Los Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Politècnica de Catalunya (UPC) han detectado residuos procedentes de fármacos, metales y otros compuestos químicos en hortalizas que habian sido cultivadas en el área metropolitana de la ciudad de Barcelona. Aunque los alimentos estuvieran plagados de este tipo de residuos, los investigadores han asegurado que no suponen un riesgo para la salud humana.
Un equipo de investigación ha querido comparar los niveles contaminantes en hortalizas de dos parcelas periurbanas regadas con agua del río Llobregat y de una regada con agua de un pozo del Parque Natural del Garraf. El Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios de Agua (IDAEA-CSIC) y el Departamento de Ingeniería Agroalimentaria y Biotecnología de la UPC querían comparar los niveles contaminantes de cada una de las procedencias de las hortalizas.
Tras la investigación se ha concluido que no hay diferencias significativas entre las hortalizas regadas en un lugar o en otro, pero en todas ellas han encontrado contaminantes en las partes comestibles que no deberían aparecer. Según el tipo de hortaliza puede tener más residuos que otros, por ejemplo han detectado que los tomates tienen unas concentraciones más elevadas tanto de metales pesados como de contaminantes orgánicos.
Víctor Matamoros, científico titular del CSIC, ha argumentado, en exclusiva a este medio, que en el Río Llobregat han llegado a encontrar restos de Carbamazepina , un fármaco anticonvulsivo y estabilizador del estado de ánimo utilizado, principalmente, para controlar las crisis epilépticas y el trastorno bipolar. Según Matamoros, aunque los niveles son altos, tendríamos que comer una tonelada de lechuga para que el medicamento nos llegara a afectar. Aún así el científico se ha mostrado contrariado a que este tipo de materias se encuentren en los alimentos que posteriormente se venden en los mercados. Cree que el problema está en la zona de cultivo y en el agua con el que se riega este.