Gràcia empieza por G de gourmet, de gastronomía. Casualidad o no, es un buen barrio para comer bien, sobre todo de manera informal y asequible. Además, la variedad de la oferta es enorme, así que puedes ir una y otra vez a esta animada zona de la ciudad y siempre podrás probar cosas nuevas. Tapas de aquí, platos asiáticos, menús de mediodía que causan furor… En fin, a gozar, otra palabra que empieza por G.
LA PUBILLA
Comenzamos con un menú de mediodía. ¡Pero qué menú! Podemos escribirlo con las palabras que quieras, pero es mejor acudir allí para comprobar la dimensión de su fenomenal éxito, pues hay gente que cruza la ciudad para plantarse allí. Y le da igual que el local sea ruidoso y que las mesas estén casi rozándose unas con otras. Allí se va a comer muy bien y muy bien de precio. Preparan platos de cocina tradicional con los productos que compran en el vecino mercado de la Llibertat. Ah, también sirven desayunos con tenedor y de noche, medias raciones.
SUIS & BOWL
Lo que fue la cafetería Suís añade ahora un ‘apellido’ llamado Bowls. El luminoso, agradable y amplio local del barrio de Gràcia ha cambiado la decoración y en su carta lucen propuestas saludables, con los bowls como reyes absolutos; hay siete tipos, a cuál más completito. Realmente, comes uno y apenas puedes probar otro bocado. Pero te recomendamos que hagas un esfuerzo y pidas, por ejemplo, el ‘avocado toast’: fliparás con su divertida forma: es una flor hecha con láminas de aguacate, con sésamo y germinados por encima que se sirve sobre un lecho de rodajas de espinacas, tomate y huevo duro. Healthy, aquí, es sinónimo de bonito, colorido y sabroso. Durante las fiestas del barrio estará abierto todos los días desde la mañana hasta la noche.
Suís & Bowl. Travessera de Gràcia, 151.
PEPA TOMATE
Llegó a la plaza de la Revolució, vio y venció. Así de fácil, o de difícil, pues triunfar en un barrio con tan buena oferta gastronómica resulta complicado. Pero Pepa Tomate lo hizo sin apenas despeinarse, a base de tapas y platos para compartir de lo más divertidos con una gran relación calidad-precio. Los buñuelos de espinacas y miel y los tomates verdes fritos con queso camembert son hits de una carta en la que no faltan las bravas y la ensaladilla rusa. Y todo ello, en un ambiente tan desenfadado como la icónica mesa de futbolín donde puedes sentarte a jalar… ¡pero no a jugar!
KUAI MOMOS
Cogemos la mochila y nos vamos muy lejos. Ni más ni menos que al centro del barrio. Sí, has leído bien: “Muy lejos”. Porque la cocina de este pequeño restaurante pegadito a la Travessera de Gràcia propone un viaje a Asia parecido al que hizo durante siete años su chef, Jordi Brau, que trabajó con Carles Gaig y Xavier Franco antes de patearse Filipinas, China, Tailandia, Laos, Vietnam, Japón… Sus platos, elaborados al momento por cocineros asiáticos, son originales de aquellas latitudes, aunque adaptados a nuestro paladar, que no resiste aquellos picantes. No dejes de pedir los momos (raviolis nepalís rellenos de vegetales, gambas, carne de cerdo…) ni los fideos salteados Thai Kao San, que se comen en Bangkok (cacahuetes, pollo y vegetales).
Kuai Momos. Calle de Martínez de la Rosa, 71.
EXTRA BAR
Si te va la marcha, los sabores contundentes y, además, te mola que te sorprendan con buenos vinos (lo que no significa en absoluto que sean caros), este es tu lugar en el mundo. Un lugar minúsculo, todo hay que decirlo, donde como mucho podrás sentarte en taburetes, sea en la barra o en las escasas mesas altas disponibles. Pero no te arrepentirás porque sus tapas tienen una potencia tremenda. Aquí manda el sabor. Y punto. Elaboradas con buen producto (hay recetas clásicas y otras viajadas), puedes acompañarlas con algunos de los vinos que reposan en las estanterías del techo y que van cambiando cada mes (cada día tiene referencias a copas de seis denominaciones de origen).
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CAL BOTER
Los amantes de la cocina tradicional catalana ya saben que en Gràcia manda Cal Boter. Entre sus paredes forradas de carteles de las fiestas de Gràcia de cada año, podrás probar escalivada, bacalao ‘a la llauna’, pies de cerdo, buey con salsa de ceps… En fin, de todo, desde las verduras hasta los pescados, pasando por las setas. Pero sobre todo, las carnes a la brasa, la especialidad de la casa. Este restaurante de toda la vida abre cada día y sirve menús de mediodías laborables (los sábados, también, aunque algo más caros) y contundentes desayunos con tenedor.
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CAFÉ GODOT
Bonito bistrot (sus responsables lo describen como “cafetería neorrústica”) donde hacer una parada para probar cualquiera de sus platos tradicionales con toques modernos y divertidos. Para que te hagas una idea: los calamares a la romana, por ejemplo, no llevan una mayonesa tradicional, sino una de wasabi. Más allá de la carta (y del menú de mediodía laborable), cuenta con otros atractivos como la cocina ininterrumpida, los brunchs y un espacio agradable (paredes de piedra, velas y plantas) en el que no falta un rincón donde los niños pueden jugar mientras tú disfrutas de la comida.
Café Godot. Sant Domènec, 19.
BOBBY GIN
De acuerdo, estamos ‘comiendo’ de maravilla gracias a este artículo. Pero, ¿dónde abrevamos? Pues en esta coctelería, referente barcelonés (y dicen muchos que incluso europeo). Habrá que hacerles caso cuando ves que a veces se forman colas ante el local. Tal es la fama de sus gin tonics: tremenda . En Bobby Gin no solo beberás cócteles de autor, sino que también comerás platillos creativos y cosmopolitas del estilo del ceviche de pescado blanco, los langostinos vietnamitas con crujiente de arroz verde inflado y los saquitos crujientes de ternera y shiitake.
Bobby Gin. Francesc Giner, 47.