Datos y cifras

  • El tabaco mata hasta a la mitad de sus consumidores.
  • El tabaco mata cada año a casi 6 millones de personas, de las que más de 5 millones son consumidores del producto y más de 600.000 son no fumadores expuestos al humo de tabaco ajeno. 

Las investigaciones orientadas al esclarecimiento de la repercusión del hábito de fumar sobre la salud revelan que no se circunscribe solamente a la función respiratoria. 

Así, por ejemplo, se ha descrito la asociación entre el hábito de fumar y los trastornos en las concentraciones séricas de lípidos, con el favorecimiento de la aparición de aterosclerosis, hipertensión arterial y cardiopatía isquémica. También se ha descrito su asociación con el aumento general de la mortalidad y la morbilidad de diversas afecciones tales como cáncer de pulmón, boca, laringe, vejiga, pelvis renal, páncreas, estómago, cuello del útero, hígado, pene y recto, así como su relación con complicaciones del embarazo y con la aparición de úlcera péptica. 

La exposición del aparato respiratorio al humo del cigarro influye sobre la respuesta bronquial a la metacolina, como expresión de cambio en el grado de reactividad de las vías aéreas; se ha observado una respuesta aumentada a la metacolina después de una exposición controlada al humo de cigarro, tanto en sujetos asmáticos como no asmáticos sensibles a éste. 

La relación entre el hábito de fumar y la aparición de trastornos morfológicos y/o funcionales respiratorios ha sido ampliamente estudiada en diversas poblaciones, incluyendo la nuestra. Esos estudios han puesto en evidencia la aparición de efectos agudos y crónicos que comprometen la mecánica ventilatoria y generan otras alteraciones relacionadas con las funciones de defensa en el pulmón. El humo del cigarro tiene un efecto inhibidor inmediato sobre la movilidad de los cilios de las vías aéreas, con lo que queda disminuido o suprimido el mecanismo fisiológico de renovación de las secreciones y con él, la continua extracción de las partículas y demás impurezas que penetran en el aire inhalado y que quedan atrapadas en las secreciones que normalmente recubren el interior de las vías aéreas. Esto constituye un factor que incrementa la actividad fagocitaria a ese nivel, con algunas consecuencias que se describen más adelante. La acción prolongada de ese factor irritativo tiene efectos comprobados desde hace mucho tiempo, entre los que se encuentran la transformación del epitelio mucoso que cubre internamente los bronquios y bronquiolos, con la aparición de células atípicas, una elevada producción de secreciones, inflamación y edema de la mucosa, hipertrofia de la musculatura lisa, estrechamiento y destrucción de las pequeñas vías aéreas, entre otras alteraciones.

Resulta obvio que estas transformaciones estructurales predisponen al fumador a la aparición de procesos infecciosos respiratorios debido al estancamiento de secreciones en unas vías aéreas que van perdiendo progresivamente su estructura y tono. 

En los últimos años, la tendencia a estimular la reducción del hábito de fumar ha dirigido la atención de los investigadores al estudio de la repercusión de éste en los llamados fumadores pasivos, y señalan la necesidad de lograr la eliminación de las condiciones que determinen ese status. 

Se ha reportado la asociación entre el tabaquismo pasivo y el aumento de la incidencia del cáncer pulmonar y de la mortalidad por cardiopatía isquémica en adultos, especialmente cuando la fuente de tabaquismo pasivo es el cónyuge, así como mayor frecuencia de enfermedades respiratorias bajas, disminución del crecimiento pulmonar y predisposición a mayor morbilidad pulmonar maligna en la adultez de niños sometidos a esa situación. Es más, los niños hijos de padres fumadores son los que parecen estar más comprometidos. 

Los efectos nocivos sobre la salud de la exposición crónica al humo del tabaco no se circunscriben sólo a los sistemas cardiovascular y respiratorio, sino que afectan prácticamente a todos los sistemas funcionales del organismo humano. 

Los conocimientos actuales señalan sin lugar a dudas que el perjuicio abarca no sólo a los fumadores activos, sino a los no fumadores que desarrollan sus actividades cotidianas en relación con estos. Cabe destacar, que hay que poner especial atención al tabaquismo pasivo en niños, por el compromiso que conlleva para el posterior desarrollo morfofuncional de su sistema respiratorio. 

La existencia de características genéticas predisponen al individuo al desarrollo de enfisema pulmonar severo por exposición al humo del tabaco, es un hecho que no debe pasarse por alto y conjuntamente con los efectos del tabaquismo pasivo son elementos que debe manejar el médico en su trabajo de promoción y prevención. 

 

Dr. Diego Alcaraz, especialista en Oncología de Clínica Diagonal