Para la gran mayoría de los asistentes era su primera vez: se desvirgaban. Los mismos que lo dieron todo en mayo en el Primavera Sound –con sus zapatillas y cervezas en vasos de plástico– asistían este jueves a una ópera en el Liceu por primera vez. Se trataba del preestreno de I Puritani, la última ópera que escribió Vicenzo Bellini: un drama en torno a un amor imposible que termina en tragedia. Ahí lo dejo.

A las 19 horas, unos 1.800 jóvenes se agolpaban en las puertas del Liceu, como si de una disco light se tratara. Con el DNI en la mano, se preparaban para acreditar que eran aptos para entrar, que eran jóvenes, menores de 35 años. Algunos, una vez dentro, posaban en el photocall de Seat y la encargada les daba la imagen en versión impresa. Otros tomaban un cóctel Bellini, cortesía de la casa, en el Saló dels Miralls, y los más avispados compraban tickets para picar algo más adelante, durante el entreacto. En ningún caso faltaban las selfies: móvil arriba, móvil abajo. El momento era digno de inmortalizar.

LAS NUEVAS GENERACIONES TOMAN EL LICEU

Esta propuesta juvenil forma parte del programa Liceu Under 35, una iniciativa del teatro clásico para hacer llegar la ópera a nuevas generaciones. Con el fin de atraer a la juventud pusieron a la venta entradas a 15 euros para esta función en concreto que abría la temporada 2018-2019. En menos de 24 horas se agotaron las localidades. El 8 de junio –final de la temporada– volverán a realizar el programa asequible con la ópera Tosca, de Puccini. Así que, ¡atenta la tropa!

Un grupo de amigos en el Saló dels Miralls del Liceu sacándose un selfie | HUGO FERNÁNDEZ



La ópera que dirige Annilese Miskimmon, protagonizada en este caso por Javier Camarena y Pretty Yende, cuenta una historia de amor en plena Guerra Civil inglesa entre la hija de uno de los líderes de los puritanos, Elvira, y su amante católico, Arturo, situada en la Irlanda del Norte de 1973. Para que ningún presente se quedara con cara de “¿de qué demonios va esto?”, el Liceu proyectó un corto animado de Pol Montserrat, y así suavizar la incursión al bel canto.

JÓVENES IMPRESIONADOS EN EL LICEU

“¡Esto es spoiler!”, gritaba en broma uno de los presentes durante el corto. Las parejas y los amigos se impresionaban con la música en directo, con el espectacular patio de butacas. Las etiquetas y el protocolo quedaron, definitivamente, fuera de la sala. En el (muy) buen sentido. El Liceu, no parecía el Liceu. ¡Tantos jóvenes! Una sensación parecida tuve durante el evento MAESTRO, cuando el teatro se convirtió en una disco de electrónica.

Los jóvenes, durante el descanso, volvieron a sacar el móvil. “Un poquito de postureo, aprovechando que estamos aquí”, comentó uno de ellos a este medio. Una se da cuenta de que en el evento hay jóvenes muy jóvenes cuando tres personas –en el intervalo de cinco minutos– preguntan en la barra: “¿Cuánto valen los bocadillos?” Y, tras obtener la respuesta, deciden no comprar. Aunque muchos sí lo hicieron y las colas fueron largas, señal de que el Liceu había triunfado: sabe cómo llegar a los millennials.

VOLVERÁN CON 'TOSCA' DE PUCCINI

“¿Te ha gustado?”, le preguntó un chico a su pareja. “Uf, muchísimo”, confesó ella. “Repetiremos”, coincidieron contentos. La fiesta terminó con una sesión del DJ Cucut en El Foyer, para aquellos que aún tenían ganas de bailoteo. Este evento, al final, se convirtió en un ejercicio de demostraciones. El Liceu confirmó que es capaz de adaptar su programación a todos los públicos. Los jóvenes –y me incluyo para que sirva de alegato– somos calameónicos, más versátiles de lo que muchos creían y aptos para la ópera.