Antes de empezar, decir que este artículo no pretende ser un ataque a las madres que optan, o tienen que optar, por la lactancia artificial sea cual sea la razón (convicción, comodidad, enfermedad, mala experiencia anterior…). No se es mejor madre por dar pecho o por dar biberón, y es una opción personal. Simplemente, nuestra obligación como pediatras, es informar de los beneficios de la lactancia materna y, en este caso, de la lactancia materna prolongada.

Poder dar el pecho a tu hijo, cuando todo va bien, es de lo más bonito que existe. Remarco lo de que “cuando todo va bien”, porque a veces, por no disponer de un correcto asesoramiento, apoyo o una buena formación, la lactancia puede suponer tal estrés que convierte una experiencia maravillosa en los peores meses o semanas que se recuerdan, y puede acabar con el abandono prematuro de la lactancia. Por eso es muy importante estar bien informada y asesorada tanto antes como después del parto (clases preparto, grupos de lactancia, comadronas, enfermeras o pediatras expertos en lactancia materna…). Es una experiencia única, crea un vínculo físico y emocional especial entre madre e hijo. Ese pequeño ser, que te necesita para todo, se calma en tus brazos, se relaja mamando, si se hace daño, lo único que lo cura todo, ni árnica ni nada, es el pecho de su mami… 

LECHE MATERNA

La leche materna es el mejor alimento para un bebé humano. Lleva todos los nutrientes necesarios para el correcto desarrollo del bebé. Además aporta inmunoglobulinas (anticuerpos) que lo defienden de infecciones (respiratorias, digestivas…) y además de las infecciones causadas por los gérmenes que rodean al bebé, ya que son los mismos que rodean a su madre en ese momento, así que podemos decir que es “personalizada”. Se ha visto que reduce el riesgo de muerte súbita del lactante, protege de las alergias y protege de enfermedades crónicas a largo plazo como la obesidad y la diabetes. No se han detectado déficits nutricionales en los niños que toman pecho más allá de los 12 meses de edad, y en cambio, sobretodo en periodos de enfermedad, puede cubrir más de 1/3 parte de las necesidades calóricas del niño. 

Todos estos beneficios se prolongan mientras se prolonga la lactancia, e incluso años después de dejarla. Se ha visto una menor incidencia en niños a alimentados con leche materna de algunos tipos de cáncer, enfermedades metabólicas y autoinmunes, y un mayor desarrollo intelectual y mejor salud emocional. 

Para la madre, además de los beneficios psicológicos y emocionales que ofrece la experiencia, ayuda a la recuperación del útero y reduce el sangrado postparto; físicamente acelera la pérdida de peso y recuperación de la silueta (aunque no nos engañemos, para ser la de antes, o constancia en el gimnasio o…); reduce el riesgo de anemia y osteoporosis; a mayor tiempo de lactancia, menor riesgo de cáncer de mama y de ovario, hipertensión e infarto de miocardio. Es mucho más cómodo por no tener que pensar en qué llevarse, cuánto tiempo vamos a estar fuera de casa, está disponible en todo momento, siempre lista y no se pasa; más higiénica sin necesidad de lavar, hervir, esterilizar… Finalmente, y también importante, económicamente no tiene competencia.

RECOMENDACIONES

La OMS y las principales asociaciones científicas recomiendan la lactancia materna como alimento exclusivo hasta los 6 meses de edad. A partir de esa edad se debe complementar con otros alimentos, consiguiendo una dieta variada rica en hierro. Ojo que he dicho “complementar”, puesto que la leche sigue siendo el principal alimento durante el primer año de vida. Se recomienda además, mantener la lactancia materna por lo menos hasta los 12-24 meses.

¿Hasta cuándo? Pues, pese al rechazo que pueda producirse por parte de la sociedad, dentro de la propia familia o incluso por parte de algunos profesionales, la respuesta es “hasta que el niño y la madre quieran”, no hay ningún límite superior establecido. Y reconozco que, antes de ser madre e informarme al respecto, yo también creía que dar el pecho a un niño de 2 años quizá era excesivo. Ahora tengo una niña de 18 meses a la que sigo dando el pecho y estamos las dos encantadas. - Aprovecho para reclamar formación en puericultura y cuidados del niño sano en la especialidad de pediatría. Son temas en los que los pediatras nos tenemos que poner las pilas en cuanto acabamos la residencia y ser autodidactas-. Este rechazo social es la principal barrera que nos encontramos las madres para prolongar la lactancia materna. Mi madre ya se ha acostumbrado, pero hasta hace nada, cada vez que me veía darle el pecho a mi hija, me ponía caras raras. Yo la he ido ignorando hasta que lo ha asumido como normal.

Afortunadamente las cosas están cambiando, y cada vez son más las madres que dan el pecho a niños “mayorcitos”, y sin esconderse. Ya no existe tanto pudor (a mi parecer absurdo) en dar el pecho en público ni a darlo a niños más allá del año de vida. Ahora nadie se sorprende de ver a una mujer dar el pecho a su bebé en el autobús, en el parque, o en un sofá de Ikea. Antes las bajas maternales duraban incluso menos que ahora, y nuestras madres dejaban de dar el pecho antes, en general 2-3 meses, poco más. No se llevaban el sacaleches al trabajo, a un viaje o a una boda. También dar biberón había estado “de moda”, siendo el que lo daba el “que podía permitírselo”. Y lo de sacar la teta en público intuyo que no era muy aceptado socialmente. En otras culturas es algo normal amamantar a los hijos durante varios años, pero en la nuestra, “tan avanzada y moderna”, aún no hemos superado estos prejuicios anticuados.

Que no sea un motivo para dejar la lactancia materna ningún “¿y aún le das el pecho?”. Pues sí, porque a mi hijo y a mí nos gusta. 

Para más y mejor información, os aconsejo leer este documento del Comité de Lactancia Materna de la Sociedad Española de Pediatría:



 

 

* Núria Pericas es especialista en Pediatría de Clínica Diagonal