Si creías que ya se había inventado todo estás muy equivocado. El 8D ha llegado pisando fuerte. Se trata de una música que, escuchándola con cascos, parece que se mueva de arriba abajo y de izquierda a derecha.
Aunque el 8D nos lleve hacia el ‘futuro’ musical, hay que destacar que esta tecnología nació en los años 80. Un inventor argentino, Hugo Zuccarelli, consiguió patentar en 1980 un sonido holofónico, que fue el primer precedente del audio 8D. Pink Floyd lo escuchó, le encantó y decidió añadir esta técnica. En la canción Get Your Filthy Hands Off My Desert lo podrás notar, al escucharla te parecerá que la música se vaya moviendo a tu alrededor.
Pero no ha sido hasta hace unas pocas semanas cuando el 8D ha resurgido de las cenizas. El vídeo de YouTube ‘Dilbar’ de Neha Kakkar, Dhbani Bhanushali e Ikka, de la BSO de la película Satyameva Jayate hizo viral la técnica. La gente empezó a compartirlo por WhatsApp y ahora no dejan de reconvertir canciones al audio 8D.
Una creencia popular es que el 8D ‘hackea tu mente’, a pesar de que es una verdad a medias. Esta tecnología utiliza algoritmos que emulan los sonidos que escucharías si viniera de delante o del fondo. En otras palabras, lo modifica en función de lo que tú oirías si viniera de diferentes partes de la habitación. “El cerebro solo tiene en cuenta el sonido que viene de la fuente más cercana”, explica Alan Spade, bajista de la banda Walking with Wolves.
El mayor defecto del audio 8D es que se basa en un tamaño de cabeza estándar. Así que a los más cabezones y a los muy poco cabezones el 8D les producirá menos efecto. Si quieres vivir una experiencia inmersiva prueba el audio 8D y cuéntanos qué sentiste.
¿TIMO O REALIDAD?
Este tipo de sonidos se lleva desarrollando desde la década de 1970, y algunos expertos tachan de que este concepto ni es nuevo ni engaña a tu cerebro, simplemente esta moda es un timo. Según ellos, el 8D no existe y no juega con nuestro cerebro, básicamente lo que está haciendo este tipo de música es jugar con el propio sonido que llega por los auriculares.
Lo que tratan de conseguir estas canciones es una tercera dimensión del sonido (3D), no una octava como pretenden algunos hacernos creer, afirman los entendidos. El cerebro nunca es engañado, la cuestión está en que depende cómo ordene o registre esos sonidos que está recibiendo por un lado y por el otro.