Pueden ser las seis de la mañana, medianoche o las cuatro de la tarde. Siempre hay vida en Barcelona. Siempre. En todos lados. Desde La Barceloneta hasta Sarrià, pasando por El Raval, Gràcia y la Sagrada Familia. No sorprende ver a turistas retratando la ciudad a altas horas de la madrugada ni taxistas paseándose por la larga Diagonal una noche de verano.

Lo mismo pasa en uno de los parkings gratuitos de Barcelona. Para ser concretos, el de Palau Reial. Son centenares de metros cuadrados los que ocupa el estacionamiento de la zona alta de la ciudad con el mero objetivo de lograr que los conductores no se gasten ni un euro más en llegar hasta la capital catalana en transporte privado.

Sea por la deficiencia del transporte público, la incompatibilidad de los horarios o el placer de llegar solo a trabajar son tres de los principales motivos por los cuales dicho estacionamiento siempre está lleno. Dependiendo de la hora a la que vayas habrá alguna plaza libre pero desde las nueve de la mañana hasta bien entrada la tarde los menos madrugadores deben hacer acrobacias para lograr aparcar allí.

 

Parking en obras de Palau Reial, ubicado en el distrito de Les Corts / S.C



 

LA ‘CARA B’

Pero no todo son coches, ruedas, chasis y parachoques, además de conductores y copilotos. En ese parking siempre hay más vida de la que creemos; mucha más. Un viernes por la noche un martes de madrugada e incluso un jueves a primera hora: las esquinas del aparcamiento y los alrededores del mismo están plagados de mujeres que ofrecen servicios sexuales a cambio de una retribución.

“Si están allí es por algo” comenta una usuaria habitual del aparcamiento, quien se las encuentra día sí día también en los mismos rincones. Desde solteros hasta casados, por ellas pasan decenas de clientes cada día para complacer sus necesidades. Lo más habitual es que lleguen a última hora del día, para no ser vistos por los demás, pero siempre hay unos cuantos que pueden ser pillados a primeras horas de la jornada.

DISCRECIÓN, EL PRINCIPAL ALIADO DEL CLIENTE

Recogen a la prostituta, generalmente vestida con poca ropa y con acento sudamericano, y se desplazan hasta los rincones más escondidos del parking. Sea la punta, un lateral, detrás de alguna columna o camuflados entre otros coches. Los clientes son discretos, son conscientes de que no pueden ser vistos, y mucho menos reconocidos.

Cuando acaba el servicio, lanzan los preservativos por la ventanilla –dejándolo todo sucio y lleno de plásticos–, pagan por aquello realizado y, con máxima discreción, regresan a la mujer en su puesto habitual; hasta la próxima vez.

 

El estacionamiento de Palau Reial lleno de suciedad a plena luz del día / S.C



MALAS LENGUAS

Y la pregunta es… ¿por qué allí? Cierto es que el parking es muy céntrico, tiene múltiples facultades a su alrededor y el Camp Nou a pocos metros. También es verdad que la prostitución en España es un tema bastante tabú y que tanto los agentes policiales como el Ayuntamiento conocen dicho espacio. No hacen nada al respecto. Seguramente no les importe.

Las malas lenguas comentan que ese sitio es diferente a los otros para ejercer la prostitución. Si bien es cierto que en La Rambla y en los callejones del Raval se practica igual, las prostitutas de dicha zona son mujeres tras haberse sometido a alguna operación estética. Quizás es eso lo que quieren esos clientes, motivo por el cual están más escondidas que las que se instalan en el centro de la ciudad.

Noticias relacionadas