El festival va más allá de la música. Lo que sucede sobre el escenario es, en ocasiones, un pretexto para dar rienda suelta a la euforia, a la borrachera, al bailoteo y a la pasión. Vamos: serotonina a tope. La primera jornada de pago del Primavera Sound en el Parc del Fòrum no ha sido para menos.

Como en otras ediciones, no podía faltar el botellón en la entrada, ese que tanto incomoda a los vecinos. Los jóvenes calientan motores sentados en corrillo con latas o cubatas. Más tarde verán actuar a Björk, Nick Cave And The Bad Seeds, The War On Drugs, C.Tangana o CHVRCHES, entre muchos –muchos– otros. Y el alcohol es uno de los ejes que vertebran la noche: nunca falla, es el aliado indispensable del festivalero.

Una vez dentro, el Parc del Fòrum se convierte en una ciudad en la que si te despistas un minuto pierdes a todos tus amigos. Y reencontrarse de nuevo cuesta lo suyo. No faltan las selfies, ni los vídeos. No faltan las colas para el baño, las colas para comprar una cerveza, las colas para comer una pizza, un wok, kebab, bocadillo, lo que sea, cualquier cosa. Colas. No falta tampoco el buen rollo de la gente, ni las ganas de descubrir nuevas bandas y sorprenderse con grandes iconos.

Es el caso de The War On Drugs, con su melena y particular armónica; Nick Cave and The Bad Seeds, con sus trajes, sus xilófonos y combustible para rato; o Björk con su colorida (y excéntrica) puesta en escena y su flauta travesera.

En uno de estos conciertos, un festivalero se ha desmayado. De golpe, se ha desplomado entre la multitud. El público no le ha dado más importancia, los de su alrededor han hecho un hueco y han dejado que el tiempo curara el desastre. Al final, por suerte, el joven ha resucitado y, como si nada, se ha puesto a bailar. ¡Que siga el Primavera!

Una pareja en el concierto de Nick Cave del Primavera Sound | P.B.



Tampoco han faltado los arrumacos. De hecho, en algún caso, la emoción era tal que los besos se convertían en morreos en toda regla. Algún que otro festivalero ha tenido que visionar cierto concierto entre labio y labio, en el espacio que dejaban los amantes cuando separaban sus bocas. Hasta en el bus de vuelta a plaza Catalunya han seguido los besos de una pareja homosexual, cerca de mi cara. Se respira amor en el Primavera Sound, es ineludible.

C.TANGANA, ESE QUE SE HACE LLAMAR 'ÍDOLO'

Uno de los objetivos que se había marcado el festival este añoera era convertirse en un evento transgeneracional. Para ello ha incluido en su programación a cantantes españoles de género urbano –trap– como es el caso de Bad Gyal, Yung Beef y C.Tangana. No cantan, hacen playback, pero el espectáculo lo montan de verdad. Y por todo lo alto.

La actuación de C.Tangana ha empezado con mujeres enseñando los pechos con sus rostros cubiertos y con la irrupción de dos motos sobre el escenario. Al fondo del escenario se leía una palabra, una declaración de intenciones: ÍDOLO. Y, más tarde, han salido dos bailarinas de pole dance y otros en chándal para repartir "billetes".

En este ostentoso contexto ha aparecido C.Tangana con su camiseta blanca de tirantes y sus collares de oro. El público ha enloquecido. “Esta es mi puta, me la voy a joder”, canta el madrileño, el antihéroe del feminismo. A la gente le mola: muchos se saben las letras y bailan sus canciones, no solo los jóvenes, sino también los más veteranos. ¿Consigue ser transgeneracional el Primavera? Quién sabe, pero parece que cumple con su cometido: los festivaleros se lo pasan bien. Que, al fin y al cabo, es lo importante.