Reintroducir el silencio: la reflexión, el cuestionamiento. Jaume Plensa (Barcelona, 1955) llega al MACBA, y lo hace por la puerta grande: con un interrogante y, de fondo, mucha belleza. El Premio Nacional de Artes Plásticas ha presentado este jueves una gran retrospectiva de sus 40 años de creación con la que reivindica, sobre todo, “el silencio del arte” y “volver a escucharnos a nosotros mismos”. A través de una veintena de piezas propone al visitante “fabricar silencios, que en medio de tanto ruido mediático, hacen mucha falta”.

“El arte es una consecuencia y la obra es un reflejo”, ha confesado en una rueda de prensa. Alguno quizá no conozca a Jaume Plensa, porque es un hombre de retaguardias, pero sus esculturas descontextualizadas embellecen los espacios públicos de ciudades como Chicago, Londres, Montreal, Niza, Tokio, Toronto o Vancouver. Y, cuando viaja, va corriendo a comprobar si sus obras siguen ahí dónde las dejó. “El espacio público es salvaje y, a pesar de que es de todos, en él mandan otros”, ha manifestado con su voz lúcida.

LA CULTURA, DEMASIADO VINCULADA A LA POLÍTICA

En esta línea, ha lamentado que "aquí, la cultura está demasiado vinculada a la política, como la educación, y eso es un mal endémico". De hecho, para algunos, esta exposición es un modo de saldar la deuda de la ciudad el artista catalán considerado como el más universal. En la ciudad nunca se ha materializado una gran obra monumental de él.

La propuesta de Plensa para Barcelona, a instancias del entonces alcalde Xavier Trias, era una enorme cabeza plateada que emergía del agua al final del Paseo Marítimo, un proyecto similar a la cabeza de 20 metros de altura Dream, que había pensado para Saint Helens, en la campiña inglesa, o la de Awilda, que instaló en aguas brasileñas frente al popular Pan de Azúcar.

SUS ESCULTURAS EN MONTSERRAT Y EN MADRID

Donde sí que instalará sus obras es en Montserrat, en abril de 2019, y en la plaza Colón de Madrid, a partir del próximo 20 de diciembre, aunque esta última será temporal. "Me gustan las obras temporales, efímeras, porque cuando desaparecen del espacio público crean un vacío en la gente y es cuando las valoran más", ha añadido.

Jaume Plensa, reciente doctor 'honoris causa' de la UAB, ve la belleza “como una solución, y no tanto como algo funcional”. "En el momento político tan convulso que vivimos en todo el mundo, cuando no se cumple ni una coma de la Declaración de los Derechos Humanos, el arte tiene la capacidad de iluminar la vida y eso me da esperanza en el futuro de la humanidad", ha dicho emocionado.

El jardín en el marco de la retrospectiva de Jaume Plensa / HUGO FERNÁNDEZ



La obra de Plensa, que llega a Barcelona "22 años y un día" después de su última exposición en un museo barcelonés (Fundación Miró, 1996), se podrá ver en el MACBA hasta el 22 de abril. A partir de junio viajará hasta el Museo de Arte Moderno de Moscú. Plensa, a pesar de admitir que ya está “agotado” después de tanto trabajo, tiene claro por qué insiste con el arte. Porque, según él, “la belleza puede cambiar el mundo”. Y, hoy, sigue siendo optimista.

La exposición de Jaume Plensa estará en el MACBA hasta abril / HUGO FERNÁNDEZ