela y que cuenta desde hace décadas con una legión de fans.
Torrija de Flash Flash Tortillería. C/ La Granada del Penedès, 25.
CARBALLEIRA
En este restaurante marinero de la Barceloneta, nos encontramos con una de las preparaciones más tradicionales de la ciudad. Y es que en Carballeira las elaboran siguiendo la receta más clásica (y no por ello menos sabrosa): pasan las rebanadas de pan duro por una mezcla de leche, azúcar, canela y piel de cítricos durante 24 horas. Se escurren, se bañan en huevo batido y se fríen. Finalmente, se sirven con un rebozado de azúcar y canela, acompañadas de una bola de helado de vainilla.