Dinero llama a dinero. Y poder llama a poder. El paseo de Gràcia –una de las arterias más exclusivas de Barcelona por la que transitan más de 10.000 personas cada hora– esconde grandes secretos y curiosidades detrás de sus fachadas. Miles de turistas viajan hasta la ciudad para comprar en tiendas de lujo como Chanel, donde las colas son ya una constante. Pero lo que pocos saben es qué hay tras los llamativos carteles.  

En los últimos años, los apellidos de Batlló y Milà han pasado el testigo a magnates de la moda como Amancio Ortega e Isak Andik, propietarios de varios de los 132 edificios que se ubican en el paseo. Así lo explica el periodista Rafa Burgos en su nuevo libro Els amos del passeig de Gràcia. Una radiografia del poder (Pol·len Edicions, 2019), que ha visto la luz tras una dilatada trayectoria como periodista de investigación y guía turístico.

ALQUILERES ESTRATOSFÉRICOS

“Aquí está el último hotel que obtuvo licencia antes de la moratoria del gobierno de Ada Colau y, curiosamente, se llama L’Últim Hotel”, dice Burgos señalando el número 24 del paseo. Las grandes firmas de lujo pagan alquileres estratosféricos por instalarse en esta prestigiosa ubicación con un gran patrimonio arquitectónico. Para que nos hagamos una idea, alquilar un piso de 150 metros cuadrados en paseo de Gràcia cuesta la friolera de 5.325 euros al mes. Y comprar todavía cuesta más. La adquisición de un local comercial en la “zona prime” del paseo parte de los 25.000 euros el metro cuadrado.  

Amancio Ortega, por ejemplo, es propietario de los edificios donde se ubican las sedes de Iberostar y Apple. También se hizo con el edificio del Banco Santander y con el número 93 del paseo, que le costó 45 millones de euros. Nada, calderilla. “Uno de los apartamentos se vendió por 11 millones”, explica Burgos, mirando hacia arriba. Abajo se encuentra la tienda de moda barcelonesa Santa Eulalia donde, por cierto, hay una cafetería abierta al público, igual que en H&M.

LAS OBRAS DE FREDERIC MARÈS

El paseo de Gràcia también presenció la apertura de la primera tienda Mango del mundo. Y, si uno se fija bien –más allá de La Pedrera y la Casa Batlló– podrá apreciar algunos relieves de Frederic Marès: por ejemplo, en el actual hotel Mandarin Oriental (antigua sede del Banco Hispano Americano) o en la entrada de la tienda Lacoste.

El periodista Rafa Burgos con su nuevo libro en paseo de Gràcia / P. B. 



Algunos negocios no corrieron la misma suerte. Uno de los que cerró fue la librería Jaimes, donde ahora hay la zapatería Tascón. “No podían pagar el alquiler”, comenta el autor del libro. Hay historias para todos los gustos. En Suárez, según recuerda Burgos, el Rey le compró el anillo a Doña Letizia. Sin embargo, no pudo asistir a la entrega y pasó a recogerlo Iñaki Urdangarin, que pagó la joya con la mismísima tarjeta del Instituto Nóos.

Entre las paredes de algunos edificios y hoteles como el Majestic se han llegado a cerrar importantes acuerdos políticos y empresariales. El propietario de este hotel es, de hecho, Antoni Vila-Casas, empresario farmacéutico y fundador de la conocida entidad sin ánimo de lucro que promociona el arte contemporáneo. También tiene sus propiedades en paseo de Gràcia la firma de abogados que preside Emili Cuatrecasas y donde ahora trabaja Soraya Sáenz de Santamaría.

LA LOSETA GAUDÍ

Ilustrado por Mercè M. Tarrés, el libro de investigación propone al fin y al cabo una ruta alternativa ahondando en la historia del paseo desde una perspectiva crítica. Un viaje para aprender y verlo con otra mirada. Cientos de miles de zapatos pisan el paseo a diario sin advertir detalles tan fascinantes como, por ejemplo, el pavimento: con motivos marinos, fue diseñado por Antoni Gaudí en 1904, convirtiéndose en su obra no arquitectónica con más fortuna. En el paseo de Gràcia hay arte (y secretismo) en todas partes.

El pavimento de paseo de Gràcia con la loseta Gaudí / P. B.



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