Dicen que la música es el mejor remedio para el alma. Una canción en el momento justo lo cambia todo. Aunque suene cursi. El día más mierdoso se puede convertir en una película de Hollywood si das con la melodía exacta. En el Metro de Barcelona hay una particular banda sonora que, no sé a vosotros, pero a mí me da la vida. Vas haciendo el transbordo de bajón y –pam– suena A Sky Full of Stars de Coldplay. No es tu favorita, pero te la sabes. Y cantas y sonríes y, oye, que al final no estamos tan mal. Relativizas. Ni que sea durante unos segundos. Nuestra ciudad es una de las pocas que ha sabido darle –un poco– la vuelta a la tortilla de la precariedad en el ámbito musical sacando provecho de los lugares de paso y profesionalizándolos.

Gracias a los 38 puntos habilitados en el suburbano, distintos artistas pueden darse a conocer y ganar algo de dinero con su actuación. Es un win-win en toda regla. Los músicos ganan, los usuarios del Metro también. Uno de ellos es Cesc, un cantautor barcelonés que ha causado sensación entre los jóvenes que se sientan a su alrededor para disfrutar de un revitalizante break musical.

OBJETIVO: CONSEGUIR LA PLAZA

Pero para los músicos, llegar hasta ahí no es fácil. Cada año la Associació de Músics al Metro de Barcelona (Amuc BCN) organiza una audición para poner el filtro. Así, a finales de este mes, medio centenar de músicos de la ciudad lo darán todo para conseguir su plaza y tocar en Plaza Catalunya, o en Diagonal, que son los puntos más concurridos. Sin más dilación, que siga la iniciativa que nos alegra los trayectos. Como canta La Habitación Roja –y suscribo al 100 %–, “la música nos salvará y nos hará únicos”. Dale al play, que no pare la fiesta.

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