Alma es una nueva manera de hablar de lo social. Con actitud y optimismo. Desde la diversidad. Y a partir de las historias de la Obra Social ”la Caixa”. Queremos ser también un punto de encuentro de las infinitas realidades sociales de nuestro mundo. Por eso Alma es la red social social.
Con el fin de reducir la brecha educativa a través de la tecnología, Profuturo se ha convertido en una de las iniciativas de educación digital más grandes del mundo: llega a casi todos los rincones y contextos del planeta, ya sean zonas urbanas, rurales, remotas o en situación de conflicto, dispongan de conectividad o no. Impulsada por la Obra Social ”la Caixa” y la Fundación Telefónica, este año celebra su tercer aniversario habiendo aportado una educación digital de calidad a 8,2 millones de niños y niñas de 28 países, avanzando tenazmente hacia su objetivo para que todos tengan las mismas oportunidades.
El verano pasado, el responsable de relaciones con universidades y cátedras de Telefónica España, Alejandro Chinchilla, estuvo de voluntario en la escuela de la Fundación Aliñambi de Quito (Ecuador), una experiencia que le hizo ver cómo la realidad de 170 niños y ocho profesores daba un giro de 180 grados.
Mirada de un niño africano
"NO SABER UTILIZAR LA TECNOLOGÍA ES COMO NO TENER LUZ NI AGUA CORRIENTE"
“No saber utilizar la tecnología es como tener una casa y no tener luz ni agua corriente. Te quedas aislado y te pierdes un montón de oportunidades”, dice Alejandro. Acto seguido, nos cuenta que durante los 11 días que duró el voluntariado enseñaron a los niños y niñas, a través de programas interactivos, conocimientos sobre valores, medio ambiente o cómo tener una alimentación saludable. Según Alejandro, quedó patente que estar en contacto con algo tan cotidiano para nosotros como unas tablets o unos ordenadores llenaba de ilusión a los estudiantes y les motivaba a aprender. Habían empezado a escribir su futuro.
“Para estudiar, antes necesitábamos dinero. Ahora podemos hacerlo con mucha más facilidad, gracias a los tutoriales o plataformas educativas gratuitas que hay online. La grandeza de ProFuturo es que los niños tengan la posibilidad de llegar hasta donde quieran, aunque no dispongan de recursos económicos para pagar la matrícula”, insiste Alejandro.
Cara de un niño africano
OTRA REALIDAD AL ALCANCE DE LOS NIÑOS Y NIÑAS
De entre todos los alumnos de la escuela, uno de los mayores cambios lo apreció en un grupo de chicas de 14 años que eran también madres solteras. Antes de empezar las clases, ellas creían que no tendrían otro mañana que ser madres y casarse para que un hombre las mantuviera. Sin embargo, los voluntarios les hicieron ver que, en realidad, siempre habían tenido un abanico de posibilidades a su alcance. “Era importante que entendieran que no estaban limitadas por tener un niño. Que ante sí tenían una nueva puerta (internet) que podían abrir. Una puerta que, para ellas, antes no existía. ¡Con qué caras se quedaron al escucharnos!”, dice Alejandro.
Los voluntarios también formaron a los profesores. “Ahora todo se maneja con la tecnología. Como docentes, tenemos que estar familiarizados con las tecnologías de la información y la comunicación. ¿Qué mejor materia para enseñar a nuestros estudiantes?”, dice la profesora de primer grado de Educación Básica, Maribel Alava, al hablar de unas herramientas con las que, según ella, podrán contrarrestar las desventajas que han acompañado a sus alumnos desde siempre.
Como cuenta Alejandro, “muchos de los chicos y chicas vienen de familias desestructuradas y algunos incluso están solos en la vida”, por lo que opina que la autosuficiencia que les dará la tecnología puede regalarles, con el tiempo, una mayor confianza en sí mismos que les anime a alcanzar sus metas. “Algunos quizá puedan terminar siendo los abogados, periodistas y médicos que sueñan ser de mayores”. Lo importante es que ya han dado el primer paso.